Un mar de azafrán da la bienvenida a Narendra Modi. Miles de personas se arremolinan en las calles de la capital india para celebrar su paso victorioso, con la bandera anaranjada del partido nacionalista hindú BJP en la mano, collares de flores en el cuello o una máscara con el rostro del líder cubriéndoles la cara. Cuando aparece el primer ministro electo, un ruido ensordecedor se apodera del momento.

"Tenemos grandes esperanzas puestas en Modi. No hay otro tan fuerte como él", dice Poornima Rawat.

Las expectativas, alentadas por el político, son enormes. Modi deberá crear los millones de puestos de trabajo que necesita la creciente población india; tendrá que construir calles y puentes, sistemas de agua y electricidad, vías y canales y habrá de conseguir que los indios recuperen el orgullo por su país. De momento, ya ha cambiado el eslogan de su partido que ahora se lee: "Una India, la mejor India".

Modi, de 63 años, y su BJP lograron la mayoría absoluta en la cámara baja, algo que nadie había conseguido en las tres últimas décadas. Sin embargo, en la cámara alta tendrá que acudir a numerosos aliados, explica Akashay Mathur, director del think tank Gateway House. "Y ahí podría tener que hacer frente a cierta resistencia". 

La impaciencia también es enorme. El gobierno comenzará su legislatura "bajo una fuerte presión por las expectativas desatadas y se verá obligado a abordar de inmediato sus promesas electorales", escribe la fundación Konrad-Adenauer. 

En primer lugar, es necesaria una reforma burocrática y combatir la corrupción. Pero además, están la mejora de las infraestructuras y el aprovisionamiento energético. Y es que India es uno de los mayores importadores de electricidad del mundo, pero con frecuencia hay cortes en todo el país, a menudo de varias horas. 

Para el presidente del partido BJP, Rajnath Singh, la principal tarea es "reconducir la economía del país a la senda del crecimiento". En este sentido, combatir la galopante inflación y el desempleo son los temas clave, añadió el portavoz Prakash Javadekar. Y es que sea lo que sea lo que suceda, el partido tiene una solución para cada problema, añadió.

Empresarios e industrias han seguido este credo, concediendo al BJP, y sobre todo a Modi, un voto de confianza. Ahora esperan que se facilite la compra de terrenos y se acelere el reparto de permisos. "Pero precisamente en la adquisición de terrenos, organización y policía, los estados son quienes tienen el poder. India es un sistema federal", apunta Mathur, de Gateway House. No obstante, el experto confía en un pronto repunte de la economía. "Modi puede hacer muchas cosas, y las posibilidades de que lo haga son buenas".

Lo que no está nada claro es cómo organizará Modi su política exterior y de seguridad, escribe Rekha Chowdhary en el East-Asia-Forum. El primer ministro electo tiene fama de no ser bueno a la hora de hablar con los musulmanes y durante la campaña electoral repitió varias veces que en cuanto llegara al poder, los inmigrantes indocumentados procedentes de Bangladesh tendrían que hacer las maletas. 

Con todo, la jefa de gobierno bangladesí, Sheikh Hasina, felicitó a Modi por su victoria, al igual que el primer ministro paquistaní, Nawaz Sharif. Según la agencia de noticias india IANS, recibió invitaciones por parte de ambos. Y es que tras diez años de punto muerto en las conversaciones con sus vecinos, por fin vuelve a haber esperanza en un proceso de paz, añade Chowdhary.