Muchos factores pueden incidir en un mal dormir, pero sin duda los factores principales están asociados a mayores preocupaciones, estrés, incertidumbre, algún trastorno de ánimo o depresión.
Sin embargo, este problema se puede tornar más complejo aún, cuando no tenemos una causa aparente de la falta de conciliación de sueño lo que nos provoca una mala calidad de vida, exponernos a accidentes o a poner en riesgo nuestra salud.
Los especialistas del Programa Medicina del Sueño de la Red de Salud UC dividen los trastornos del sueño en cuatro categorías principales: insomnio o dificultad para conciliar o mantener un sueño continuo durante la noche; hipersomnolencia o somnolencia diurna excesiva que impide mantener un estado de alerta adecuado durante el día (apnea del sueño), trastornos del ciclo de sueño vigilia u horarios de sueño cambiados y parasomnias o eventos anormales durante el sueño (trastorno conductual del REM, que significa Rapid Eye Movement o movimiento rápido de ojos).
En la realidad local, un porcentaje no menor de personas, presenta algún tipo de trastorno de sueño, por lo que varios de ellos podrían llegar a tener insomnio crónico, apnea del sueño y el llamado síndrome de piernas inquietas, relacionado muchas veces a dificultad para conciliar el sueño.
TRASTORNOS MAS FRECUENTES
Síndrome de Piernas Inquietas: Se manifiesta por hormigueos, cosquilleos o sensación de malestar en las extremidades inferiores, que produce necesidad compulsiva de mover las piernas para aliviar estas molestias. Se manifiesta especialmente durante la noche y en reposo, por lo que es muy frecuente al irse a acostar, provocando frecuentemente dificultad para conciliar el sueño.
Apnea del sueño: Se caracteriza por la presencia de ronquidos y frecuentes episodios de suspensión de la respiración durante el sueño, que provocan caída en la saturación de oxígeno y microdespertares en la noche. Esta alteración es más frecuente en hombres de edad media, produce exceso de sueño durante el día, es una de las principales causas de hipertensión arterial secundaria y se asocia a mayor riesgo cardiovascular (accidentes cerebrovasculares, infartos del miocardio, arritmias, etc).
Trastorno conductual del REM: Su principal manifestación es la actuación de los sueños, especialmente de aquellos violentos, siendo un factor de daño potencial para el afectado o cónyuge. En este trastorno hay conservación anormal del tono muscular que permite actuar este tipo de sueños. Lo normal durante el sueño REM es la ausencia de tono muscular con un cuerpo virtualmente paralizado, que impide moverse en este periodo.
Trastornos del ciclo de sueño vigilia: Aquí lo central es un horario de sueño fuera de lo convencional. En el síndrome de fase retrasada, los afectados se quedan dormidos muy tarde y para completar un tiempo adecuado de sueño, duermen también hasta muy tarde, lo que genera problemas para llegar temprano al colegio o universidad o más importante aún, al trabajo. Para evitar estos problemas deben levantarse temprano, condición que genera un déficit importante de sueño con somnolencia durante el día, que repercute en las actividades de la vida diaria.
Trastorno alimentario del sueño: En este trastorno no hay dificultad para conciliar el sueño, pero transcurridas unas dos horas de sueño despiertan con una necesidad compulsiva de comer durante la noche. En ocasiones pueden despertar al otro día sin recordar lo ocurrido pero con restos de alimentos en la cama.
La mayoría de estos trastornos tiene tratamiento farmacológico luego de una completa evaluación clínica. Un adecuado descanso conlleva a una rutina sana en los horarios de levantarse y acostarse.
CONSEJOS
La doctora Julia Santin, neuróloga que encabeza al equipo de especialistas UC, señala que hay que crear hábitos del buen dormir para un sueño reparador con simples recomendaciones, como acostarse sólo cuando tenga sueño (no por horario) y levantarse a la misma hora.
Además, no es recomendable practicar actividad física justo antes de dormir, evitar consumo de estimulantes como cafeína, nicotina y alcohol, las comidas muy pesadas, no beber mucha agua porque eso lo puede despertar para ir al baño, evitar ruidos molestos, luz brillante y camas incómodas.
Tampoco es recomendable dormir siestas largas ni muy tardías, y fundamentalmente hay que crear un ambiente apto para el sueño.
Y lo más importante, usar el dormitorio sólo para dormir y no como sala de estar.