Desde ya, se puede anticipar que la lucha por el Oscar 2014 en la categoría de mejor documental será cerrada, con cintas que indagan desde a escuadrones de la muerte indonesios hasta la primavera árabe en Egipto. A continuación, te los presentamos en detalle.

The Act of Killing, de Joshua Oppenheimer

Nada que hacer: es el documental más bullado, premiado y sorprendente del último tiempo. Tanto así que hay encuestas de 2013 que lo pusieron a la cabeza de las preferencias, por encima de los filmes argumentales, los habitualmente bendecidos. Pero ojo, esto no lo instala necesariamente como favorito: es ésta una película controvertida y limítrofe; acaso los votantes prefieran algo más edificante. El golpe del 30 de septiembre de 1965 contra el líder indonesio Sukarno, del que sus adversarios culparon al Partido Comunista, derivó en la matanza o encarcelamiento de cientos de miles de militantes y no militantes, de campesinos, sindicalistas, intelectuales y miembros de la etnia china. Algunos de los victimarios, décadas más tarde, participan de una escenificación. Uno de ellos, más bien simpático y en principio ajeno a todo sentimiento de culpa, se convierte en director de una cinta dentro de la película. Y acaso contra su propia voluntad, va convocando los fantasmas del pasado en esta cinta al tiempo hipnótica y repulsiva.

Twenty Feet from the Stardom, de Morgan Neville

Uno creería haber visto ya algo de esta tecla en el cable, pero parece que no, más allá de que el tratamiento audiovisual resulte familiar. Darlene Love, Merry Clayton y Lisa Fischer son algunas de las protagonistas de este largometraje y si no las conoce, no se complique: su nombre le dice poco al público, incluso al más melómano, pero suelen llevarse buena parte del peso de la ejecución artística de bandas y solistas, especialmente en  vivo. Son las backup singers, las cantantes de apoyo, que tienen sus códigos, sus secretos, sus historias, sus sueños rotos. Han apoyado a Mick Jagger o Bruce Springsteen, entre otros. Especializado en biografías de músicos (Ray Charles, Johnny Cash), Morgan Nevile apunta aplicadamente, aunque sin mucho vuelo, a esos personajes cuyos méritos son celebrados por gente que no sabe sus nombres ni le importa. Una nueva incursión en ese mundo tras bambalinas al que el público nunca termina de querer volver.

Cutie and the Boxer, de Zachary Heinzerling   

Cuando se conocieron ella tenía 19 y él 41. Ahora, en el arranque de este documental, él  está cumpliendo 80. Aún viven juntos en un departamento más bien modesto de Brooklyn. Y él se sigue levantando todas las mañanas a trabajar. El trabajo sigue consistiendo parcialmente, como ha sido por décadas, en action painting: este fabricante de motocicletas de cartón muta en boxeador y le da duro a una tela rectangular de gran tamaño, provistas sus manos de un par de esponjas pasadas por pintura. Ella lo mira, le saca fotos, lo ama y a ratos lo detesta. Ella también es artista, pero la maternidad interrumpió una carrera que hoy recomienza, mientras hay que pagar las cuentas y tratar de que no se descarrile el único hijo, sumergido como está en el alcohol. Premiado en Sundance, Londres y Tribeca, el filme partió en 2008 como un corto y hoy recibe todo tipo de elogios: pulcramente puesto en escena y genuinamente inquieto por descubrir a sus personajes, despliega buenos argumentos sobre la mesa. También  de los otros.

Dirty Wars, de Rick Rowley

Jeremy Scahill es un premiado periodista de investigación con más de una década como corresponsal de guerra. En 2007 levantó cierta polvareda con su primer libro -Blackwater- acerca de una compañía dedicada al reclutamiento de mercenarios en Irak. Su último volumen, Dirty wars, se acompañó de una película con el mismo título. Y con el mismo tema: las acciones encubiertas e ilegales de las fuerzas especiales del Ejército de EE.UU. en territorios como Afganistán. Provista de un off del propio periodista -a ratos invasivo y protagónico, a la manera de un telerreportaje-, la cinta sigue sus pasos tanto en el terreno de combate como en Congreso de EE.UU., donde la voz del reportero no es tomada mayormente en cuenta. Imágenes inéditas, cuestionamientos a la política exterior de Bush hijo y de Obama, las pellejerías del corresponsal y un tono informativo que a veces deriva en lo pontifical, completan esta propuesta que formula una denuncia: el mundo entero se ha convertido en el campo de batalla de Washington.

The Square, de Jehane Noujaim

Febrero de 2011: ir a la plaza Tahrir de El Cairo y gritar contra Hosni Mubarak y su régimen de 30 años. Ir y escuchar a oradores que aseguran a la multitud que sus palabras son balas. Ir y gritar pidiendo que la revolución se extienda por Egipto. Ir y quedarse ahí hasta que Mubarak renuncie. Sostenido en recursos como el off de Ahmed, joven que va narrando y reconstruyendo hitos del período como quien contempla una Epifanía, esta película canta las bienaventuranzas de la Primavera Arabe. La cinta se inserta en el tejido social y cultural que se fue construyendo  en la señalada plaza, donde las protestas han ido y venido desde la fecha, dando pie a un mix de esperanza y decepción del que la película también da cuenta. Las herramientas de la representación la instalan como  testigo  de acontecimientos definitorios de nuestro tiempo. Eso sí, pierde fuerza en la medida en que sacraliza esos mismos acontecimientos. Lo que no la hace mala candidata al Oscar, si hasta podría ser lo contrario. En Chile se puede ver a través del servicio Netflix.