Usando congeladores caseros, Joel Neira -productor vitivinícola de Ránquil, al interior de Chillán, en la VIII Región-, enfría el cuello de las botellas de espumantes que fabrica, hace cuatro años, en su casa.
Es en esta parte del proceso cuando se congelan los residuos de levadura que se agolpan en el gollete, luego de reposar boca abajo, como parte del método conocido como "fermentación en botella".
Esta solución casera para fabricar el espumante será reemplazada por un equipo de "champañización móvil", financiado por un proyecto piloto asociativo del Indap, que tiene un costo de $ 120 millones. Este sistema permitirá entregar nueva tecnología a los pequeños agricultores de la zona.
El equipo consiste de una máquina que, además de congelar las botellas, coloca el corcho tipo hongo y la canastilla típica de los espumantes en cada botella.
"En Ránquil el potencial es enorme para los espumantes, y los pequeños agricultores tienen un margen mayor de ganancia que vendiendo la uva a granel", afirma Danilo Neira, jefe de Prodesal del Municipio de Ránquil, unidad ejecutora del proyecto.
Estos productores serán asesorados por enólogos para mejorar sus vinos "base", los que luego son procesados para formar las burbujas.
"Aquí, tradicionalmente, hacíamos pipeños y vinos corrientes, pero nos atrevimos a cambiar y hacer espumantes. Con este equipo, que es muy caro y no está al alcance de los pequeños productores, se nos facilitará mucho el trabajo del embotellado. Es complicado hacerlo a a mano", plantea Neira, quien es dueño de vinos Piedra del Encanto, y uno de los 50 pequeños vitivinicultores beneficiados con este proyecto.
Neira, junto a 80 pequeños vitivinicultores, cultivan las cepas Moscatel de Alejandría y País, las más antiguas traídas por los jesuitas, en la zona conocida como la cuna del vino chileno.
En el interior de este valle del secano éstas crecen en forma autónoma, es decir, sin guías (alambre), a ras de suelo y sin riego, tal como hace cientos de años y a diferencia de las viñas de la zona centro norte. "En la medida en que esto sea artesanal, el espumante que aquí se genere va a tener un valor adicional al de los grandes viñedos, puesto que trabajarán con uvas seleccionadas, fermentaciones a pequeña escala y ventas localizadas" destaca Fernando Acosta, director de Indap de Biobío.
RUTA DE ESPUMANTE
Una de las grandes viñas, Miguel Torres, ya innovó con un espumante en base a uva País, con muy buena crítica, en reemplazo de las tradicionales Chardonnay, Pinot Noir y Pinot Meunier.
Por eso, en Ránquil apuestan por la calidad y lograr un buen precio con la Moscatel de Alejandría y País, unido a la consolidación de una ruta temática turística para convertir a la zona en la capital del espumante.
Alejandro Hernández, enólogo especializado en espumantes y jurado internacional, asesorará también a los productores de Ránquil en el manejo de la fruta, el vino base, la generación del gas y el uso del equipo de "champañización móvil".
"Yo hago espumantes con uva de esa zona y sé que resulta. Está todo para lograrlo: el clima , el suelo y la uva adecuados. He probado lo que producen y sólo falta mejorar detalles menores, pero en el grueso, son muy buenos espumantes" afirma.
La directora de Sernatur Biobío, Katherine Echaíz, destaca que la apuesta está dirigida a los turistas de intereses especiales: "Esta ruta sería un gran gancho para aumentar la afluencia de turistas. Rutas del vino existen a lo largo de todo Chile y algunas son muy famosas, pero ninguna con el grado de especialización de ésta, con lugares de producción rodeados de un entorno único, cargados de tradición y parajes envolventes", recalca.