Este miércoles fue el tercer día de entrenamientos para el 117º US Open de golf, que se inicia hoy en Erin Hills, Wisconsin. Partió bien, pero por la tarde se suspendió por mal tiempo, un fantasma que al parecer perseguirá a los competidores todo el torneo.

El único chileno en el field, Joaquín Niemann, es uno de los dos jugadores más jóvenes del major, junto al local Mason Andersen. Ambos tienen 18 años y entrarán en agosto a la universidad.

Joaco recorrió los 18 hoyos acompañado de dos ilustres: Rory McIlroy y Sergio García, ambos ganadores de majors.

Con el español, Niemann tiene una amistad desde hace un tiempo, que se acrecentó hace unas semanas, cuando ganó el Sergio Garcia Invitational. El norirlandés, por su parte, también compartió con Tomás Gana, en el reciente Masters.

Así resumió el día Niemann: "Disfruté mucho con Sergio y con Rafa (Cabrera Bello). Son muy simpáticos y les pregunté de todo". ¿Qué conclusiones sacó? "Hay que mantenerse tranquilo e intentar pegar tiros ricos toda la semana", respondió el chileno.

"La experiencia hasta ahora ha sido increíble y espero seguir disfrutando cuatro días más", agregó el número uno del ranking mundial aficionado.

Niemann declaró a los medios en Wisconsin que el golf chileno "está pasando por una muy buena generación, que quiere demostrar que en Sudamérica hay muy buenos jugadores".

Para Eduardo Miquel, coach de Niemann, la experiencia es impagable: "Fue bueno haber jugado con estos buenos golfistas. Así, Joaco se da cuenta de que tiene el juego que se necesita".

Niemann no sólo es de los más jóvenes en el certamen, sino el chileno de menor edad que ha estado en un torneo "grande". Nunca un nacional ha pasado un corte en este tipo de campeonatos (en cinco experiencias), así es que llegar al domingo es el primer objetivo.

Los 156 inscritos deberán luchar no sólo contra el mal tiempo, sino contra una de las canchas más largas de la historia del abierto estadounidense, a lo que se suman los roughs de pasto muy largo (algunos de los cuales segaron ayer) y los 138 bunkers, la mayoría con paredes muy verticales. A eso se suman las ondulaciones, que hasta hace complicado ver desde el camino algunas puntas de bandera y varios greens.

"Estos son los fairways más anchos que hemos visto nunca en un US Open, si los mejores del mundo no pueden ponerla en el fairway, es mejor que vayan haciendo las maletas", analizó McIlroy.

El golfista Claudio Correa, quien será caddie de Niemann, afirmó que el paseo con García fue muy útil en ese sentido: "Sergio nos aconsejó más que Rory. Nos dio varios tips. Por ejemplo, para salir de los bunkers, cuando la pelota quedaba en mucha bajada".

"Es un campo especial, largo y muy comprometido", resume Víctor Fookes, otro entrenador que acompañó a Niemann en la práctica.

El campo de los sueños

El primer club en Wisconsin en recibir un US Open, el quinto de la historia que es cancha pública, muy parecido a un campo link (aunque no lo es, dicen sus arquitectos), el segundo más largo que hayan enfrentado los clasificados a un abierto estadounidense es también el primero par 72 desde 1992 (cuando a Pebble Beach le hicieron un modificación para subirlo de 71 a 72).

Erin Hills varía bastante su extensión, de acuerdo con las posiciones de bandera y de tees, y su dificultad, por la altura del pasto.

¿Favoritos? El número uno del mundo, Dustin Johnson; McIlroy (aunque viene saliendo de una lesión); los españoles Jon Rahm (ex uno de aficionados) y García, campeón del Masters; el australiano Jason Day y los locales Jordan Spieth y Bubba Watson. Eso por números; por las condiciones de Wisconsin podrían brillar Rickie Fowler y el japonés Hideki Matsuyama.

La federación estadounidense (USGA) se esmera en poner difíciles las canchas, aunque en las últimas tres ediciones el promedio de los campeones ha sido seis bajo el par. Spieth, campeón del US Open 2015, lo analiza así: "Ojalá sea duro, pero justo. El par es un resultado sumamente bueno en un US Open".