Buenos Aires se ve cada vez más cerca. Cada kilómetro recorrido es uno menos para llegar al final del arcoíris, donde está enterrado el preciado tesoro, aquel reservado sólo para los duros que logran vencer el desierto más árido del mundo y se han graduado como auténticos tuaregs sudamericanos. Y, en el Dakar 2015, hay un grupo de chilenos que, siendo la tercera generación de pilotos de rally cross country, se ha tomado por asalto la herencia dejada por Carlo de Gavardo, capitalizada por Francisco López, y que este grupo de competidores ha hecho posesión efectiva.
Año a año, los nacionales se van convirtiendo en protagonistas de la carrera. Por un lado, tras siete ediciones del Dakar en Sudamérica, y pasando por Chile, la base de competidores nacionales ha aumentado, no tanto en cantidad -se sabe que la empresa de correr esta prueba es de alto costo- como en calidad de quienes se lanzan a esta aventura tuerca.
Prueba de que los chilenos llaman la atención fue la incorporación de Jeremías Israel como piloto oficial del emergente equipo Honda, mientras Pablo Quintanilla se convirtió en miembro support del poderoso KTM.
Más allá de que el primera quedara apeado ayer, para ceder repuestos a un compañero, y de que el sanantonino haya perdido provisoriamente el podio en Motos, ambos ya cumplieron con las expectativas que en sus respectivas tiendas tenían.
"Jeremías es, realmente, un piloto fuerte. De verdad, muy rápido. Para nosotros es muy importante para la estrategia, ayudó a Joan y Paulo, especialmente en Chile. Ha sido muy inteligente de no presionar demasiado. Estamos felices con él", resume Marino Bianchi, team manager de la escudería del ala dorada respecto de Israel, mientras que Alex Doringer, el mandamás del área competición de KTM afirma, respecto de Quintanilla, que "Pablo es un talento, y tiene el apoyo de gente que trabajó con Chaleco (López), que entienden muy bien cuáles son las herramientas necesarias para prepararse y alcanzar el ritmo, para aprender cómo proyectar el Dakar".
Puras flores para ambos, más allá de lo que ocurra en los pocos kilómetros de carrera que quedan.
Y si bien algunos en esta edición decepcionaron, como Daniel Gouet y Claudio Rodríguez, pilotos casi íntegramente independientes como Patricio Cabrera logran destacar a pulso. Hulk, en su tercera participación casi sin apoyo y asistido por su familia, logra destacar y convertirse en el segundo mejor chileno de la general de dos ruedas, y el Francisco Errázuriz, el más joven de la comitiva nacional, muestra positiva evolución.
En Quads, más allá de Ignacio Casale, siempre hay un nacional entreverado en los top de la etapa y la general: Víctor Gallegos viene fuerte, pero también Ricardo Vinet y Sebastián Palma muestran su valía en máquinas más pesadas.
Buena parte de los nueve mil kilómetros ya han sido recorridos. Y, en ellos, los talentos chilenos han comenzado a florecer. Los herederos toman el control del recambio, adueñándose del desierto. Dunas que ncontraron con las huellas de De Gavardo y López y que ahora, por fin, comienzan a ser conquistadas en plenitud por quienes toman las lecciones de los ahora veteranos que les abrieron la ruta.