Cuando los tres chefs fueron confirmados para integrar el jurado de MasterChef, la producción del programa los presentó y luego los hizo participar en un coaching para conocerse entre ellos y aprender a relacionarse frente a las cámaras.
El "pajarito nuevo" de aquella dinámica fue el francés Yann Yvin, porque además no tenía ninguna experiencia televisiva previa, a diferencia de sus compañeros, Christopher Carpentier y Ennio Carota, quienes se conocían de mucho antes.
Yvin recuerda su primer día ante las cámaras y se ríe porque que "no sabía qué hacer ni qué decir. Me dolía la guata porque nada de lo que tenía que hacer me salía". Con el paso de las semanas se fue soltando y asegura que su único problema actualmente es la memoria. "A mí no me sale ninguna palabra del guión. Me lo aprendo y me lo vuelvo a aprender, pero cuando me toca hablar, se me olvida todo y las palabras me salen como salen", comenta.
Carota y Carpentier, en tanto, no sufrieron ese dilema, porque saben muy bien cómo funciona la televisión y desenvolverse frente a las cámaras es un arte que manejan a la perfección. A pesar de esto, el chef italiano declara: "Estar en MasterChef ha sido como aprender todo de nuevo. Ha sido un nuevo desafío, un nuevo aprendizaje y ha resultado ser asombroso".
Desde el primer capítulo, la premisa que les transmitió la producción era que en su rol de jueces lograran diferenciarse el uno del otro. Y aunque aseguran que lo que la gente y los concursantes ven es espontaneidad pura y que no hay nada muy libreteado, cada uno se ha formado un sello único a la hora de evaluar, y así lo ha percibido la audiencia del espacio.
"Yo disfruto mucho de Ennio y de Yann. Me entretienen sus formas de ser y también aprendo mucho. Según los comentarios que recibo, yo más construyo que destruyo, y no soy tan avasallador. Además, soy el único chileno y eso marca una diferencia en el terreno", explica Carpentier.
En este sentido, Yvin reconoce ser el más duro a la hora de dar un veredicto sobre un plato, pero su excusa es que "para sentirme cómodo en el set me imagino que estoy en mi propia cocina y olvido la cámara, sino me bloqueo. Uso palabras más crudas porque no conozco otras".
Los tres cocineros, que en algunos episodios han botado a la basura algunas preparaciones, y hasta se han negado a comer otras, dicen que jamás se han enfermado del estómago por algunos de los platos en competencia, pero coinciden en la molestia que eso les ha generado como profesionales y amantes de la cocina. Sin embargo, cuando alguno está muy enrabiado hacen el ejercicio de recordar que están frente a personas neófitas en el rubro.
A pesar de que les toma tiempo pensar y nombrar solo un plato malo de todos los que han evaluado en estos casi tres meses, finalmente nombran el capítulo de los cupcakes. "El peor día fue el de los cupckaes, pero también recuerdo el día de los interiores", afirma Carota. A los segundos, Carpentier agrega: "El de los caldillos de congrio y también el de los cupcakes fue decepcionante, porque nadie lo logró. Un desastre". Yvin, en tanto, aún no olvida el de las empanadas.
MasterChef, que ya confirmó una segunda temporada con la presencia de los mismos tres jurados, comienza a vivir esta noche su recta final para culminar los primeros días de febrero. Sólo quedarán cinco concursantes en competencia, y de esos nombres, ninguno es abiertamente el favorito, según los jueces. Aseguran que las cosas en el programa cambian de un capítulo a otro, y concuerdan en que el factor nervios es determinante. "Si me preguntan ahora quién va a ganar, respondo que no tengo idea", asevera Carpentier. Mientras que Yvin dice: "Hay algunos participantes que tienen las capacidades, pero con los nervios no hacen un buen trabajo. El mejor puede terminar siendo el peor".
Para no generar favoritismos, los jurados han mantenido nula relación con los concursantes desde que partieron las grabaciones. Para ingresar al set, explican, Carpentier, Yvin y Carota entran por una puerta, mientras que los participantes, por otra.
La razón de esto, la explica Carota: "La relación que tenemos es la que se ve en pantalla y nada más. No tiene que haber relación entre nosotros y ellos, para que no intervenga en el juicio que hacemos de sus platos".
Por esta misma razón es que tanto gozan viendo el programa desde su casas, como cualquier televidente. Cada capítulo es un verdadero descubrimiento, confiesan, e insisten en no tener idea alguna de las rencillas y alianzas que se arman en medio de las cocinas.
De lo que sí dicen saber es de Top chef (TVN) y el poco impacto mediático que tuvo en las audiencias. "El nivel de participantes, supuestamente profesionales, de Top chef no era lo que uno esperaba. Los platos eran feos y desprolijos, y lo que se veía en pantalla no era ninguna maravilla", reflexiona Carpentier. E Yvin remata: "Lo vi algunas veces y lo encontré aburrido y fome a morir".