Había sido graficado como el mayor avance en seis décadas en la relación entre Estados Unidos y Cuba, pero desde hoy quedará como letra muerta. El marco acordado el año pasado entre Barack Obama y Raúl Castro fue desahuciado este viernes por el nuevo mandatario estadounidense, Donald Trump, quien exigió una serie de concesiones a la isla antes de volver a negociar un acuerdo "mucho mejor", según aseguró.
La ruptura es emblemática porque era uno de los grandes logros en política exterior de Obama. Sin embargo, no es el primer tema en que el gobierno de Trump ha optado por buscar una diferenciación radical de su antecesor.
Desde el inicio de su mandato, para el nuevo presidente un punto clave a modificar es el del actual sistema de seguros de salud, una reforma central de los ocho años del mandatario demócrata y que es conocida coloquialmente como el "Obamacare".
En realidad, Trump no está solo. Dado que el sistema en la práctica obliga a tener un seguro de salud a trabajadores que antes optaban por no hacerlo -y más allá de que el mecanismo ha ayudado a mejorar la cobertura en muchos grupos, especialmente los más pobres-, eliminar esa exigencia y terminar con el "Obamacare" ha sido, desde hace siete años, un punto central de la plataforma del Partido Republicano.
Con un presidente decidido a tomar acción en el tema y una amplia mayoría republicana en las dos cámaras, todo estaba servido para una decisión rápida.
Excepto que el sistema implantado por Obama tiene modificaciones tan profundas que eliminarlo por completo dejaría a una gran cantidad de estadounidenses en una situación peor de la que están actualmente.
Más aún, las proyecciones independientes de la Oficina de Presupuestos del Congreso indican que cerca de 24 millones de personas perderían su seguro de salud. Es decir, casi 8% de la población.
Con la presión política de no cometer un error, un primer proyecto de Trump fue rechazado por la Cámara de Representantes, pese a tener la mayoría. Y un segundo fue aprobado, pero aún está a la espera de que el Senado lo vote, con el riesgo político de que los propios republicanos entreguen una nueva derrota a su presidente.
Otro tema donde Trump ha marcado claras diferencias con Obama es el de la inmigración. No sólo con sus intentos por prohibir el ingreso de ciudadanos de países árabes a Estados Unidos, sino también respecto a qué hacer con los inmigrantes ilegales que ya están en territorio estadounidense.
De hecho, Obama emitió órdenes ejecutivas que entregaban protección a ciertos grupos de inmigrantes ilegales para no ser deportados. Y su administración esta semana eliminó el programa DAPA, que permitía que padres indocumentados cuyos hijos sí tienen la ciudadanía estadounidenses pudieran permanecer en el país.
Sin embargo, el gobierno de Trump señaló ayer que mantendrá el DACA, un programa que permite que quienes ingresaron ilegalmente a Estados Unidos siendo menores de edad permanezcan en el país. Una decisión que, se calcula, beneficia a cerca de 800 mil personas.