Tiempos de venganza

No hubo una sola revolución rusa, sino un "caleidoscopio de revoluciones". Es la tesis que defiende, entre otros, el académico español Julián Casanova en La venganza de los siervos. Rusia 1917. Ante la pregunta ya clásica que le formula El Confidencial ("¿Fue Octubre una revolución o un golpe de Estado?"), el autor sostiene que "el verdadero golpe de mano llega después, cuando los bolcheviques deciden disolver la Asamblea y los compañeros de viaje dejan de serlo. A partir de ahí se desarrolla un proceso que liquida no sólo a los enemigos previstos, sino también a los imprevistos".

Un imperio en llamas

"Hicieron falta más de 10 días para conmover al mundo", escribe Laura Engelstein en Russia in Flames. Con una ironía que toma distancia del carácter celebratorio y reduccionista del famoso título de John Reed, la académica de Yale aborda, entre otros, el fenómeno de la violencia entre 1914 y 1921. En su médula, afirma, "la revolución no fue una lucha militar, sino política, en todas sus dimensiones interrelacionadas, y esa lucha es el foco de este libro. Es una contienda política donde el ideal democrático, el de una amplia participación en los mecanismos del poder, tuvo una enorme resonancia".

Vladimir según Slavoj

Así como ha escrito de Hegel, de David Lynch o del mayo parisino; así como arengó a las muchedumbres que ocuparon Wall Street, el sobreexpuesto Slavoj Zizek se hizo cargo de una figura que lo imanta: la del líder del bolchevismo. Cosa inhabitual para quien mira desde la izquierda, el filósofo esloveno reconoce una continuidad fundamental entre Lenin y Stalin. Y si bien cree que las cosas habrían estado mejor si Lenin hubiese sobrevivido otros 10 años, piensa que estas no habrían sido distintas en lo esencial: "El mismo estalinismo, solo que sin sus peores excesos".

Los ecos del estallido

El editor del Oxford Handbook of the History of Communism se nutre de la diversidad de aproximaciones y metodologías de su disciplina. Así, no es poca la importancia que asigna a la cultura material, a la experiencia de la calle y al registro en la prensa. Todo ello, para responder preguntas acuciantes, como por qué cayó la autocracia zarista, por qué fracasó la instalación de una democracia parlamentaria tras la revolución de febrero y cómo fue que un partido pequeño y radicalizado pudo hacerse del poder, disolver la Constituyente y mantenerse en pie tras una feroz guerra civil

Viejas y nuevas entradas

No por "nueva" esta historia, situada en la vereda de Richard Pipes y otras plumas conservadoras, deja de apegarse a premisas de larga data, como la de caminar sobre "el terreno sólido de los hechos". Pero cuando interpreta, interpreta: "En vista de la impotencia de [el líder menchevique] Kerenski, lo único sorprendente del curso de los acontecimientos es lo mucho que demoraron los bolcheviques en actuar". Catherine Merridale (El tren de Lenin) fue de quienes cuestionaron su lectura: "Siempre hay presiones y tensiones sociales más profundas que [Sean] McMeekin decide minimizar".

Casa de Gobierno

Próxima al Kremlin, la Casa de Gobierno fue alguna vez el más grande edificio residencial de Europa. Durante los 20 y los 30, allí vivieron altos jerarcas bolcheviques con sus familias hasta que, uno a uno, fueron conducidos a la muerte. En más de mil páginas, el volumen que relata esta tragedia es "la Guerra y paz soviética", en palabras de Sheila Fitzpatrick. La prestigiosa autora de La revolución rusa alaba al académico ruso-estadounidense Yuri Slezkine como "un estilista magistral" y un "historiador de primera clase", pero agrega que, aun sabiendo de esos dones, se vio sorprendido por el poder de esta saga.

Los últimos meses de Nicolás II

Dueño de una prosa expedita y muy británica, Service la ha puesto al servicio de celebradas -y discutidas- biografías de Lenin, Trotski y Stalin, así como de Camaradas. Breve historia del comunismo. Su obra "centenaria" versa sobre el último zar, hombre más bien fastidioso y nerviosillo. Escruta el año anterior a la abdicación (marzo de 1917) y el tiempo que medió entre ésta y el asesinato junto a su familia (julio de 1918). Usando fuentes desconocidas o semiolvidadas, el libro es "oportuno e importante", al decir de The Guardian.

La guerra civil como necesidad

No pocos coinciden en que la guerra de tres años entre rusos blancos y Guardia Roja fue algo que Lenin no pretendió evitar y que hasta consideró deseable. De esta confrontación surgiría una cultura político-militar que sostendría en el poder al bolchevismo, proveyéndole épica y mística. Evan Mawdsley la plantea, por su parte, como el crisol en que se forjó el Estado soviético: una herramienta política vital para extenderse y eliminar al enemigo. En lo que rojos y blancos coincidieron, eso sí, fue en la obsesión por recuperar las naciones que, amparadas por Alemania, se quisieron independientes.