"Pensé tres veces en renunciar en esta semana", confiesa Ítalo Larrondo, uno de los principales mecánicos del equipo Movistar Motorola Honda Racing para el Rally Mobil. "Es harta la presión que hay en cada carrera del rally", agrega.
Y no sólo los fines de semana de competencia. "Nos volvemos al taller, desarmamos el auto completo y revisamos que todas las piezas estén bien. Y después volvemos a armar, a probar todo, a ver que todo quede correcto. Entre eso y las pruebas que hacemos se nos va el mes entre cada fecha", comenta Sergio Vera, jefe técnico del equipo Chevrolet Kovacs y uno de los más antiguos del campeonato, con 12 años y 44 totales en el motorsport.
En ese tiempo pueden pasar casi todo el día trabajando. "A veces estaba 15 horas en el taller. Me levantaba a las seis y volvía a casa a las nueve de la noche", recuerda el argentino Walter Falco, del Entel Sony Xperia. Y eso termina por resentir las relaciones personales.
Así, no es sorpresa que la soltería o la separación sean los estados más recurrentes. El transandino de 55 años y 16 de carrera es una de las excepciones: "Mi señora nos acompaña en los rallies y nos cocina. Entre separarnos y esto, prefiero esto", dice. Y no es para menos: "Entre WRC, el Argentino, Rally Mobil y el Sudamericano, vi 60 días en un año a mi señora".
"Se pierden fechas familiares, reuniones, se echa de menos. ¿Botar todo esto? Varias veces se piensa, pero la pasión es más fuerte", explica Larrondo, de 30 años y nueve en el rally.
"Manda mucho la pasión acá, te tiene que gustar mucho. No hay horario, se alarga el trabajo y te olvidas del resto", agrega Vera. "Es una de las cosas que le enseño a los que llegan a esto, estar dispuesto al sacrificio", agrega.
Otra cosa es la presión del trabajo. En media hora, el mecánico debe ser capaz de arreglar todo. Ellos llegan dos horas antes que los pilotos y no se van hasta que el trabajo esté finalizado.
"El mecánico tiene la presión no sólo de trabajar en poco tiempo, sino que de hacerlo bien. Si dejas un perno suelto en una rueda, puede haber un accidente", apunta Falco, quien hace un análisis de los profesionales chilenos.
"El argentino es muy apasionado y quiere hacer todo rápido, a diferencia del chileno. No es que sea peor, pero el argentino prefiere terminar rápido para irse temprano; el chileno no se complica y si puede alargarse hasta medianoche, lo hace", comenta el cordobés. ¿Y el nivel técnico? "Es muy bueno".
Para pulirse, se planea dar el próximo año un curso en el instituto AIEP de Concepción, bajo la supervisión de Jorge Riquelme. El líder de la R2 estudia mecánica automotriz y viajará a Europa a fin de año a un curso de especialización. Con eso podrá dictar un diplomado de un semestre de mecánica para competición.
"Sueño con que haya especialistas. Tenemos la materia prima, muy buenos trabajadores, pero faltan las herramientas", dice.