Los inventos de Guede pasan la cuenta

Pablo Guede suma y suma problemas en Colo Colo. La lista de lesionados crece cada semana sin parar, mientras que los contusos se recuperan más lentamente de lo que él espera, situación que le tiene enfrentado con el cuerpo médico. Todo esto ocurre a sólo cuatro días del Superclásico ante Universidad de Chile, este sábado, a las 12 horas, en el Estadio Nacional.

Si al hospital en que se ha transformado el Cacique se le agrega que futbolísticamente perdió el rumbo en los últimos dos partidos, el panorama es aún más complejo. En dos fechas despilfarraron una excelente cuenta de ahorro, luego de empatar sin goles con Huachipato, en el Monumental; y caer en Cavancha frente a Deportes Iquique, por 3-2, cediendo el invicto y el liderato en favor de los Dragones Celestes.

¿Qué le pasó al conjunto de Pedreros? Si bien son varios los factores que han mellado el contundente andar que marcó en las primeras fechas, el denominador común de este bajón es el propio técnico, debido a los problemas físicos de sus dirigidos y a otras decisiones, al menos, cuestionables.

El mismo argentino lo reconoció el domingo tras caer ante el cuadro de Jaime Vera: la intensidad de las prácticas están pasando la cuenta. "Jode, la palabra es que jode. Lo analizamos. Hay lesiones que no las puedes evitar, la gran mayoría, también por la alta intensidad con que entrenamos", comentó el jueves pasado.

El asunto es que a veces ni siquiera tiene que ver la intensidad de los entrenamientos. Guede, quien evita referirse a sí mismo como un DT de ideas revolucionarias, aunque varias veces actúe como tal, gusta de realizar entrenamientos recreativos los días viernes.

Pues bien, el viernes 24 de febrero, el estratega transandino organizó una jornada de fútbol burbuja. Esta actividad consiste en que los jugadores se introducen dentro de balones gigantes y al chocar entre sí rebotan fuertemente. En esto estaban aquella mañana cuando Fernando Meza rebotó al hacer contacto con otros compañeros, cayendo de mala manera. "Sufrió un esguince del ligamento colateral medial de la rodilla izquierda", fue el parte médico del club sobre el defensa.

Por otra parte, el mismo DT reconoció que debió sacar antes a Pedro Morales del partido ante Temuco, porque lo estaba sobreexigiendo. Lo mismo con Luis Pedro Figueroa, ante Huachipato. "Ahí podría ser una negligencia mía, porque lo apuré para que jugara, por suerte no se rompió", dijo.

El último caso fue Jaime Valdés, quien ni siquiera viajó a Iquique. El volante peligra para el Superclásico.

Ahora bien, la responsabilidad de Guede es mucho mayor en el aspecto futbolístico. La baja de Pajarito lo obligó a variar la oncena. Sin embargo, sus decisiones fueron desafortunadas e inentendibles. Ante los nortinos ubicó como volante creativo a Esteban Paredes, su mejor delantero y goleador del campeonato, quien además venía con el envión anímico de haber anotado dos tantos por la selección chilena ante Venezuela. El Tanque cumplió su actuación más baja del año.

Lo peor es que dejó en el banco a su principal especialista en el puesto: Ramón Fernández. El argentino nacionalizado chileno entró recién en el segundo tiempo y su ingreso le dio la claridad que le faltaba al Cacique. De hecho, le dio un pase gol notable a Octavio Rivero para que marcara el 2-2 parcial.

Pero no fue la única rareza del ex Palestino. Prefirió ubicar a Iván Morales, delantero de 17 años, como volante por la derecha. Si bien tiró un centro que terminó en la apertura de la cuenta, su aporte no fue más que eso, en una posición que evidentemente no le acomodaba. Para colmo, en la banca tenía a Brayan Véjar. El polifuncional jugador formado en Huachipato era la pieza idónea para jugar por la banda. Pero no, apostó por Morales como volante y por Paredes como creador. La revolución no le resultó.

Ahora, la presión vuelve a instalarse en Macul, sobre todo en Guede, ante el rival donde no se puede errar.