Los héroes de la historia, según Paul Johnson
Tomas Moro, Isabel I, Churchill, De Gaulle, Reagan y otras figuras que no provienen del mundo político son incluidos por Paul Johnson en Héroes. El libro acaba de llegar al país y tiene un tono que está más cerca de la crónica periodística que de la densidad del análisis histórico.

"Nosotros pocos, nosotros pocos felices, nosotros grupo de hermanos", es quizás uno de los pasajes más conocidos de la obra shakespeariana. En él se relata uno de los momentos más álgidos de la batalla de Agincourt, cuando en 1415 Enrique V de Inglaterra arenga a su ejército de apenas 6.000 hombres. Frente a ellos, 14.000 soldados franceses los esperan para la batalla, pero gracias a la astucia del joven monarca británico, los galos fueron atraídos a un lodazal y prácticamente aniquilados.
"Contra todo pronóstico, fue una victoria aplastante que situó a Enrique V inmediatamente como el general más grande de Europa", escribe el historiador británico, Paul Johnson, en su libro Héroes, de reciente publicación en español. En 300 páginas, el autor de Tiempos Modernos e Intelectuales retrata las vidas de más de 30 personajes que, por distintos motivos, merecen ser considerados héroes de sus respectivas épocas.
Al igual que Enrique V, muchos de ellos destacaron por sus capacidades para liderar, aunar voluntades y pelear junto al resto de sus "hermanos en armas". Sus impensadas conquistas y proezas militares los colocaron en sitiales destacados de la historia. Pero también están aquellos que, sin tomar directamente las armas, supieron conducir a sus países a la victoria en largos y desgarradores conflictos bélicos. Entre los primeros están los casos de Alejandro Magno, Julio César, George Washington o Lord Nelson; entre los segundos, Lincoln, Churchill y De Gaulle. Johnson los retrata en capítulos breves, de lectura amena, más cercanos a ejercicios periodísticos que a sesudos análisis históricos.
Pero el panteón heroico de Johnson no se agota en los caudillos militares. También están quienes supieron encarnar y defender, hasta las últimas consecuencias, principios morales que el autor considera esenciales en Occidente. Tomás Moro es un buen ejemplo: enfrentado a decidir entre su lealtad al rey y a la Iglesia Católica, prefiere lo último, y su vida termina siendo el precio de su elección.
Según Johnson, Moro, el tercer hombre más importante del reino, por su cargo de Lord Canciller, "apoyaba con vehemencia" la autoridad de Enrique VIII, pero creía que ésta debía desempeñarse de acuerdo a las "leyes naturales". "Con esa misma pasión se ponía en contra de ella (la autoridad real) si asumía la forma de una tiranía". Así, cuando Moro desafía a Enrique VIII y no le reconoce como "cabeza de la Iglesia… estaba rechazando una idea falsa de la monarquía". Esta posición, según el historiador, "se basaba en los principios de la moralidad absoluta" y convierten a Moro en uno de los héroes de "la más alta categoría".
Es en los perfiles de heroínas donde se pueden adivinar las afinidades ideológicas de Johnson. La Reina Isabel I de Inglaterra cristaliza su ideario político, al ser consciente de que es mejor no tomar una decisión a tomar una incorrecta, pues "el cambio es siempre arriesgado y puede llegar a ser desastroso". Tal habría sido uno de los lemas que la monarca siguió durante los 45 años de su reinado. Para Johnson, Isabel "no tenía ideología. Era una conservadora empírica".
De los contemporáneos, tres son los que despiertan todas las simpatías del autor: Ronald Reagan, Margaret Thatcher y Juan Pablo II. Son héroes por haber sido los artífices de la derrota definitiva del comunismo. Esta "Santísima Trinidad" tuvo el mérito de eliminar al imperio soviético "como una maligna fuerza mundial". Pero Reagan y Thatcher también fueron políticos pragmáticos que supieron negociar, cuando había que hacerlo, y también ser duros. Según Johnson, volvieron a colocar a sus países en una senda de la que nunca debieron haber salido: la de la confianza en sí mismos y de las virtudes que hicieron grande a Isabel I. Se trata de un camino similar al que habría seguido en Chile Augusto Pinochet, amigo personal de Johnson, a quien el inglés dedica breves pero elogiosas líneas.
¿Hay espacio para héroes en la actualidad? La respuesta del historiador es afirmativa. De hecho, no son muchos los rasgos que se requieren para ser uno: "Independencia de pensamiento", "actuar con determinación y coherencia", "ignorar todo lo que transmitan los medios de comunicación" y, por último, "actuar con valentía personal, sean cuales sean las consecuencias". Allí radica la esencia del heroísmo y, como sugiere Johnson, no hay que ser alguien muy especial para aspirar al mismo.
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