Los Veintisiete se han mostrado hoy divididos ante la creación de un supervisor bancario único para la eurozona, diferencias que amenazan el objetivo de Bruselas de tener en marcha este organismo de control a partir del 1 de enero de 2013 y que auguran varios meses de complejas negociaciones.
En la reunión de ministros de Economía de la UE (Ecofin), los Estados miembros han analizado por primera vez la propuesta de la Comisión Europea para avanzar hacia una unión bancaria, en la que el Banco Central Europeo (BCE) asumirá los poderes de supervisión de todos los bancos de la zona del euro.
El comisario europeo de Mercado Interior y Servicios Financieros, Michel Barnier, reconoció en rueda de prensa las dificultades que existen para alcanzar un consenso en torno a la propuesta.
"Es mi trabajo construir compromisos dinámicos. Francamente, no me ha sorprendido la discusión, las críticas, ni los apoyos", afirmó Barnier, quien advirtió: "No tenemos tiempo que perder".
Algunos Estados miembros, con Alemania a la cabeza, han expresado su escepticismo -o incluso resistencia- sobre la posibilidad de que el BCE asuma en enero los poderes de supervisor bancario de las 6.000 entidades financieras que hay en la eurozona.
En este sentido, el comisario precisó que, aunque el BCE estrene el estatus de supervisor bancario el 1 de enero, no asumirá de entrada todas las labores de supervisión cotidiana, sino que irá asumiendo competencias "paso a paso" a lo largo de 2013 y 2014.
"Sé que el calendario es ambicioso, exigente, pero pienso que es realista y necesario", insistió Barnier.
España respalda esta postura y se mostró a favor de "mantener las fechas", según dijo el ministro de Economía, Luis de Guindos, en rueda de prensa tras el Ecofin.
La puesta en marcha del supervisor único beneficiará a España, ya que permitirá al país acceder a la recapitalización directa de la banca, con lo que la ayuda financiera concedida por los socios europeos al país dejará de computar como deuda.
La discusión sobre las fechas esconde también diferencias más profundas entre los Veintisiete sobre cuestiones de fondo.
Uno de los puntos más problemáticos es cómo afectará la creación de este supervisor único para la zona euro a los diez Estados miembros restantes que no comparten la moneda única, tanto si se unen de manera voluntaria o no.
Barnier reconoció que existe un "problema jurídico" en la propuesta de la Comisión, que no prevé derecho de voto para los países de fuera de la eurozona que participen en la supervisión bancaria, un punto rechazado frontalmente por Suecia y otros países.
"Vamos a seguir trabajando para mejorar la asociación de todos los países", aseguró el comisario, quien garantizó que todos los Estados que participen tendrán acceso a toda la información necesaria y derecho a voto.
Otra de las cuestiones que preocupaban a los países sin euro es que el BCE quedara al margen de las decisiones de la Autoridad Bancaria Europea (EBA en inglés), un punto que Barnier y el vicepresidente del BCE, Vítor Constancio, han negado.
"El BCE tendrá que cumplir con las decisiones de la EBA como cualquier otro supervisor en los Veintisiete", señalo Constancio.
El comisario y el vicepresidente del BCE también indicaron que la aplicación de políticas macro-prudenciales (para prevenir futuras crisis) dictadas por el supervisor único no se extenderá a los Veintisiete, sino que se mantendrá la flexibilidad vigente.
Constancio trató también de calmar el temor de algunos países a que sus autoridades nacionales pierdan toda sus competencias de supervisión en beneficio de Fráncfort, al asegurar que la institución trabajará de una manera "muy descentralizada", mano a mano con los bancos centrales nacionales.
Además, aseguró que el BCE rendirá cuentas sobre sus tareas de supervisión.