A los 13 años, un adolescente no tiene muchas claridades, pero ya ha aprendido una serie de artimañas del mundo que lo rodea. Y si eso ya suena a problemas, lo que viene es peor: ese mismo adolescente, como todos los demás de su edad, está en plenas capacidades para partir poniendo en práctica cada una de las estrategias de manipulación que le sirven para conseguir lo único que importa a esas alturas: libertad.
"El desafío de la paternidad en esta etapa es hacer frente al aumento de conflictos y de las mentiras", explica el sicólogo estadounidense Carl Pickhardt, especialista en terapia familiar y autor de más de 10 libros sobre crianza. En la mitad de la adolescencia, dice el especialista, los jóvenes quieren experimentar en compañía de amigos y esa es precisamente su lucha diaria.
Aunque no todo es tan oscuro a esta edad. De acuerdo con el autor, si en la temprana adolescencia 9 a 13 años) las prohibiciones de los padres suelen alentar al niño a desobedecer, y en la adolescencia tardía (15 a 18) las prohibiciones suelen no tomarse en cuenta por el bien de la independencia, en esta etapa, entre los 13 y los 15, muchas veces "los límites que imponen los padres pueden ser de una ayuda inestimable: a menudo, los jóvenes están tan abrumados por las posibilidades de libertad, que un 'no' resuelve una situación que que les estaba costando enfrentar".
Para cumplir el mandato que impone su edad, los jóvenes entre 13 y 15 años recurren a esas artimañas aprendidas. Especialmente a seis, que Pickhardt califica como "extorsiones" y para las que describe las posibles estrategias que deberían usar los padres.
1. Esperar hasta último minuto: Esta es la táctica del "tengo que decir altiro si sí o si no", "es que me están esperando para saber si voy". Pickhardt la llama "extorsión de tiempo" y, según sus recomendaciones, la mejor manera de enfrentarla es siendo muy claro: "Si me estás diciendo que tengo que contestar ahora o no sirve, la respuesta es no. Cuando quieras pedir permiso, tienes que darnos el tiempo necesario para pensar y discutir la situación contigo".
2. La presión del grupo: Una estrategia recurrente y muy efectiva en términos de manipulación adolescente, es la de pedir permiso en frente de todo el grupo de amigos a los que "supuestamente" sus respectivos padres ya les han dado permiso. La idea acá es crear una situación socialmente torpe si se demora la respuesta de los "únicos" padres a los que resta convencer. "Dime que sí", pide el adolescente con todo el apoyo silencioso del grupo. Para salir de la presión social, el sicólogo dice que lo mejor es transparentar la situación: "Vamos a otra pieza a conversar este asunto. Tus amigos te pueden esperar aquí".
3. Las pataletas: Esta es una de las más básicas, porque recurre a las rabietas infantiles. La idea es salirse con la suya a toda costa, por lo que conseguir el permiso para salir pasa a ser una cosa de vida o muerte, o más, de no conseguirlo -anuncian- tendrán un trauma de por vida. "Nunca más me van a invitar a salir, siempre me haces lo mismo", "soy la única que no va", "te voy a odiar para siempre". Ante esto, es decir, ante una pataleta, lo mejor es una respuesta eficaz que no considere réplica: "Estás actuando de manera irracional, cuando quieras discutir razonablemente la situación, aquí estaremos, pero así no".
4. Ofertas mil: Cuando las cosas no están resultando y entrar en conflicto no es un camino posible, los adolescentes echan mano de las promesas, esas que nunca van a cumplir y que, la mayoría de las veces, exceden su propia realidad como, por ejemplo, las del tipo "si me dejas ir hoy, te prometo que me quedo en la casa toda la próxima semana". Para esta estrategia, una buena reacción, dice Pickhardt, es establecer los tiempos de acción: "Nuestra decisión está basada en lo que pides hoy, no en lo que sucederá más adelante ni en lo que puedas ofrecer a cambio".
5. Sobreinformación: Esta es quizás la artimaña más difícil de identificar, justamente, porque está hecha para dejar contentos a los padres con nada. Es la táctica de la sobreinformación, es decir, el adolescente entrega tantos datos poco relevantes, que procesarlos es una tarea lenta e impide darse cuenta de los detalles que faltan. Lo central acá es provocar la pérdida de interés y concentración por parte de los padres que, a su vez, se sentirán de lo más informados. Aquí, la única recomendación es estar atento y concentrado.
6. Sobrecarga de oposición: Una de las más difíciles de enfrentar. El adolescente llega a ser tan conflictivo cada vez que pide permiso, que los padres evitan poner los límites para evitar un encuentro irritable. Y en general, los adultos prefieren encontrar "un buen momento" para plantear su posición. "No hay mejores tiempos para plantear cuestiones difíciles", dice el sicólogo. "Es mejor aceptar eso desde el principio" y enfrentar las situaciones en la medida que se vayan dando, aconseja Pickhardt.