Al igual como sucedió con Watergate, hace 44 años, los cuarteles del Comité Nacional Demócrata (DNC), en Washington, volvieron a ser blanco de un ataque. Pero a diferencia del escándalo de espionaje republicano de 1972 que derivó en la dimisión del Presidente Richard Nixon, esta vez la intrusión en las oficinas demócratas habría sido obra de hackers rusos. Y el objetivo, según la CIA, habría sido interferir en las elecciones presidenciales de EE.UU., con la intención de ayudar a que el republicano Donald Trump ganara.
"No creo que estas cosas ocurran en el gobierno ruso sin que Vladimir Putin lo sepa", reconoció Ben Rhodes, principal consejero del Presidente Barack Obama, pocas horas antes de que el propio mandatario norteamericano anunciara "medidas" ante los ciberataques rusos. Pero el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, calificó de "absurdas" las acusaciones.
Desde septiembre de 2015 que el FBI ya sabía de actividad sospechosa en los servidores del Partido Demócrata, según le dijo a The New York Times Yared Tamene, un contratista de apoyo tecnológico para el DNC. El agente especial del FBI Adrian Hawkins había llamado ese mes a las oficinas demócratas para alertar de que al menos un sistema informático perteneciente al comité había sido infiltrado por los hackers que los investigadores federales apodaban como "The Dukes", un equipo de contraespionaje vinculado al gobierno ruso.
Según el Times, el FBI conocía perfectamente a "The Dukes". Los investigadores federales habían pasado los últimos años tratando de mantenerlos alejados del sistema de e-mails no confidenciales de la Casa Blanca, del Departamento de Estado e incluso del Estado Mayor, una de las redes más protegidas del gobierno norteamericano.
Hawkins llamó varias veces durante semanas, pero Tamene no reaccionó de inmediato. "Yo no tenía medios para distinguir si la llamada telefónica que recibí era un 'engaño'", escribió Tamene en un memorando interno, obtenido por el Times.
En un artículo titulado "El arma perfecta: Cómo el ciberpoder ruso invadió a Estados Unidos", el diario norteamericano señala que un grupo de hackers penetró a las computadoras del DNC y robó los correos electrónicos. Según funcionarios de inteligencia, en el operativo participaron el Servicio Federal de Seguridad ruso (ex KGB), a través de los grupos de hackers conocidos como Cozy Bear y The Dukes, y la agencia de inteligencia militar rusa GRU, por medio del grupo Fancy Bear.
La información robada fue filtrada a un hacker conocido como Guccifer 2.0, presuntamente agente del GRU y a DCLeaks.com, un sitio web creado específicamente para las elecciones. Eventualmente la información llegó a manos de WikiLeaks que se encargó de divulgarla más ampliamente.
Los hackers rusos tuvieron acceso, por ejemplo, a la cuenta de Gmail de John Podesta, jefe de campaña de la candidata demócrata Hillary Clinton, y a un inmenso número de correos electrónicos, en total unos 60.000. Las últimas semanas de la campaña, los demócratas tuvieron que ver, sin poder hacer mucho, cómo sus e-mails internos y las estrategias mejor guardadas, eran publicadas en muchos medios alrededor del mundo.
"Lo que comenzó como una operación de obtención de informaciones, según las autoridades de inteligencia, al final se transformó en un esfuerzo por perjudicar a una candidata, Hillary Clinton, e inclinar la elección para su adversario, Donald Trump", escribió el Times.
Según Univisión, no fue hasta junio que funcionarios del DNC y sus abogados se reunieron con el FBI. Allí le pidieron hacer público el descubrimiento de que no era cualquier hackeo, sino "espionaje extranjero". En octubre, cuando solo quedaban semanas para la votación, las mayores agencias de inteligencia culparon a Rusia por el hackeo.