Sin lugar a dudas, la visita del Papa Francisco a Chile generó expectativas no solo en un ámbito social y religioso, sino también político. La masiva publicidad en medios de comunicación prometía una instancia de reunión, aprendizaje y esperanza para la comunidad. Pero las cifras y fotografías de la venida papal dijeron todo lo contrario.
En Parque O'Higgins, el Pontífice congregó 400.000 fieles. Pero las imágenes aéreas de la misa realizada en la Base Maquehue, en Temuco, dieron paso a suposiciones que se confirmaron luego de que el Sumo Pontífice oficiara la misa en Playa Lobito, Iquique: la baja concurrencia de asistentes, después de comenzada la homilía, persistió hasta que Francisco dejó el país.
Y las cifras avalaron lo que se vio en las fotografías: la misa de Temuco tuvo una concurrencia de cerca de 200.000 personas -la mitad de la cifra proyectada al inicio-, mientras que a la misa de Campus Lobito llegaron 50.000 personas, a pesar de que el lugar tenía un cupo de 350.000 asistentes.
Incluso, en el Encuentro con los Jóvenes llevado a cabo en el Templo Votivo de Maipú, y ante el panorama vivido en Temuco, se amplió la invitación a personas de todas las edades.
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Crisis de la Iglesia
La baja concurrencia de personas da cuenta de una crisis que vive, en la actualidad, la Iglesia Católica.
"En la previa de la visita del Papa, se supo de una encuesta de Latinobarómetro, donde los chilenos somos los que menos se declaran católicos con un 44% de creyentes, contra otros países de Latinoamérica, que están sobre el 80%. Esto dejó al descubierto que la Iglesia Católica está sufriendo una crisis muy profunda. Yo creo que esto dejó muy preocupados a los obispos chilenos, en particular al Cardenal Ezzati", explicó Germán Silva, Analista Político de la Universidad Mayor.
Los resultados de la encuesta realizada por Latinobarómetro, a propósito de la visita, arrojaron que el país es el que más desconfía de la Iglesia en la región. Uno de cada tres chilenos cree en la institución mientras que, en 1996, cuatro de cada cinco lo hacía.
"El Papa actual vino a recibir un Chile que ha tenido transformaciones sociales importantes, donde uno de los puntos centrales está dado por la baja adhesión que ha tenido la iglesia católica desde los años 90 en adelante" señaló Luis Bahamondes, académico de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile.
"Esto se explica por varios factores. Hoy, se les exige a los líderes religiosos pronunciarse y empatizar con problemáticas sociales, como el aborto o el matrimonio de personas del mismo sexo, temáticas que no son cómodas para la institucionalidad eclesial. El quiebre se va a generar por el vuelco de una iglesia que, antes de la década de los 90, tenía un mayor protagonismo en temáticas de orden social como pobreza y derechos humanos a una iglesia con un discurso sobre temáticas valóricas que van a materializarse, sobretodo, en temas de orden sexual. Por lo tanto, aparece una iglesia más conservadora, una iglesia que comienza a involucrarse en la intimidad del sujeto, lo que parece ser no muy bien mirado por la sociedad chilena", agregó el académico.
El "Efecto Barros"
Pero, la gran piedra en la mochila de la Iglesia Católica, en estos momentos, es el peso de los abusos sexuales a menores cometidos por personas pertenecientes al mundo religioso. La noticia de que el obispo de Osorno, Juan Barros, pudiese tener conocimiento sobre los delitos cometidos por el sacerdote Fernando Karadima y que, además, Barros estuviese como cocelebrante en la misa realizada en Parque O'Higgins, es el principal motivo que explicaría la baja asistencia de personas a los eventos papales.
El doctor en sociología y académico del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago de Chile, Cristian Parker, afirma que "incide, ciertamente, lo que yo llamo "el efecto Barros". Es esta presencia polémica del obispo Barros en todas las misas del Papa que, con su sola presencia, contradice aquello que el Papa está planteando, sobretodo el perdón que pide respecto a los abusos sexuales por parte de ministros de la iglesia".
"El efecto Barros fue un coletazo de la profunda incidencia que ha tenido en la iglesia chilena (el caso de) Karadima y todos los otros casos de abuso. Estamos en una iglesia católica, en este caso, que tiene una extremada sensibilidad respecto a cuestiones que han sido gravísimas y, sobretodo, una sensibilidad hacia qué se ha hecho, cómo se han abordado estos temas de abusos a menores. En ese contexto, el efecto Barros eclipsó la visita del Papa y desmotivó la participación de muchos católicos que estaban dudando si iban o no, entonces se restan".
"Las declaraciones que hizo el Papa han tenido, y van a tener, una repercusión enorme en lo que va a ser el impacto de su visita y la interpretación que esta va a tener, porque esas declaraciones ocultan, por así decirlo, invisibilizan gran parte de lo que el Papa dijo en sus homilías y discursos", menciona Parker.
Otros factores
La baja audiencia en los eventos papales puede ser explicada, también, por el verano. Enero es un mes en donde la mayoría se toma vacaciones, principalmente con los niños. A esto, se suman las altas temperaturas registradas en la región Metropolitana.
"Incide una cuestión un poco más histórica en el sentido de que el catolicismo en Chile ha ido disminuyendo, y han ido creciendo otras alternativas religiosas, como la religión evangélica, lo que significa que el país que visita Francisco no es el mismo que visitó Juan Pablo II, desde el punto de vista católico", detalla Cristian Parker.
"También incide el tema de seguridad. Un componente adicional fue la serie de atentados incendiarios a un conjunto de iglesias que obligaron a tomar medidas que, al final de cuentas, son restrictivas para la participación de la gente", finaliza el sociólogo.