El hecho: dos títulos mundiales de boxeo en cuatro años de experiencia y 12 peleas en el cuerpo, todas ganadas. ¿Es inesperado? Desde México, Carolina Rodríguez responde de la misma forma que lo hace en el ring, firme y sin dudar. "No lo es, es algo que venimos trabajando", dice la Crespita a La Tercera, para analizar un logro inédito en el pugilismo nacional. Y en una disciplina que hasta el 30 de abril de 2010, cuando ella debutó, pasaba inadvertida.
"Esto no es una sorpresa, con mi entrenador Claudio Pardo nos planificamos de esta forma. Sí cuesta, porque hay un sacrificio personal y el apoyo no es tanto, pero tal como ganamos el Latino de la WBA en 2013, queríamos los mundiales. Y nos faltan los otros tres", dice Rodríguez, de 30 años y residente temporal en Norteamérica, después de pelear ante la local Janeth Pérez, en Monterrey.
Pérez no era cualquier rival: ostentaba el título mundial de peso gallo de la IBF, una de las cuatro federaciones importantes del boxeo planetario. Pero a la "Crespita" le importó poco y la venció en decisión mayoritaria en una pelea impecable.
Al menos los sacrificios personales que ha hecho, como dejar a su familia y amigos en Chile para vivir en Argentina y ahora en México, han tenido sus frutos. "Ahora me acompaña mi padre, pero igual es difícil estar lejos de casa. Se extraña a los más cercanos, el modo de vida en Chile, las tallas, las comidas, mi perro Thai... estar en tu hogar se extraña", dice.
Pero su sueño es más fuerte. El de ganar las coronas de las tres restantes organizaciones grandes, como el CMB, la AMB y la OMB. Para eso entrena Rodríguez, que llegó al boxeo casi de rebote. Contadora titulada, dejó su trabajo en 2004 "porque me gustó el kickboxing". ¿Qué le llamó la atención? "Era una chica agresiva. Tenía puros amigos hombres y casi todos los días peleaba. Todos nacemos con un grado de violencia y la vamos controlando cuando vamos creciendo. Como sigo haciendo kickboxing, hay que apelar al control mental cuando boxeas, no querer pegar una patada". De hecho, el 24 de mayo tendrá en México una pelea clasificatoria para el título mundial de kickboxing.
El cuidado del físico también le ayudó. "Cuando chica era gordita, sedentaria, pesaba 90 kilos. Después que me titulé entré a un gimnasio y conocí a Pardo. El gimnasio fue para estar en forma, pero el kickboxing fue un reencuentro con mi niñez. Ahora soy más segura, antes no me gustaba mi cuerpo. Y no es que sufriera, pero es difícil tener una vida con sobrepeso", relata la Crespita.
La falta de competencia en el kickboxing la llevó al boxeo y en 2010 tuvo su primera pelea en Santiago, ante la argentina Natalia Burga. Fue un triunfo por decisión unánime, tras cuatro rounds. El inicio de un camino que, por ahora, no se le ve fin. "Esto es mi vida. Me gustaría morirme haciendo boxeo, quiero vivir de esto, ser entrenadora, que haya más chilenos campeonas y campeones mundiales. La gente cree más en el boxeo y en mí, aunque es más difícil por ser mujer", dice.
¿Temor? "No tengo miedo de ninguna secuela física. En otros deportes también hay golpes. El boxeo está estigmatizado por los golpes, pero cuando suceden casos graves y hasta muerte de algunos es porque ellos se han cuidado mal. Por ejemplo, pierden agua excesivamente para estar dentro del peso y eso termina afectándoles. En lo personal, no tengo miedo, no hay nada escrito sobre que el boxeo sea culpable de algo. Esto es un trabajo", asegura.
Y como trabajo, hay que buscar recursos. Le faltaron al inicio y los que siguen faltando ahora. "Al partir no tenía plata ni para la micro, entrenaba con zapatillas rotas", recuerda Rodríguez. Eso generó una duda vocacional: "A la mitad de mi carrera pensé en trabajar como contadora y tener un sueldo seguro, pero Claudio me pidió no abandonar. No quise ser cobarde y no me arrepiento".
Pese a los triunfos, el apoyo sigue escaseando. "Casas Prefabricadas Buin es mi único sponsor. Es lo feo de esto, no tener las lucas. Por eso casi me nacionalizo argentina", cuenta. Y aclara que "ya no lo sigo pensando, aunque esa puerta sigue abierta. No quiero nacionalizarme, pelear es un beneficio para Chile. Todos están orgullosos de mí".
Es justamente Chile su gran deuda, dice. Aunque ya peleó en Constitución por el título de la WIBA, quiere traer un combate mundial a Santiago. "Me encantaría pelear ahí, pero Claudio decide. Tenemos plazo hasta el 19 de julio para hacer una defensa de la WIBA y después queremos ir por otro cinturón", explica Rodríguez. ¿Retiro? "Cuando tenga los tres faltantes pensaré en retirarme, pero tengo para seis años más".