El departamento alemán de Defensa de la Constitución advierte del peligro de un nuevo terrorismo ultraderechista en el país, según el informe anual de los servicios secretos del ministerio de Interior, que será presentado hoy.
El número de ultraderechistas violentos detectados en Alemania aumentó el año pasado de 9.500 a 9.800, de acuerdo con esas cifras, avanzadas por el diario "Passauer Neue Presse", previa a su presentación por el ministro de Interior, Hans-Peter Friedrich.
Asimismo, se registró un aumento de las manifestaciones ultraderechistas, hasta situarse en la cifra récord de 260, mientras que el número de delitos atribuidos al radicalismo de derechas se incrementó en un 3% hasta situarse en 16.873.
El informe del departamento de Defensa de la Constitución advierte, asimismo, del incremento de la disposición a la violencia entre la izquierda radical, así como de la creciente peligrosidad del movimiento salafista, una minoría integrada por unas 3.800 personas dentro del colectivo musulmán.
La atención del informe está, sin embargo, centrada en la observación de los grupos ultraderechistas, cuestión que ha puesto en entredicho la acción del departamento y precipitado el relevo en su cúpula.
El presidente del departamento, Heinz Fromm, anunció su dimisión hace unas semanas, que se hará efectiva a final de este mes, tras revelarse que el propio espionaje de Interior había destruido importantes actas en el curso de sus investigaciones sobre la célula neonazi denominada Clandestinidad Nacionalsocialista (NSU).
La existencia de ese grupo, autor de los asesinatos en serie de nueve inmigrantes y una policía a lo largo de casi diez años, salió a relucir en noviembre del año pasado, a raíz del suicidio de dos de sus integrantes, Uwe Böhnhard y Uwe Mundlos.
La célula, con numerosos cómplices en los ambientes neonazis, la completaba una mujer, Beate Zschäpe, quien se entregó a las autoridades tras volar por los aires una vivienda de Zwickau (este), que servía de refugio y base de operaciones al trío asesino.
La NSU actuaba desde 1998, cometió impunemente diez asesinatos, el último de los cuales, en 2011, una agente de la policía, y alternó esos crímenes con atracos a bancos y atentados, sin que las fuerzas de seguridad llegaran a actuar.
Fromm admitió hace dos semanas la destrucción de actas recabadas por su departamento, aunque lo achacó a un error, no a una acción deliberada, a lo que siguió su anunció de dimisión.