Son el mayor pueblo del mundo sin Estado. Están repartidos entre Irak, Turquía, Siria e Irán. Se estima que su población supera los 30 millones de personas. Y han aprovechado la revuelta de los jihadistas sunitas del Estado Islámico (ex Isis) en el norte iraquí para reflotar sus ansias de independencia. Se trata de los kurdos, que representan el 17% de la población de Irak y que ahora están impulsando un plebiscito en las zonas donde son mayoría, como un primer paso para una futura consulta de independencia del Kurdistán, la región montañosa que históricamente ha sido reclamada por este pueblo.

Tras la Primera Guerra Mundial, británicos y franceses se repartieron por Medio Oriente y crearon nuevos países con fronteras trazadas con regla y compás. En el caso de Irak, los kurdos quedaron reducidos al norte de ese territorio, donde viven actualmente. Hasta la arremetida de los extremistas sunitas, los líderes kurdos se habían mostrado cautos respecto de la autonomía y la independencia tras el fin del régimen de Saddam Hussein, en 2003. Sin embargo, como los jihadistas se tomaron una parte importante de territorio fronterizo con el Kurdistán, los milicianos kurdos -los peshmerga- se desplegaron en la zona e incluso se tomaron Kirkuk, ciudad que siempre se han disputado con las autoridades de Bagdad.

Rica en petróleo, Kirkuk es considerada por los kurdos como su capital histórica, pero se quedó fuera de su territorio autónomo implementado en 2005. Ese año los kurdos lograron convertirse en una entidad federativa reconocida tanto por Bagdad como por la ONU. Se estima que la población kurda en Irak supera los 4,5 millones de habitantes, en un territorio de 40.643 kilómetros cuadrados, similar a Suiza. La capital de esta región es Erbil.

RESERVAS DE PETRÓLEO

Durante el régimen de Saddam los kurdos fueron masacrados y reprimidos, pero ahora se encuentran en una posición de fortaleza, en parte gracias al petróleo. Se estima que las reservas de crudo en su territorio llegan a 50.000 millones de barriles. Según el diario británico The Guardian, el Kurdistán tiene la novena mayor reserva de petróleo del mundo y actualmente exporta entre 125 mil y 130 mil barriles al día a través de un nuevo ramal enlazado con Turquía. De acuerdo con la Constitución iraquí, el Kurdistán puede obtener una participación del 17,5% de los ingresos del petróleo de Irak. "Este Estado naciente sueña con convertirse en algo más parecido a Noruega", señaló el periódico. De hecho, existe consenso de que los kurdos son bastante tolerantes con otras minorías de la zona, como cristianos y turcomanos. La revuelta del Estado Islámico (EI) -que quiere consolidar un califato en el norte iraquí y el este sirio- también ha propiciado que los kurdos se apoderen en las últimas semanas de campos petrolíferos. Esta semana, unos 900 peshmerga entraron a la provincia siria de Alepo desde Turquía para enfrentarse al EI, que busca controlar la región de Kobani.

En medio de este clima, el Presidente del Kurdistán iraquí, Masud Barzani, dijo que pretende celebrar un plebiscito en las zonas en que se disputa por Bagdad, algo que fue rechazado por el primer ministro iraquí, el chiita Nuri al Maliki. Esto también generó preocupación en Washington. En ese sentido, el vicepresidente Joe Biden instó a Barzani a resolver sus ansias independentistas a través de la Constitución y por la vía pacífica. Los kurdos llevan décadas esperando este momento y saben de épocas duras. Turquía, el principal socio de los kurdos iraquíes, ha enviado mensajes contradictorios en los últimos días. Mientras algunos miembros del oficialismo han dicho que observan con buenos ojos la eventual independencia kurda, el gobierno sostiene públicamente que Irak no debería partirse. Barzani piensa otra cosa.