Joseph Louis Lagrange (1736-1813) fue un ilustre matemático a quien se deben, además de sus brillantes trabajos en mecánica analítica, astronomía, teoría de los números, etc., los hoy llamados "multiplicadores de Lagrange", un procedimiento para encontrar los máximos y mínimos de funciones de variables sujetas a restricciones. Es cosa ardua, pero sus complejidades palidecen en comparación a la tarea infinita, propia de lo indeterminado y lo fabuloso, de las sumas y restas que están perpetrando los señores y señoras políticos (as), sus asesores en ingeniería electoral, ayudistas, voceros y sacristanes de diverso pelaje y calibre desde el momento mismo en que se declaró abierta la temporada de caza de votos para la verdadera contienda electoral, inauguración celebrada 30 segundos después de conocerse los sorprendentes resultados de las primarias. Nadie ha perdido el tiempo. Desde el comando de Piñera se buscan modos de asegurar la considerable votación de Ossandón, el más díscolo e impredecible miembro del ya fenecido triunvirato, para lo cual probablemente no le harán asco a casi ninguna demanda que les haga Ossandón aunque estas huelan a sacristía y peregrinación de rodillas a los templos valóricos y votivos de la república oligárquica. Simultánea y oportunamente las capacidades acrobáticas de gente como Chadwick se las arreglarán para cuadrar el círculo poniendo en paradójica sintonía las persignaciones de Ossandón con los modernismos liberales de Kast. ¿Acaso no hay que juntar votos comprándole cruces a Satán o andando sobre el agua si es necesario? O tal vez no, quién sabe. En Chile lo que alguna vez fue una calculable y predecible "mecánica electoral" se ha convertido en hermenéutica y taumaturgia, ya saben a qué nos referimos.
Por su parte la NM redobla sus esfuerzos para acoger con cariñoso abrazo radical a la hija pródiga que insiste en llegar hasta el final haciendo flamear, antes irse a pique, el pabellón patrio de la Decé; para estos efectos se han celebrado "en algún lugar de Santiago" un buen número de reuniones con personeros de la Flecha Roja no muy convencidos de que la revitalización del partido vía holocausto parlamentario sea tan rentable como los pájaros que ya tienen en la mano en la forma de cargos, pitutos, poder, influencia, etc. Para estos políticos "que no son kamikazes" la lista parlamentaria consensuada bien vale una misa, la de difuntos de la candidatura Goic. Y no siendo esto suficiente los pensadores sociales de la NM acaban de descubrir que en verdad la base de Ossandón no es de derecha después de todo, sino se trata de gente muy buena con conmovedoras sensibilidades populares y proletarias como las de ellos, razón por la cual, cosa inédita en la historia política de la nación, observamos hoy el espectáculo de gente de izquierda poniéndole ojitos a gente teóricamente de derecha. Tampoco se descuidará al Frente Amplio y sus no despreciables mesnadas de jóvenes de semblantes batalladores y puños en alto cantando loas progresistas y de futuro inventadas circa 1864. A estos, de seguro muy renuentes o hasta decididamente contrarios a cualquier arreglo con la NM, se les dirá que en el fondo todos son hermanos en Cristo y la tarea común es "derrotar a la derecha".
Axioma
Ya que todos estos esfuerzos pertenecen a esa rama de las matemáticas conocida como aritmética, en este caso la simple suma de contingentes electorales presuntamente endosables, transferibles y manejables conforme al interés y voluntad de las cúpulas, corresponde entonces examinar la validez de los axiomas de tan aventurado cálculo. El axioma es uno solo, muy simple y muy falso como ya se ha mencionado varias veces en otras columnas de este autor: es la idea profundamente reaccionaria de que aún predominan lógicas patronales en virtud de las cuales el dueño del fundo es capaz de alinear y conducir a rebencazos a una fila de peones para votar por su compadre.
Particularmente curioso resulta que ese axioma prevalezca con más fuerza en la progresiva izquierda que en los biznietos "de derecha" de dichos hacendados. Es difícil leer u oír un discurso, proclama, advertencia o anuncio proveniente de ese sector en que no aparezcan con frecuencia inaudita y majadera las palabras "empoderamiento", "participación" o "asamblea ciudadana" mientras en la práctica consideran a esa soberana y plenipotenciaria ciudadanía como un montón de bultos transportables; de vez en cuando algún personero reconoce que "nadie es dueño de los votos" y/o llama a votar "en conciencia", pero normalmente los arrebata y domina el viejo reflejo condicionado del presunto propietario de un capital electoral y lo transan en verde en el mercado político, lo cual hacen con no menos confianza en los valores bursátiles que el PC con el rubro inmobiliario. Hoy, inspirados primero por el miedo y últimamente por el pánico de perder el poder, están llegando, en esa práctica decimonónica, a extremos nunca antes vistos. No por nada el último abrazo protagonizado por Guillier -hombre ladino y cariñoso que ofrece virtual o carnalmente sus extremidades superiores a quienquiera pueda aportarle votos- ha sido para Ossandón, quien, por su parte, recibió tan voluminoso gesto de cariño sumido en sus propios cálculos: no vaya a creer la gente de Piñera que soy hombre fácil; paguen bien mi presunto aporte electoral en cristianas concesiones programáticas o me voy para el otro lado.
Ossandón y los otros
Razón tienen, sin embargo, los estrategas de la NM en mirar con codicia el capitalito de Ossandón. Pese a su ex militancia, pese sus ancestros, pese a sus caballares, pese a su prestancia de nieto de Grandes Señores y Rajadiablos, su discurso lo aleja considerablemente del territorio de la derecha. Bien podría decirse que Ossandón es un político de instintos populistas que PROVIENE de la derecha, pero que NO ES de derecha. Sus votantes en una gran mayoría lo prefirieron no por ser de derecha sino por ser hombre derecho en sus tratos con las poblaciones a las que gobernó en su encarnación como alcalde.
En cuanto al Frente Amplio, tiene otra conformación genética. No emergió del liderazgo de dos o tres jóvenes glamorosos sino de una entera cohorte demográfica, los "hijos de la Concertación". De ahí eran hasta llegar el día de su berrinche ideológico. En su visión apocalíptica la NM es heredera de la Concertación, a su vez heredera de los horrores de la república oligárquica jamás vencida hasta ahora. Nacidos en el confort emocional de los años de los acuerdos y los tedeum, hoy se yerguen en pose revolucionaria y desafiante. ¿Cómo, entonces, podrían apoyar a Guillier en una segunda vuelta si es este y no Beatriz Sánchez quien compite en ella? Y sin embargo y al mismo tiempo, ¿cómo podrían quedarse de brazos cruzados viendo el triunfo de dicha banda de explotadores y chupasangres como sería la derecha?
Y el centro….
Y están los indecisos, los que se dieron o podrían darse vuelta la chaqueta, los desencantados, los que vienen de vuelta y los que nunca llegaron a ninguna parte. A ese multiforme baturrillo, por comodidad, se suele llamarlo "el centro". ¿Dónde está, dónde habita? Nomalmente es una entidad sin otro cuerpo visible y tangible que la alta proporción de ciudadanos que en las encuestas llena las casillas "no sabe" o "no contesta". Al menos la mitad de la población ni sabe ni contesta y por tanto pertenece a esa categoría y a ella se dirigirán masivamente los mensajes de aquí a noviembre tanto de Avanza Chile como de la NM, incluso quizás hasta del Frente Amplio. Toda una flotilla de adversarios estarán pescando en la misma tina de baño. Otra paradoja del momento histórico que vivimos: esta vez la "campaña del terror" la celebrará la izquierda. "Si regresa la derecha", dirán a su clientela de beneficiados, "lo perderán todo". A ellos "la derecha" replicará que es ahora cuando la clase media -otra entidad mitológica- lo está perdiendo todo. Usted verá.