Llevaban años soñando con ese día, aguardando el momento, pero la tarde de su ansiado debut profesional en Primera los ánimos no estaban para festejos. El primer paro en la historia del fútbol chileno se había sellado días antes, de manera que aquel 14 de septiembre de 1997, hace hoy 20 años, por la sexta fecha del Clausura, simplemente saltaron a la cancha y jugaron. Muchos no querían, pero no tenían elección. Uno no acostumbra a elegir su debut y el de ellos tenía que ser precisamente ése. Nunca antes se había disputado en Chile una fecha de un torneo de Primera íntegramente con juveniles. Ni nunca volvería a repetirse. Pero tampoco han vuelto a coincidir en un mismo día tantos estrenos sobresalientes.
Aquel histórico paro convocado por el Sifup, presidido entonces por Carlos Ramos, venía gestándose hacía tiempo. El descontento por las condiciones laborales -tanto en Chile como en el extranjero- era evidente al interior del gremio. "La huelga se generó básicamente por el rechazo que tuvieron los clubes a la presentación de un convenio colectivo", explica hoy, de manera sintética, Carlos Soto, futbolista y capitán de Santiago Morning en 1997, pero también director del Sifup, organismo que comenzaría a presidir al año siguiente. Y prosigue, en relación al petitorio de 39 puntos que figuraban en aquella inédita demanda: "Se buscaba un equilibrio en la relación laboral entre clubes y jugadores. Se pedía que el jugador quedara libre a los 23 años y que firmara un contrato una vez que jugara 10 partidos como profesional; que se pagaran cotizaciones previsionales; que se escrituraran los contratos y que el jugador tuviera un porcentaje en la transferencia. Ésas fueron las primeras reivindicaciones, y creo que eran absolutamente legítimas".
Pero el acuerdo con las dirigencias de los clubes y con la ANFP (presidida por Ricardo Abumohor) jamás llegó a alcanzarse, de manera que los días 13 y 14 de septiembre de 1997 los pastos de las canchas de Primera en Chile se llenaron de juveniles. Con algunas excepciones, pues Deportes La Serena alineó a Héctor Sola, jugador del primer equipo; Cobreloa, a César Bravo; Huachipato, a Ricardo Viveros: y Puerto Montt, aduciendo que era incapaz de conformar una oncena con futbolistas no profesionales, a Francis Ferrero y Sandro Velasco, dos flamantes refuerzos argentinos.
La afluencia de público fue bastante baja y tan sólo en un encuentro se logró rebasar la barrera de los 10.000 espectadores. Pero porque aquel partido no era, a fin de cuentas, un partido corriente, sino el primer clásico de la historia disputado entre Católica y Colo Colo en San Carlos de Apoquindo. Y aquel doblemente histórico 14 de septiembre en la precordillera, los juveniles cruzados aplastaron a sus homólogos albos por 4-1. Cristian Alvárez, Milovan Mirosevic, Jorge Acuña y Patricio Ormazábal vistieron por primera vez la casaquilla cruzada en el profesionalismo. Luis Ignacio Quinteros, Nico Córdova y Alejandro Escalona se estrenaron también aquella tarde en el primer equipo colocolino.
"Yo lo recuerdo con cariño porque fue el primer partido en que nos sentimos profesionales, pero mi sensación de debut fue dos o tres semanas después, al debutar ya con el primer equipo. Pero si algo tuvo de bueno aquel paro de futbolistas, fue ese debut. Muchos de los que jugaron ese día, llegaron después a ser jugadores de Primera", confiesa el Milo, retirado en agosto.
En la banca de la UC, sentados al lado de Mirosevic, recién llegados del Mundial Sub 17 en Egipto, se encontraban también ese día los hermanos Álvarez; Iván y Cristian. Iván, que no llegó a saltar a la cancha, no duda en tildar aquel estreno masivo de juveniles en primera como "un debut agridulce". "Lo ideal cuando tienes un estreno en un primer equipo es rodearte de los jugadores más grandes, de los referentes de ese equipo. Pero aquí no tenías al lado a Gorosito, ni a Mario Lepe, sino a compañeros que habías conocido siete años atrás", dice. Pero su hermano Cristian, actual capitán de la UC y uno de los pocos supervivientes de aquella extraña fecha que continúan activo, afirma: "Uno siempre quiere debutar con los adultos, pero ésta también es una bonita forma. Debutas con tu generación, con tus amigos y encima le ganas a Colo Colo en San Carlos. La situación era complicada, y aunque a los del primer equipo sí que los presionaban para jugar, querían que nosotros jugáramos. Y por culpa del paro debutamos, pero creo que nos aprovechamos de eso".
Pablo Contreras, legendario defensor de Colo Colo y la Selección tenía 19 años. Y aunque no duda en calificar el rendimiento albo aquella tarde como "paupérrimo", realiza también un balance positivo: "Sin duda que había presiones por parte de los líderes de Colo Colo, pero el club decidió jugar. Y aunque fue ingrato el contexto en que se dio, los réditos que sacó el club fueron muy grandes. Aquel paro marcó un punto de inflexión en el país".
Aquel domingo, Cobreloa ganó a un Palestino que presentó en sociedad a Roberto Ávalos, en Calama; y Huachipato (con Cristián Reynero y Mario Salgado como debutantes ilustres) a la U en Santa Laura. Una U en la que se estrenaron, entre otros, Marco Olea, Jorge Guzmán y Gamadiel García, un líder sindical en ciernes convertido aquella tarde en rompehuelgas. "El presidente (René Orozco) estaba en desacuerdo en que se jugara con juveniles. Entonces no nos concentramos, pero nos llamaron el mismo día del partido para decir que Huachipato se presentaba. Nos citaron una hora antes del partido y lamentablemente nos tocó jugar. Nosotros estábamos de acuerdo con el paro, así que se puede decir que mi debut en Primera fue contra mi voluntad. Debuté obligado", sentencia el hoy presidente del Sifup.
No todos aquellos estrenos tuvieron un final feliz. Y no deja de resultar doloroso echar la vista atrás a aquella formación de la UC y encontrarse con el nombre de su capitán, Mauricio Villanueva, quien anotó el tercer gol, se llevó la jineta a casa y quien hace sólo dos meses, en el 20 aniversario de aquel maravilloso debut, decidió quitarse la vida a los 39 años.
Dos decenios después de aquel 14 de septiembre de 1997 en el que una huelga alumbró, casi por accidente, a toda una generación de profesionales, el Estatuto Laboral del Futbolista, aprobado este mismo año, vela ahora por los derechos de los jugadores y los de los futuros hijos del paro.