Mauricio Macri, el alcalde de Buenos Aires que aparece como el candidato opositor con más posibilidades para suceder a Cristina Fernández de Kirchner, aún tiene dos batallas que resolver a su favor para enfrentar de mejor forma las elecciones del 25 de octubre en Argentina. Una en el plano interno, donde se juega su prestigio como líder indiscutido de su partido PRO (Propuesta Republicana), y otra externa, donde debe acumular la mayor cantidad de credenciales como abanderado opositor.

La tensión interna fue evidente el miércoles en la inauguración de la nueva sede del gobierno porteño donde Macri elogió a su actual jefe de gabinete y precandidato a sucederlo, Horacio Rodríguez Larreta, e ignoró a la senadora del PRO Gabriela Michetti, que también se quiere quedar con el sillón de alcalde de Buenos Aires. Ambos precandidatos saben que la verdadera batalla por la jefatura del gobierno de Buenos Aires no son las elecciones del 5 de julio, sino que las primarias del 26 de abril, debido a que el PRO tiene alrededor del 50% de la intención de voto según los sondeos porteños y más que duplica a cualquiera de los posibles rivales.

La lucha en el PRO por ser el abanderado en la capital argentina era una competencia sana hasta que el propio Macri, el viernes 27 de marzo, expresó su opinión y dio todo su apoyo a Rodríguez Larreta y dejó en evidencia su distancia con Michetti. El ex presidente de Boca Juniors dio ese paso, enojado con la actual senadora, vicealcaldesa porteña hasta 2009 y que ha sido un elemento clave en el crecimiento del PRO. Según el sitio La Política Online, Macri le hizo la guerra por el uso de su imagen en la campaña sin consultarlo, por utilizar el eslogan "Mauricio en la Nación, Gabriela en la Ciudad", y porque Michetti mantuvo encuentros con Sergio Massa y con Hugo Moyano (CGT).

La decisión de Macri de apoyar a Rodríguez Larreta lo obliga a jugar sus cartas para que sea su delfín el que gane en las primarias, ya que de lo contrario vería debilitado su poder en el PRO de cara a octubre. "Macri lo planteó ante la sociedad como un desafío personal de Michetti a su liderazgo, y él solo se colocó en un lugar vulnerable: no gana si se impone Rodríguez Larreta, pero pierde si gana Michetti. Es cierto, en todo caso, que todavía puede enmendarlo", aseguró a La Tercera, Julio Burdman, analista político argentino.

"Si gana Michetti, Macri no perderá votos, pero se generarán dudas sobre su capacidad de gobernar en una situación en la cual no tendrá mayorías parlamentarias y poco poder territorial" dijo a este diario, Rosendo Fraga, director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría.

La otra pelea que debe dar Macri, que en parte podría quedar resuelta en las primarias obligatorias del 9 de agosto, es superar a Sergio Massa como el máximo rival del oficialismo. Desde 2009, Massa, ex alcalde de Tigre y ex jefe de gabinete, rompió con el kirchnerismo y se presentó como la opción opositora para las elecciones de 2015. Parecía no tener rival, pero este año los sondeos comenzaron a mostrar un repunte de Macri, algo que se vio fortalecido con el pacto que el PRO alcanzó con la Unión Cívica Radical (UCR) y con el partido de la diputada Elisa Carrió, y con apoyos puntuales como el del senador peronista Carlos Reutemann.

Por eso Massa, un peronista disidente, contraatacó y la semana pasada relanzó su campaña con un nuevo eslogan: "El cambio justo". Se trata de una apuesta por marcar distancia de Macri, un empresario y hombre de derecha, que se ha presentado como la cara del cambio después de 12 años de gobierno kirchnerista.

Tanto Massa como Macri saben que el enemigo en octubre es el candidato del oficialismo, que debiera ser el gobernador por la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli. Pero, antes de eso, en agosto, deben lograr el pergamino de ser el opositor más votado en las primarias. "El sistema lleva a una polarización: los dos más votados en las primarias incrementarán su cantidad de votos en las generales. Quedar en tercer lugar no es una opción", destacó Burdman.

Los sondeos muestran que el alcalde va en la delantera, aunque ese triunfo no le garantiza arrastrar el voto massista en las presidenciales. "Enfrenta el problema de que la mitad de los votantes de Massa, si este sale tercero en las primarias, votarían por el oficialismo, si Scioli es el candidato", sostuvo Fraga.