El pasado martes 4 de noviembre fue un día negro para la familia de Diego Schmidt-Hebbel Nehus, el joven universitario que fue asesinado en la puerta de la casa de su polola, María Belén Molina, cuando un sujeto intentaba ingresar para robar en el inmueble.

Todo pasó muy rápido, ya que la Policía de Investigaciones detuvo esa misma noche al homicida, identificado como José Mario Ruz Rodríguez, de 44 años, quien confesó de inmediato el delito, pidiéndole perdón a la familia del joven y a su mujer.

LOS RELATOS
José Ruz (el asesino): "Ella (Pilar Pérez) me dijo que la niña salía a las 8 de la mañana de la casa. Incluso me hizo un dibujo, explicándome las distintas piezas y su distribución. Me dijo que la Nena vivía en el último dormitorio del tercer piso y que el matrimonio vivía en la pieza anterior. Que había tres dormitorios en el tercer piso. En el segundo piso me dijo que había una oficina del español donde tenía sus cosas y una caja de fondos. Me dijo que había plata en la caja".

Lunes 3 de noviembre, 07.30 horas, calle Seminario.
José Ruz: "Fui a la casa, estacioné el auto a la vuelta de Seminario. Andaba con la pistola, pero no fui capaz de bajarme. Me volví a mi casa,  llegué como a las 9 (...) me llamó por teléfono (Pilar), yo le dije que no llegaron las otras personas para hacer el trabajo, porque iba a haber más personas para hacer el trabajo".

Martes 4 de noviembre, 06.00 horas, casa de Ruz en La Florida.
José Ruz: "Me levanté a las 06.00 de la mañana. Me vestí con jeans, un gorro y con lentes (...) me puse la chaqueta estilo militar".

07.45 horas, calle Seminario
María Belén, polola de Diego: "Tocaron el timbre, llegó Diego (...). En ese momento un sujeto que se encontraba detrás, empuja a Diego con la finalidad de poder entrar, provocándose un forcejeo. Diego intentó protegerme, trataba de sacarlo de la casa, pero el sujeto se resistía".

José Ruz: "Me estacioné y me bajé. Llevaba la pistola en el banano color rojo y un bolso oscuro. Me puse frente a la casa por esa misma vereda. Llegó un joven alto, tocó el timbre y yo me puse al lado. Sonó el tac de la puerta y yo saqué la pistola del banano y cuando abrieron la puerta, los empujé hacia adentro. Ahí comenzó el forcejeo. Yo nunca hablé, él tampoco. La niña gritaba. La pistola estaba en mi mano y en el forcejeo se salieron dos tiros y uno le dio".

Agustín Molina, padre de María Belén: "A raíz de los gritos de mi hija, bajo la escalera con el objeto de ayudar. María Belén gritaba que estaban asaltando a Diego, momento en que escuchamos dos disparos. Veo a Diego en el suelo herido".

Gloria Ximena Pérez López, madre de María Belén: "El pololo de mi hija María Belén Molina tocó el citófono como todos los días. Mi hija bajó la escalera y en ese instante sentí gritos de ayuda".

Agustín Molina: "Mi hija no me dejaba salir pues me gritaba que este hombre me podía matar. Logro poner a un lado a mi hija y abro la puerta observando que el sujeto ya no estaba en el lugar, saliendo en su persecución, pese a que en ese momento me encontraba vestido con pijama corriendo tras éste por calle Seminario (...). A esa distancia pude escuchar los gritos desgarradores de mi hija, ante lo cual me devuelvo a casa".

P. A. (testigo): "Gritan: asesino, que lo detengan. Me bajo del auto, y veo a un tipo de 1.70 aproximadamente. Casaca camuflada de unos 50 años, pelo al rape que mostraba un arma en su chaqueta. Cruzó por Seminario, entró por Matte Pérez y se subió en el tercer auto estacionado, un Kia Pop Rojo. Mostraba manchas de sangre en el rostro, luego conduje al lugar del hecho a entregar la patente a Carabineros. En el lugar se encontraba un joven en el suelo con un impacto de bala en el cuello y todo ensangrentado".

José Ruz: "Me fui caminando muy rápido. Escuché que atrás gritaba el español. Me encontré con un sujeto que estaba en la vereda, le hice un movimiento con la mano como sacar una pistola y él se corrió. Me subí al auto y tiré el bolso al asiento de atrás".

C. D. (testigo): "Iba en dirección al norte por la calle Seminario cuando veo que hay un herido a bala en el suelo desangrándose, mientras que su polola gritaba desesperada que la ayudaran. Me acerqué a ella intentando ayudarla. Llamé a Carabineros y seguridad ciudadana. El herido estaba en el suelo hasta que llegó la ambulancia. Cuando estaba en el semáforo vi al hombre que disparó. No vi el arma ni nada por el estilo, solo lo vi de espalda. Era de estatura media, calvo, usaba jeans, una chaqueta de camuflaje y llevaba un bolso grande".

Vivian Schmidt-Hebbel Niehaus (hermana de Diego).
"Alrededor de las 07.50 horas, en circunstancias que me encontraba en dirección a la Universidad Católica en avenida Vicuña Mackenna, recibí un llamado vía teléfono celular de María Belén Molina, quien es la polola de mi hermano, indicándome que mi hermano había sufrido un robo y que había sido trasladado de urgencia a la Posta Central, por lo cual me trasladara en forma inmediata al centro asistencial. Una vez en el lugar me pude percatar de que mi hermano había sufrido un impacto de bala en su cuello, por lo que estaba internado de urgencia".

Casa de María del Pilar
Julio Castillo (mayordomo): "En la mañana sentí unos balazos y unos golpes en la puerta. Los perros ladraron. Me asomé por la ventana y veo a Diego lleno de sangre en el piso y veo a Belén que grita: Diego, despierta. Pilar se incorporó cuando la Belén gritaba. Abrí la ventana para poder asomarme y mirar bien. La Pilar también se asomó. Quedamos asombrados. Ella iba a bajar pero no bajó. Se fue a bañar y tomamos desayuno. Más tarde su hija Rocío la llamó para contarle de la muerte de Diego. De inmediato hizo unos cheques y me dijo que los fuera a pagar. Se fue a acostar y no quiso almorzar".
Casa de José Ruz en La Florida

José Ruz: "Llegué a mi casa, desarmé la pistola, lavé la ropa pero no quedó limpia. Las zapatillas las lavé también. El resto de la ropa la quemé con bencina y luego la boté. Me rasuré el pelo solo. Me fui al (café) Ikabaru tipo 11.15 horas en metro. De ahí me fui al Kournikova. Estuve ahí, me tomé un café, luego otro. No quería que me vieran llorando (...). Llamé a Pilar y le dije: quedó la cagá, llámame.