El lunes por la tarde, mientras el Presidente Sebastián Piñera exponía en Londres cómo había sido el rescate de los 33 mineros, el ministro Laurence Golborne cruzó los patios de La Moneda para reunirse con la vocera Ena von Baer. Minutos después, los secretarios de Estado se trasladaron caminando hasta un café en el centro de Santiago. Al día siguiente, volvieron a aparecer juntos. Esta vez fue en la Plaza de la Constitución, donde se transformaron en los protagonistas de la exhibición de la Fénix 2 ante cientos de transeúntes y curiosos.

Los ministros llegaron a las 10.15 desde La Moneda, acompañados por el Vicepresidente, Rodrigo Hinzpeter. Los tres dieron una breve rueda de prensa y luego presentaron la Fénix 2. El ambiente era relajado. Hinzpeter bromeaba con los anteojos oscuros de Golborne y decía que estaba seguro que se los iba a regalar. Pasaron sólo algunos minutos para que el titular de Minería le ofreciera a Von Baer subirse a la cápsula, donde ella se sacó los zapatos y Golborne le aseguraba: "No se preocupe, ministra, yo la salvo". El Vicepresidente a esa altura se había bajado de la tarima y retirado a su oficina.
La cercanía con la vocera no pasó inadvertida. Ni entre el público ni en La Moneda. Tampoco que el titular de Minería y Von Baer permanecieran en el lugar por casi media hora, cuando ya había concluido el acto, sólo para saludar a la gente y tomarse fotografías.

¿Por qué Golborne tiene un trato privilegiado con Von Baer? Existen dos tesis en La Moneda, que no son excluyentes entre sí. La primera apunta a los vínculos de ambos, que comenzaron en el Instituto Libertad y Desarrollo y luego se afianzaron en el gobierno: el ministro agradeció el apoyo que le dio la vocera cuando él era blanco de críticas por asistir al Mundial de Sudáfrica y luego que lo invitara a ver un partido de Chile en la Vega Central, donde los transeúntes no lo reconocían y le pedían que tomara sus fotografías con la vocera. Desde entonces, suelen almorzar en Palacio y Von Baer gestionó apoyo comunicacional para que su par enfrentara la tragedia de los mineros.

La segunda lectura en el Ejecutivo de la "alianza" se relaciona con un análisis que se ha instalado en el entorno del ministro, donde estiman que su creciente popularidad -87% de respaldo, según un sondeo de Adimark de septiembre- puede convertirlo en un blanco de críticas desde la oposición y del propio oficialismo. El fin de semana, cuando Hinzpeter lo señaló como una posible carta para los comicios de 2013, no todas las lecturas del entorno de Golborne fueron positivas.

El nuevo escenario que enfrenta Golborne y el despliegue de esta semana mostraron cómo están siendo sus primeros y cautelosos pasos en política. Ya el fin de semana el ministro participó en el programa Tolerencia Cero, donde no sólo se refirió al rescate. También abordó temas de coyuntura. Afirmó que con la Operación San Lorenzo quedó demostrado que "la preocupación por las personas, por los pobres, no es patrimonio de la izquierda"; que el rescate era el rostro de "la nueva forma de gobernar", y, consultado sobre un reajuste al sueldo mínimo, sostuvo que la prioridad debían ser los cesantes.

UN CAMINO COMPLEJO
Desde el acto en la Plaza de la Constitución, el ministro ha optado por no sobreexponerse y ha rechazado asistir a varios estelares de TV. Consciente de que su capital político y su situación de "independiente" son un activo que le pueden traer complicaciones, en su entorno se han preocupado de cautelar sus relaciones con el mundo político y desmentir que tenga aspiraciones presidenciales. No sólo eso. Atribuyen sus acercamientos con Von Baer a los lazos de amistad que han construido en los últimos meses y niegan que tenga planes políticos de corto, mediano y largo plazo, más allá de su decisión de no fichar por RN o la UDI.

El mismo Golborne ha evitado referirse a una eventual carrera a La Moneda. En privado suele parafrasear al escritor Oscar Wilde: "Nunca des explicaciones, tus amigos no las necesitan y tus enemigos no las creerán".

En La Moneda, sin embargo, tienen claro que Golborne está en un punto similar al que estuvo la ex Presidenta Michelle Bachelet en 2002, cuando se subió a un tanque Mowag y el veloz ascenso en las encuestas la llevó a la convicción de que debía cuidar su capital y saber manejarlo.

El mismo ministro ha dado vueltas a la idea de que ya alcanzó su peak de popularidad y que ahora sólo puede desgastarse o incluso desparecer del mapa político en los tres años que quedan para la elección. El jueves, en la calle Amunátegui, paró a un transeúnte para hacerle una pregunta: "Amigo, venga acá, ¿usted cree que yo debo ser candidato presidencial?", le dijo. La respuesta fue inmediata. "Usted debe ser el próximo Presidente, porque lo hizo muy bien, y no es como los demás políticos", le dijo el anónimo peatón. Golborne sonrió. "Amigo, no me fue de mucha ayuda. Esta fue una mala encuesta", le manifestó entre risas.

El futuro que depara a Golborne en el gabinete también ha abierto especulaciones. En La Moneda descartan un cambio en el corto plazo y sostienen que el ministro, por ahora, se volcará de lleno a cerrar el caso de los mineros y a involucrarse en la agenda de Minería. En el gobierno prevén que su cartera enfrente algunos conflictos, como sanear la situación de Enap: ya se ha anunciado la reducción del 10% de su personal para ahorrar recursos. Ese es uno de los focos donde en Palacio estiman que debe usar su capital político y enfrentar una probable arremetida opositora.

A mediano plazo, el piñerismo baraja al menos dos escenarios para Golborne. El primero pasa por preservar su capital político, evitar que tome riesgos y cuidarlo como posible candidato. La segunda tesis apunta a ocupar su capital en tareas complejas de gobierno, como destinarlo al Ministerio del Trabajo. Otros sostienen que es mejor que se traslade a Economía, debido a que sus años como ejecutivo del retail lo vinculan más al mundo empresarial, y que el actual titular de la cartera, Juan Andrés Fontaine, suena como posible candidato a presidente del Banco Central para 2011. El desembarco de Fontaine en la institución, sin embargo, es complejo.

LAVÍN, HINZPETER Y PIÑERA
Semanas antes del rescate, cuando su popularidad aumentaba, Golborne ya se había encargado de dar algunas señales políticas. Fue durante un diálogo con otro presidenciable, el ministro Joaquín Lavín.

"Cuenta conmigo para lo que necesites. Yo te he apoyado siempre. El día de mañana será igual", le dijo Golborne a su par de Educación, en los primeros días de octubre. Para algunos en La Moneda era una manera de mostrar que no irá a los "codazos" por ser presidenciable y de una convicción: sólo un candidato de consenso de la Alianza podrá triunfar. En 1999, el titular de Minería fue apoderado de mesa del entonces contendor de Ricardo Lagos. Años después, al ocurrir el accidente en la mina San José, le pidió a Lavín consejos respecto de cómo acercarse a las familias y relacionarse con la prensa.

De acuerdo a sus cercanos, el titular de Educación considera que "Golborne es un líder carismático sólo comparable a Bachelet" y reconoce su potencial de posible abanderado. Como un conocedor de las lides presidenciales, sin embargo, estima que se ha beneficiado de la súbita popularidad de su par de Minería. "Joaquín sabe que no es conveniente estar en la primera línea, porque la Concertación prepara su artillería. Le conviene para su gestión el que haya otro blanco más atractivo", afirman en su círculo. Otro elemento clave es que Lavín "sabe que en política tres años es una eternidad y que el desgaste de ser número uno al final le puede pasar la cuenta".

En La Moneda señalan que Piñera no es partidario de adelantar la carrera presidencial al interior del gabinete, pero que también está consciente de los beneficios que implica para su gobierno el contar con varios presidenciables entre sus ministros. Es una forma de asegurar su sucesión, opacar la hegemonía que han tenido las figuras de la Concertación en los últimos 20 años en  las encuestas y no repetir lo que en La Moneda atribuyen como un error de Bachelet: no contar con secretarios de Estado que proyectaran su gobierno.

Hasta ahora, el Presidente contaba con dos candidatos. Por un lado está Hinzpeter, quien goza de su plena confianza y es un favorito en el piñerismo. El ministro, señalan sus cercanos, comenzará a desplegarse con fuerza en terreno a través de todo el país y buscará potenciar su caballo de batalla: la agenda de seguridad. Por otro lado está Lavín, uno de los ministros mejor evaluados y cuyo destino está amarrado a su gestión en Educación.

Ahora, con Golborne en escena, Piñera ha comenzado a esbozar el tratamiento que le dará en los próximos meses. Quizás el mejor ejemplo sea la invitación especial que le realizó para que lo acompañe a la cumbre de Apec, que se realizará en noviembre en Japón.