Disfrazada, con una peluca, con pasaporte falso y fingiendo ser una turista española, Alina Fernández Revuelta -la hija extramarital de Fidel Castro y Natalia Revuelta- llegó hasta el Aeropuerto de La Habana, tomó un avión rumbo a Madrid y partió al exilio. Era diciembre de 1993. Al conocerse la noticia en todo el mundo y tras instalarse en Miami, la mujer comenzó a ser conocida universalmente como la "hija rebelde" de Fidel Castro, una descripción que ella misma usó en su autobiografía, publicada en 1997.
Dos décadas después, son cada vez más los hijos de dirigentes del gobierno cubano que han dejado la isla para instalarse en Estados Unidos. Pese a ser "hijos o nietos de la Revolución", decidieron abandonar su país por múltiples razones, desde discrepancias políticas, en busca de una nueva vida, para huir de la precaria situación económica o para buscar un mejor futuro para sus familias. O tal vez porque, como una generación posterior, no alcanzaron a sumarse al proyecto que encabezaron sus padres. De la misma forma como lo hizo Svetlana Alliluyeva, la hija de Josef Stalin, quien pidió asilo en Estados Unidos en 1967, donde murió en 2011.
Después de Alina Fernández el caso que más ha dado que hablar es el de Juan Juan Almeida, el hijo del popular comandante histórico de la Revolución, fallecido en septiembre de 2009. Juan Juan dice que él era parte de los privilegiados, de los hijos de los dirigentes. El incluso llegó a vivir en la casa de Raúl Castro, ya que era muy amigo y compañero de secundaria del hijo del actual Presidente cubano, Alejandro.
Debido a una enfermedad degenerativa que sufre, espondilitis anquilosante, había pasado algunas temporadas en Bélgica, Estados Unidos y México, para tratarse. Pero en 2003 fue acusado de desvíos de fondos de inversionistas, tráfico de tabacos y participación en una red que proporcionaba pasaportes y visas ilegales a ciudadanos cubanos para entrar en México. Ya no hubo marcha atrás después de publicar un libro que no fue bien visto en La Habana: Memorias de un guerrillero cubano desconocido.
Desde 2004 las autoridades le impidieron salir del país para hacerse su tratamiento. Su padre, pese a haber sido vicepresidente del Consejo de Estado y nombrado Héroe de la República de Cuba, no intervino. Raúl Castro "se encargó de minar la relación con mi padre", dijo Juan Juan a La Tercera y recordó que fue echado por las autoridades de su funeral. Almeida denunció su situación e incluso llevó adelante una huelga de hambre durante 69 días. Finalmente en septiembre de 2010 pudo viajar hasta México y de ahí a Miami para reunirse con su familia donde vive hasta hoy.
Ramiro Valdés, quien fuera el poderoso ministro del Interior y actualmente es vicepresidente del Consejo de Estado y del Consejo de Ministros, también vio la partida de sus hijos. Uno de ellos, Ramiro, salió del país en 1995. Estuvo viviendo durante 12 años en España, y en 2007 se instaló en Miami. Su verdadera travesía no fue salir de la isla, sino que lograr el permiso para que su esposa y su hija pudiesen reunirse con él, algo que consiguió tras una batalla de dos años.
Más reciente es el caso Glenda Murillo Díaz, quien en agosto de 2012, cruzó de México a Estados Unidos. La joven, de 26 años, se instaló en Tampa, Florida, acogiéndose a la Ley de Ajuste Cubano, que le otorga residencia a los isleños. Sería una historia más si no fuese por el hecho de que es hija de Marino Murillo, conocido como el "zar de las reformas" en Cuba, vicepresidente del Consejo de Estado.
Y como éstos están los casos de Raquel Serguera, hija de Jorge Papito Serguera, conocido como el "fiscal de la Revolución", o Josué Colomé Vázquez, hijo del actual ministro del Interior en Cuba, Abelardo Colomé Ibarra, Furry, quien cruzó de México a Texas y llegó a Miami a fines de febrero pasado.
Hace dos años el escritor cubano Norberto Fuentes, quien vive en EE.UU., escribió que la salida de los hijos de dirigentes es "una tropita que va creciendo. Y que augura dos cosas: una formidable, visceral lucha por el poder dentro de Cuba cuando los papás desaparezcan, a la vez que la sonriente perspectiva de que el entendimiento entre los que se quedan allá como los que arriban a las playas del capitalismo, sea tan rápido como fácil. En definitiva, son los mismos".
Vea la nota del regreso de Alina Fernández Revuelta a Cuba en el siguiente enlace: