Hace más de una década que el artista Andrés Durán (1974) está interesado en aquellos fenómenos urbanos que, a pesar de su rareza, pasan desapercibidos para el ciudadano común. Partió con una serie sobre los carteles publicitarios; siguió con el registro de la estética de los restaurantes chinos, sus techos de pagoda y luces de neón, y hace más de cuatro años se embarcó en el estudio de las esculturas de próceres que viven silenciosas en Santiago. El resultado fue Monumento editado, que el año pasado ganó el premio Descubrimiento en PhotoEspaña, el principal evento de fotografía de Iberoamérica. Gracias a ello, este año volvió al evento- que dura hasta el 27 de agosto- con una muestra individual en Madrid.

En ella, el fotógrafo exhibe sus monumentos a próceres latinoamericanos, instalados en Santiago, Buenos Aires y Lima , pero que son intervenidos digitalmente: oculta su identidad con un trozo de cemento o mármol.

"Hay una cierta poética en mostrarlos en España; es como tomar estas esculturas que fueron hechas originalmente en Europa para llevarlas a Latinoamérica, donde se instalan como propaganda política, y ahora se devuelven a su lugar de origen, pero alteradas", dice Durán. "Son presidentes, militares latinoamericanos que posan como si fuesen Napoleón o Carlos III. Hay algo de la colonización que persiste en esas figuras, pero la realidad es que muy pocos saben quiénes son estos próceres o qué hicieron. Al ocultarlos, lo que hago es visibilizarlos", explica.

Actualmente, el artista exhibe algunas de estas obras en dos muestras colectivas en Metales Pesados Visual, galería que lo representa, y en la Sala de Arte CCU, que en 2015 lo becó con una residencia en Nueva York. Allí Durán hizo monumentos editados en la Sexta Avenida, que antes se llamaba Avenida Las Américas. "Se bautizó así para estrechar lazos con Latinoamérica. Están Simón Bolívar, San Martín y José Martí; las mismas esculturas se reparten en el resto de los países, solo varían los pedestales", dice el fotógrafo, quien planea una muestra de su trabajo completo para 2019, y editará un libro con la curadora Andrea Jösch.

"Me sorprendí con el sistema de PhotoEspaña, donde puedes mostrarle tu portafolio a una comisión de curadores y directores de museos, quienes te dan la posibilidad de hacer circular tu trabajo, algo que no sucede tanto en el arte", dice Durán, quien en ese sentido critica la labor de las agregadurías culturales.

"Me pasó en PhotoEspaña y en Argentina, donde tuve nula respuestas de los agregados culturales (Daniella González en Madrid y María José Fontecilla en Buenos Aires). Más que apoyo financiero me hubiese gustado que se hicieran presentes en la muestra o hicieran de puente con contactos que yo no tengo; pero no contestaron a nuestros llamados. Es algo que pasa, pero no muchos lo comentan. A mi parecer, los agregados culturales deberían ayudar al artista a ponerlos en el mapa, si no no sirve de nada el apoyo que da el Estado y la empresa privada. Es plata perdida. Se habla mucho de la internacionalización del arte chileno, pero no sólo se trata de exhibir fuera, sino de crear una red de circulación", concluye.