Cruzará el desierto más árido del mundo narrando historias que no le pertenecen.

En realidad, no sabe si alguien más se las contó, si acaso las vivió o solo las protagonizó en sueños, pero María Margarita, la niña de 13 años que en los 60 contaba películas a los mineros de una oficina salitrera del norte de Chile, lleva recitándolas por años. Ahora, ya mayor,  sabe que su talento le ha dado fama, que incluso atrajo al público de cines y teatros hasta vaciarlos. Con ello, ha logrado además reconstruir la historia de un pueblo fantasma, también los recovecos de su propia vida en la pampa, allí donde no hay agua ni vida ni nada.

Es julio de 2013, y Juan Carlos Zagal y Laura Pizarro, ex integrantes de la exitosa compañía de teatro La Troppa (Jesus Betz), disuelta el 20 de marzo de 2005, acaban de estrenar su más reciente trabajo, Historia de amor. Inspirada en la novela homónima del francés Régis Jauffret, el relato de un hombre, un sicópata obsesionado con una mujer a la que persigue, acosa y viola una y otra vez hasta que cree haberla domesticado, es el tercer montaje de la compañía Teatro Cinema luego de Sin sangre, en 2007, y El hombre que daba de beber a las mariposas, de 2010. Es aún julio, también la apertura de su propia sala en pleno barrio Bellavista -la misma donde algunos años atrás funcionaba el Teatro Aparte-, pero ambos ya tienen en mente cuál será su próximo proyecto.

En la obsesiva búsqueda por fusionar teatro, cine y cómic sobre un mismo escenario, y ya distanciados definitivamente de Jaime Lorca, el tercer miembro del grupo fundado a fines de los 80 y que los hizo girar por  el mundo, Zagal y Pizarro encontraron en las páginas de la novela La contadora de películas, de Hernán Rivera Letelier, de 2009, el espíritu del montaje que debutará el próximo 23 de julio sobre las tablas del CA660.

Con el autor chileno, cuentan, han mantenido una estrecha relación desde entonces. "Nos comunicamos a veces, pero por temas de su agenda y la nuestra no hemos podido reunirnos. Ha sido muy respetuoso con este proyecto desde el momento en que le contamos que queríamos adaptar su libro, y esperamos que asista al estreno", cuenta Zagal. "Es nuestro cuarto trabajo como Teatro Cinema, y el primero en el que trabajamos con un autor chileno además. Y aunque creímos que podía tomarnos menos tiempo, ha sido un proceso más lento y reflexivo", dice   al interior de una oficina en su teatro. "Siempre que estrenamos nos ronda la sensación de lo que se pudo hacer y que no hicimos. El trabajo ha sido particularmente delicado con eso", afirma Zagal.

Mientras, en la habitación contigua, tres diseñadores multimedia trabajan en horario de oficina, frente a un computador, montando y reproduciendo el material que han recabado hasta ahora, entre fotografías, videos y audios. En diciembre pasado, el elenco de cinco actores y más de 20 técnicos estuvo de paso por la extinta oficina de Chacabuco, en Atacama. Aquel desierto arenoso, abandonado y donde el sol vigila inclemente día tras día, será el escenario donde su relato cobre vida en medio de la nada.

"Nos parecía que, por su historia, iba acorde al tono de la obra, algo más nostálgico que los anteriores, y que encuentra en la memoria un umbral a mundos infinitos", dice Pizarro. Tras el Golpe militar de 1973, la antigua oficina salitrera de Chacabuco, cerrada en 1940 y declarada Monumento Histórico Nacional en 1971, le fue expropiada a SOQUIMICH por las Fuerzas Armadas. Así se abrió el capítulo más oscuro en su historia: tras el desmantelamiento, fue convertida en un campo de prisioneros políticos, el más grande en Chile hasta 1975.

"Eso indudablemente le dio un aire a la obra que no habíamos contemplado, pero no quisimos que fuese el tono principal. Este es más bien un viaje surreal y caleidoscópico por distintos géneros de películas, a diferencia de lo que narra Rivera Letelier en la novela, quien se detiene en títulos de películas muy específicos", afirma Pizarro.

En esta versión, dirigida por Zagal y Montserrat Quezada, María Margarita, encarnada por Pizarro, transitará de la pampa a un western al estilo de Bonanza, en las estepas norteamericanas; también por un filme de horror en blanco y negro, como Nosferatu; otro de ciencia ficción donde habita una criatura gigante que brinca por los rascacielos, parecida a Godzilla: hasta inmiscuirse entre gángsters con los ojos cubiertos por un sombrero, envueltos en humo de tabaco. "Estos pasajes ayudaron a hacer un cruce con la vida de la protagonista, y para recorrer ese lugar donde hubo una historia que solo ella puede reconstruir. Ella es, al final, la única constatación de ese pasado que ya no existe", dice Zagal.

A un año de cumplirse una década de su reagrupación como Teatro Cinema, la compañía reestrenará además dos de sus montajes más exitosos en un ciclo en el teatro de CorpArtes. Comenzará el próximo 7 de mayo con Gemelos, de 1999, y que le valió a la entonces La Troppa los premios Altazor y Apes en la categoría Teatro. La adaptación de la novela El gran cuaderno, de la escritora húngara Agota Kristof, y que cuenta la historia de dos niños abandonados por su madre en plena Segunda Guerra Mundial, es una de sus obras más representadas en el extranjero. "Se ha convertido en uno de nuestros clásicos, y creo que es por el simple hecho de que convoca y sigue presentándose en salas repletas", dice Zagal.

Luego, el 25 de junio, será el turno de Historia de amor, un viaje por la mente desiquilibrada de un hombre que tambalea entre la razón y la locura. "La selección de estas tres obras muestra la evolución de un lenguaje que queríamos explotar hace tiempo. Un día decidimos correr el riesgo, incorporar el cine, el cómic y la música, y plasmarlos en nuestro trabajo. No ha sido fácil, pero ese sigue y seguirá siendo nuestro desafío".