Todos coinciden en que declararse pinochetistas les ha traído problemas en su vida. Discusiones con profesores, malos momentos en ceremonias públicas y recriminaciones de compañeros. Pero insisten en que la historia ha sido contada sólo de un lado y no dudan en reivindicar y defender el legado que para ellos tiene el general (R) Augusto Pinochet en la historia de Chile.
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-Allende decía que ser joven y no ser revolucionario era una contradicción hasta biológica. ¿Estás de acuerdo?
-No, para nada, afirma Diego Martínez (23).
El 11 de septiembre de 2013, Martínez fue junto a sus compañeros de la Fundación Presidente Pinochet a la misa oficiada en la Catedral Castrense para conmemorar lo que define como "el pronunciamiento militar". Al momento de entrar a la iglesia vio a un grupo de gente protestando: anarquistas y comunistas -asegura- que habían llamado a funar la ceremonia. Durante la misa golpearon las puertas y, al final, quienes estaban dentro tuvieron que salir escoltados por carabineros a través una puerta lateral, mientras escuchaban los insultos que provenían de los contramanifestantes. "Ellos lo ven como si fuera algo mal ser partidario o agradecido del gobierno militar, y no contento con eso salen a funar o agredir", reflexiona.
Diego está actualmente a punto de salir de Derecho en la Universidad San Sebastián. Dice que siempre se interesó por la historia de Chile y, sobre todo, por el "pinochetismo". Su abuelo fue militante del Partido Nacional y su madre, candidata a concejala por la Unión Demócrata Independiente (UDI) en Quilicura, fueron claves en este incipiente interés. "Desde los seis años que leo historia y siempre que había oportunidades manifestaba mi opinión. Leía las columnas de Hermógenes Pérez de Arce y de Gonzalo Rojas para instruirme", comenta.
Sus opiniones llamaron la atención mientras estudiaba en el Liceo de Aplicación. Una vez discutió con una profesora de historia que tenía visiones distintas sobre el gobierno de Pinochet. "Ella era de la otra tendencia y no me evaluó muy bien", recuerda. Pese a que su pensamiento político era conocido entre sus compañeros, jamás tuvo un problema con ellos, aunque señala que el ambiente en el liceo era marcadamente de izquierda. "Lo que pasa es que mis amistades las hago siempre en el marco del respeto", afirma.
En la universidad el tema fue distinto. Se postuló en una lista al centro de alumnos de su carrera y, en la campaña, le sacaron en cara su adhesión al gobierno militar y su militancia en Renovación Nacional. A pesar de eso, su lista fue la ganadora. Diego entró a Derecho con una beca otorgada por la Fundación Presidente Pinochet, que le financiaba el 50% del arancel anual y que se renovaba año a año, según su rendimiento académico y con un compromiso de participación en las actividades de la institución. "Para mí siempre es grato venir a la fundación. Hay instancias de formación con ex ministros, invitados de lujo. Incluso, teníamos un equipo de fútbol que participaba en una liga todos los sábados", afirma. La fundación realiza estas charlas en la bibloteca que fue donada por el propio Pinochet y ahí se expone sobre temas como la educación o el sistema de AFP.
La visión de Martínez tras casi cinco años en la fundación es que la "mirada pinochetista" no ha sido escuchada en la opinión pública y que la historia se ha cargado demasiado hacia la versión de la izquierda. Alega que hay pocos espacios para defender la visión que tiene de los hechos del 73.
"En el gobierno militar se hicieron cosas muy positivas y que aún perduran para el país. Pero de eso se ha hablado poco", asegura.
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"Mi profesor de historia decía que Augusto Pinochet fue un asesino. Yo le pregunté por qué le decía asesino, si a Pinochet nunca se le vio apuntando con un arma a una persona. Y él me dijo que mandaba a matar gente, que los comunistas eran lo bueno de Chile y Pinochet lo malo", afirma Jean Romo (15).
El padre de Jean fue miembro de las Fuerzas Armadas y en casa lo criaron en un ambiente que enaltecía no sólo la figura de Pinochet, sino que las de otros líderes de la Junta Militar, como José Toribio Merino o César Mendoza Durán. Jean se declara abiertamente pinochetista y no tiene problemas en demostrarlo. En su liceo, en Talcahuano, ha tenido discusiones con su profesor debido a sus visiones distintas de la historia del país. Tampoco ha tenido problemas para defender la "parte buena" del gobierno militar frente a sus compañeros. "Para mí, Augusto Pinochet Ugarte fue el mejor Presidente de Chile", dice. Según sus palabras, su mejor amigo es comunista, pero con él no ha tenido problemas. "Nos llevamos bien. La política no se lleva en una amistad. Puede que seamos rivales en política, pero siempre hay que respetar sus ideas", argumenta.
A su corta edad, ya forma parte de un incipiente movimiento político, llamado Patria Nueva Republicana, un grupo creado por ex miembros del partido Por Mi Patria (ligado a Augusto Pinochet Molina) que está en formación. En su experiencia, cada vez son más los adolescentes que piensan como él y planea seguir por el mismo camino de su familia, defendiendo siempre el legado del pinochetismo.
Nicole Aguilera (25), en tanto, vive en San Bernardo, "la misma comuna donde nació Lucía Hiriart", remarca. Estudió en el Colegio Inmaculada Concepción y nunca tuvo problemas por sus ideales, ni con compañeros ni con profesores. Tampoco los hubo en la Universidad de los Andes, donde entró a estudiar Derecho. "Si uno es pinochetista es porque sabe cómo fue la historia de Chile. Por lo mismo, uno va reconociendo los avances del país, porque cuando Pinochet asumió el poder, cuando fue el pronunciamiento militar, Chile padecía una economía muy baja", señala.
Los únicos momentos donde ser pinochetista le ha jugado en contra ha sido en medio de manifestaciones públicas. "En el homenaje en el Teatro Caupolicán tuve que correr literalmente dos cuadras y subirme a una micro, porque había gente que estaba en contra del gobierno militar. Cosa que es inaudita, porque las personas que estábamos invitadas a esa ceremonia íbamos a ver una obra que de verdad apreciamos", se lamenta.
Nicole, además, es militante de la Unión Demócrata Independiente (UDI), pero en los últimos años ha visto cómo nuevas voces han pedido que se termine el vínculo de la colectividad con el régimen militar. Ella ve con preocupación esta nueva tendencia, sobre todo en año de elecciones internas. "La UDI es un partido que fue fundado por Jaime Guzmán, quien fue uno de los creadores de la Constitución Política. Hoy, hay dos listas. Está Jaime Bellolio, que es la persona que quiere desmarcar al general Pinochet o a los militares de los principios de la UDI, y por el otro lado va Jacquelinne van Rysselberghe, la que no va a tocar a los militares. No se puede tocar la historia. Yo voy por ella", remata con convicción.
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Aunque a su edad Felipe Avila (37) ya no se considera parte de la juventud, sabe que es parte de la historia de la Fundación Pinochet. Llegó a la institución a los 19 años, cuando Pinochet fue secuestrado -dice- en Londres. Ahí empezó a formar parte del grupo de personas que buscaban reivindicar la figura del general. Alcanzó a vivir la última etapa del gobierno militar, la que recuerda resaltando la seguridad con la que se vivía por esos años: "Muchos vecinos que no comulgaban con el gobierno militar, yo los veía que seguían haciendo su vida en el día a día. No recuerdo haber vivido en una tensión. Añoro y echo de menos esa época", dice.
De vuelta en Chile, Felipe conoció a Pinochet en su parcela en Los Boldos. "Tuve el gusto de conocerlo en la faceta que no mostraban los medios. Como el hombre, como el abuelo, como el marido. Como la persona cálida con la que uno podía conversar. Realmente fue un orgullo", recuerda.
El día de la muerte de Pinochet, hace 10 años, fue un momento clave en su vida. Tras conocer la noticia fue a hacer vigilia al Hospital Militar. Luego de eso pasó directo al velatorio y tras eso a su funeral. En total, tres días sin dormir. "Lo hice por el cariño y admiración que sentía", asegura.
Al recordar el fallecimiento de Pinochet, para Felipe es imposible no hacer el paralelo con la muerte de Fidel Castro: "Me causa profunda extrañeza que justamente los que condenen las violaciones a los derechos humanos, hablan de dictadura y que quieren poner el gobierno militar como el más terrorífico que ha tenido el país en la historia, son los mismos que veneran a Fidel Castro y que hoy en día hacen llegar sus condolencias y sienten una profunda tristeza". Dice que jamás se le ha ocurrido celebrar la muerte de Castro o de otra figura ligada a la izquierda. Que eso es una falta de respeto, pese a que varios salieron a celebrar el día de la muerte de Pinochet. Tampoco puede creer que haya personas esperando la muerte de Lucía Hiriart: "Lo encuentro vergonzoso y penoso. Una mujer de 93 años que no le hace absolutamente daño a nadie, que está retirada hace muchos años de la vida pública. Estar esperando que se muera, no lo entiendo".
Con los años ha sido testigo del ir y venir de los miembros de la fundación. Reconoce que varios se han ido desmarcando de la figura de Pinochet, sobre todo tras su muerte y el estallido del caso Riggs, pero que durante el último año ha visto caras nuevas. Sobre todo de gente joven, como las de Nicole o Diego, que no vivieron durante la época del gobierno militar.
"Nosotros nos sentimos castigados por la sociedad. Hoy es algo impopular. Para ser pinochetistas hay que ser valientes", concluye.
Lee y otros artículos en el especial de La Tercera Pinochet 10 años después (pincha la imagen para entrar).