Hubo un tiempo en que partir de viaje con mochila al hombro era significado por defecto de alojar en lugares a la altura de la aventura, vale decir, por poca plata. Hablamos en muchos casos de piezas compartidas entre seis, ocho e incluso doce personas, con mala ventilación en verano y calefacción paupérrima en invierno, sábanas sospechosas y en los casos más extremos colchones con resortes salidos y nidos de pulgas. Y mejor ni pensar en los baños, donde siempre era mejor pasar por alto cualquier prueba de higiene básica y rezar al santo de turno, para que el agua saliera a lo menos tibia y en flujo frecuente.
Nada importaba con tal de ahorrar unos pesos y con eso pagar comida, cervezas, un viaje en bus, o la entrada a algún sitio de interés. Y sobre todo por la posibilidad de conocer a otros trotamundos, para reírse en conjunto de las miserias y encontrar nuevas nuevos compañeros de viaje.
Hoy, por el bien del turista con espíritu juvenil, el mercado de los hostales y el concepto de los mismos están cambiando de manera radical. La industria apunta al concepto de "hotelería democrática", es decir, entregar comodidades similares a la de un hotel, pero sin perder la esencia que hace a los hostales irresistibles: el precio y su diversidad.
Hablamos de espacios diseñados por profesionales reconocidos, con cuidados detalles en la limpieza y comodidad en las habitaciones, -que en su mayoría siguen siendo compartidas-, pero que huelen siempre bien, son seguras y sus colchones y sábanas están siempre impecables para garantizar un buen descanso.
El esfuerzo también está puesto en las áreas comunes, que pueden contar con un bar, restaurant, y grandes áreas de relajo adecuadas para conocer gente, un aspecto clave de este tipo de alojamientos.
La mayor cantidad de ejemplos de este tipo de hostales, que se ha masificado esta década, viene de Europa, principalmente ciudades como Londres, Estocolmo, Berlín y Ámsterdam, desde donde se está extendiendo a Barcelona, París, Budapest, Dublín, Copenhague, Viena, Praga, Roma, Milán y Venecia.
Hoy, son al menos cinco cadenas importantes que cuentan con hostales en distintas ciudades de ese continente entre las que destacan Plus, Meninger y Generator. A eso se suman varias propuestas independientes de uno o dos hostales.
Generator (www.generatorhostels.com), grafica bien este boom. Es uno de los pioneros de esta industria y el que más ha crecido últimamente. Nació el año 1995 como el proyecto de una familia londinense de hacer un hostal para mochi leros con precios asequibles en una ciudad famosa por sus elevados costos, pero sin renunciar a la calidad del servicio. Su éxito hizo que lo comprara un grupo de inversionistas, el cual apostó por expandir más allá de las fronteras anglosajonas. Hoy ya son 12 sedes y ya tienen puesto los ojos en Estados Unidos, específicamente en Miami.
"Trabajamos para dar calidad en todos los sentidos, sin perder nunca el espíritu local, por ejemplo en nuestros desayunos encuentras el pan de una panadería vecina que nos lo trae recién horneado, nuestro bar ofrece cervezas artesanales y café expreso de primera calidad. Acá ves también que cada pieza de diseño tiene una historia que lo une con la ciudad", dice Fabio Moccia, gerente general de Generator Venecia, entregando algunas claves de su éxito en la ciudad de las góndolas, donde la ocupación es total durante casi todo el año. Esto por cierto se replica en todas las ciudades en donde se encuentra esta cadena y por eso es importante reservar con semanas de anticipación, principalmente en temporada alta.
El espíritu local queda de manifiesto en este alojamiento veneciano, que antiguamente fue una fábrica procesadora de granos en las orillas de la isla Giudecca, ubicada sólo a una estación que la une en vaporetto con la Plaza San Marcos, lo que por cierto da a sus habitaciones una vista envidiable. La ambientación fue encargada a la oficina canadiense "The Design Agency" y enter sus numerosos detalles están las repisas de boticario rescatadas del olvido, cortinas de terciopelo de la firma veneciana Rubelli y cientos de antigüedades que se mezclan con esculturas de diseño escandinavo.
¿Cuánto cuesta tanto lujo? Diez mil pesos chilenos por noche en pieza compartida de siete camas.
Otro ejemplo de esta nueva apuesta es la del hostal Maverick City Lodge de Budapest (www.mavericklodges.com), ubicado en el muy de moda distrito 7, conocido también como el barrio judío, en donde se encuentran los bares y restaurantes más populares y taquilleros de la capital húngara.
En un edificio también renovado y siguiendo un estilo de diseño moderno, este lugar da espacio a habitaciones privadas y compartidas, la mayoría con baño privado, y tienen el restaurant "Fat Mama" especializado en parrillas, un bar y elementos clásicos de los hostales como una amplia cocina muy bien equipada, que permite a los visitantes preparar su propia comida. También hay disponible café de grano y distintas variedades de té gratis durante toda la estadía, todo por menos de siete mil pesos por noche.
Holanda por su parte se ha transformado en otro gran exponente de los hostales de lujo, entre ellos, King Kong (www.kingkonghostel.com) en Rotterdam, que ha ganado premios de diseño y también de plataformas de búsqueda y reserva como Hostelworld, como el mejor de los países bajos. En Ámsterdam está Ecomama (www.ecomamahotel.com), que tiene una propuesta "eco- friendly", que va más allá del diseño y la comodidad. Eso significa que los muebles fueron construidos bajo concepto de comercio justo con los proveedores, hay un uso eficiente del agua y de electricidad, además de un correcto sistema de reciclaje. Para rematar, por cada noche de estadía pagada, un euro va en beneficio a la educación de los niños de Guatemala. Difícil encontrar un mejor representante de la cultura primermundista bienpensante.
Todos estos ejemplos se están convirtiendo en los modelos en una industria que ya no quiere ser mirada como el reducto de alojamiento de sólo para mochileros quebrados, sino que quiere crear alternativas para las nuevas generaciones de viajeros, esos que buscan pasarlo bien, pero a los que ya el cuerpo -y la dignidad- no los deja dormir en cualquier parte.