Con sus trajes manchados y sus rostros llenos de hollín, los aprendices realizan los últimos ajustes a la máquina a vapor en la maestranza de ferrocarriles San Eugenio. Construida hace 101 años en Viña del Mar, la mejoran para que todo salga según lo establecido en un guión que apela a la nostalgia: mañana, a las 11:30 horas, la vieja estructura realizará dos cortos viajes desde Estación Central hasta Maipú. Apenas 11 kilómetros, abiertos para todo el público, que sirven para conmemorar el Día del Patrimonio Cultural.
El imponente convoy busca reeditar la función que cumplía hasta principios de la década de los 80, cuando circulaba por la zona de Concepción, en los ramales de Lebu a Los Sauces y Angol. Su esplendor se acabó con el ingreso de la tracción diésel: las nuevas maquinas eran mucho más rápidas y la mantención más barata. La locomotora a vapor quedó estacionada en la maestranza San Eugenio para no volver a salir hasta hace algunos años, cuando fue restaurada para viajes turísticos.
Detrás de la mantención de la añosa máquina está Héctor Ruz (41), uno de los tres maquinistas con licencia para conducir trenes a vapor que existe en Chile, aunque para que no se pierda la tradición enseña a dos voluntarios sus conocimientos.
De profesión químico industrial, Ruz llegó a los 19 años al mundo de los trenes. Comenzó como asistente de camarero, recolectando boletos. Años más tarde ingresó al departamento de tracción, donde aprendió el trabajo de maquinista. "Este es un sentimiento que uno tiene desde que eres niño, de que te gusten los trenes. Además, mi abuelo era ferroviario y su hijo, mi tío, también lo era. Sin embargo, nunca pensé que iba a llegar a trabajar aquí", cuenta.
Aprendices de historia
Actualmente, hay dos máquinas a vapor completamente operativas: además de la de Santiago, que será abierta mañana, hay una que funciona para trayectos turísticos en Valdivia. Estos servicios los realiza Ferrocarriles del Estado (EFE) en conjunto con las asociaciones de patrimonios ferroviarios. "Este es un patrimonio, es parte de la historia de Chile, es nuestra columna vertebral", agrega Ruz.
Cristian Antiqueo (32) es uno de los voluntarios que decidió seguir a Ruz y aprender el arte de manejar la locomotora a vapor. "Desconocía totalmente el mundo de los trenes, había andado dos veces en toda mi vida, pero cuando comencé a trabajar acá me empecé a encantar", dice. "Cuando me ofrecieron aprender a manejar esta máquina, me dio curiosidad saber cómo se iniciaron los ferrocarriles en el mundo y acepté", agrega.
Al igual que él, Claudio Pradenas (30), otro de los aprendices, reconoce que se enamoró de este trabajo porque "me entusiasmó aprender a usar esta locomotora, porque me pareció novedoso y tiene mucha mecánica que es lo que a mí me encanta".
Ruz, su profesor, valora el trabajo que realizan: "Me siento orgulloso, porque soy parte de la historia y eso me entusiasma, porque es bonito ver a la gente que se emociona al ver este tipo de trenes circulando".