Cuando el pasado 14 de abril se conoció que 276 niñas habían sido secuestradas por el grupo armado Boko Haram, en la localidad de Chibok en Nigeria, Gerald y Lois Neher no quedaron indiferentes. Porque la pareja de profesores estadounidenses -que actualmente vive en McPherson, Kansas- ayudó, en la década de los 50 y 60, en la expansión del colegio al que pertenecían las jóvenes. "Nosotros ya no tenemos contacto con ellos, pero creemos que las niñas pueden ser bisnietas de algunos de los que les hicimos clases", cuenta Lois en conversación con La Tercera.

Siendo muy jóvenes y con un hijo de ocho meses, Lois y Gerald decidieron participar de las misiones que tenía en ese país la Iglesia bautista Brethern, de la que ellos eran miembros. Así llegaron a la aldea de Chibok, en 1954. "Nuestro grupo religioso desarrollaba colegios, hacían trabajos médicos y de agricultura. Lois fue profesora y yo me dediqué a enseñar técnicas agrícolas", señaló Gerald a este diario.

Cuando llegaron se enfrentaron a otra realidad, ya que en ese entonces todo era "muy primitivo". Por ejemplo, el pueblo no tenía calles e incluso, sus habitantes tenían la temporada de lluvia y la temporada para usar las carreteras. Durante la primera, no se podía salir de Chibok, excepto caminando o en bicicleta.

"La temporada de la lluvia está por acercarse y será cada vez más difícil encontrar a las niñas (secuestradas", advierte Gerald.

"Cuando llegamos el colegio era sólo de niños. En ese entonces, no les gustaba mandar a las niñas al colegio. La gente quería que las niñas ayudaran en tareas como traer agua y transportar madera. Ellas comenzaron a llegar probablemente durante la década del 70, después de nuestra partida del país en 1968", recuerda Lois.

Gerald agrega que la mayoría de los estudiantes no sólo provenía de Chibok, sino que también de aldeas vecinas y que la edad de sus alumnos abarcaba desde los seis hasta los 18 años. "Los útiles escolares eran muy escasos, así es que había que usar cualquier cosa que estuviera disponible, por lo que muchos niños usaban palos y escribían en el suelo", señala, agregando que si bien la vida ha cambiado, aún se mantienen costumbres como las que tenían durante su estadía. "En Chibok, la gente de la misma edad hace lazos fuertes, incluso las niñas hacen juegos de confianza en los que se reúnen en un círculo con una niña al medio, que se echa para atrás hasta que una de ellas la sostiene antes de caer al suelo. No es extraño verlas caminando tomadas de la mano", recuerda.

Los Neher estuvieron cerca de cinco años en Chibok y cuando abandonaron el lugar, el colegio tenía cerca de 70 estudiantes. Posteriormente se fueron a Kwarki, otra localidad del norte nigeriano, donde permanecieron varios años antes de volver a Kansas. En 2011, la pareja escribió un libro contando su experiencia: Life among the Chibok of Nigeria ("La vida entre la gente de Chibok en Nigeria").

Gerald señala que la vida era muy apacible durante los años que estuvieron en el país. En Chibok vivían musulmanes y algunos cristianos, pero la mayoría era animista (concepto que engloba diversas creencias en las que tanto objetos como cualquier elemento del mundo natural están dotados de alma y son venerados o temidos como dioses). "La relación con los musulmanes era buena, eran todos amigos. Cuando estábamos ahí, no había enemistad", señala Gerald.

Cuando escuchó la noticia del secuestro, la pareja quedó impactada. "Ellos no dudan en matar a alguien, han estado en varias de nuestras iglesias en Chibok, aun antes de secuestrar a las niñas, hace poco mataron ahí a 23 personas. No era así cuando estábamos allá", dice Lois. "Boko Haram son de afuera. Los habitantes de Chibok son agricultores, ellos se llevan bien, todo es muy pacífico. En cambio, desde hace cinco años Boko Haram llegó sólo a causar problemas. En vez de ayudar, ellos sólo quieren establecer un estado islámico en Nigeria. Ese es su propósito", añade Gerald.

Ambos dicen que es muy positiva la campaña internacional que se ha realizado a favor de las niñas. "Nos encantaría poder hacer algo, pero es difícil para nosotros. Estamos contentos de que al fin el gobierno (de EE.UU.) se haya involucrado en el problema", concluyen.