Después de la última edición del Dakar se multiplicaron las dudas sobre el futuro de la prueba  en Chile. El gobierno no estaba conforme con la idea de desembolsar US$ 6 millones por una prueba seriamente cuestionada, sobre todo por las organizaciones medioambientales.

De hecho, tras las carrera se encargó un informe a distintas entidades, entre ellas el Consejo de Monumentos, una institución que en más de alguna ocasión esbozó críticas al evento, y cuyas conclusiones tampoco fueron favorables esta vez, lo que ya hacía suponer una respuesta negativa.

Pero fue la tragedia de Atacama el episodio que terminó de convencer al gobierno de no albergar la próxima versión.

"El gobierno está enfocado en resolver la situación del norte, por lo que recibir el Dakar no sería prudente", afirman desde el Ejecutivo.

Este año, Chile pagó US$ 4 millones por contar con la competencia, dos millones menos que lo original, debido a que el terremoto que azotó a Iquique en abril de 2014 obligó a replantear la inversión en la prueba. Sin embargo, esta alternativa ahora es inviable para la próxima edición, pues la magnitud de la catástrofe de Atacama es inmensamente mayor.

Esto a pesar de que durante los últimos días las conversaciones se habían intensificado. Incluso, hace dos semanas, una delegación de ASO, la productora que organiza el evento, visitó el país para reunirse con la ministra del Deporte, Natalia Riffo. En la cita los galos expresaron su deseo de contar con Chile a toda costa. Sin embargo, justo en esos días se produjo la tragedia del norte, por lo que los emisarios se fueron sin respuesta.

Ante esa postura gubernamental, la organización doblegó sus esfuerzos para presionar a las autoridades chilenas, en busca de un pronunciamento. Incluso, anunció una conferencia de prensa para el 16 de abril, en la que informaría sobre el trazado definitivo.

Pese a la celeridad de los europeos, el gobierno no se mostró mayormente preocupado, pues al igual que en 2014 consideraban que aún estaban dentro de los plazos para entregar una respuesta definitiva. "El año pasado la respuesta final llegó en junio. Entonces, el tiempo no era algo que preocupara tanto", afirmar conocedores de las tratativas.

El suspenso llegó a su fin ayer en la tarde, cuando el gobierno notificó a ASO de su negativa a seguir albergando el evento, que según estudios de ambas partes, entregaba réditos cinco veces mayores a lo invertido inicialmente. De este modo, el evento más importante del rally se quedará sin su estrella más importante, y tendrá que buscar opciones que reemplacen al rudo Desierto de Atacama.

Luego de las amenazas terroristas de 2008, la prueba se suspendió y en un hecho inédito abandonó Europa y África para trasladarse a Sudamérica, donde Argentina y Chile fueron los primeros países en recibirlo. El suelo nacional fue recibiendo más etapas en las ediciones siguientes y en 2013 y 2014 se convirtió en la meta de la prueba más exigente del mundo.