LA situación es que la radio fue tomada. Tenemos a tres argentinos". Ese fue el mensaje que el locutor de la estación islas Falkland o Malvinas, Patrick Watts, dio a sus auditores la mañana del 2 de abril de 1982, día en que los soldados argentinos realizaron su desembarco al archipiélago. De fondo se escuchaban gritos en español. Según Watts, un uniformado lo apuntó, ante lo cual él le dijo: "Si sacas esa arma de mi espalda voy a transmitir lo que quieras. No voy a hablar con un arma en mi espalda".

Watts ahora se dedica a realizar excursiones tanto a sitios turísticos como a lugares ligados a la guerra, como Wireless Ridge, donde se produjeron los últimos combates y en donde aún es posible ver zapatillas en cuya planta dice "industria argentina", pedazos de tela de las carpas que fabricaban los soldados transandino para refugiarse, pasta de dientes y restos de armamentos, entre otras cosas.

La guerra de las Malvinas se desarrolló desde ese 2 de abril hasta el 14 de junio de 1982. Durante el conflicto murieron 649 argentinos y 258 británicos. En Puerto Stanley sólo es posible ver un memorial por la guerra en la calle principal, casi al lado de Thatcher Drive, en alusión a la premier británica durante el conflicto. Libros sobre su vida también se encuentran en las tiendas de la ciudad. Los vestigios del conflicto se encuentran en las afueras, como también las minas antipersonales, de las que aún quedan 22 mil sin desactivar. Además, en el cementerio donde yacen los soldados argentinos fallecidos, aún hay cruces sin nombres.

El trabajo de Watts se transformó en esencial para mantener a los isleños informados de lo que ocurría, ya que la radio era el único medio de comunicación existente y continuó trabajando hasta que los argentinos se hicieron cargo de ella.

Así fue cómo la chilena Celia Short, de 30 años en ese entonces, escuchó desde Port Louis del desembarco. "Yo era radioaficionada y apenas supe lo que ocurría escondimos nuestra radio, para que los argentinos no supieran que la teníamos. Este medio fue esencial para nosotros, yo estaba alejada de Stanley, así que no tenía otra forma de comunicarme".

Mientras, Watts vivía una situación extraña con los cuatro civiles que llegaron a trabajar a la estación, porque sólo uno de ellos sabía inglés. Sin embargo, no tuvo problemas con él, con lo cual no fue difícil redactar en conjunto las noticias. Aún no olvida cuáles tuvo que dar conocer. "Tuve que anunciar que íbamos a conducir por el lado derecho. Eso era un gran cambio para nosotros. Otro anuncio difícil fue decirle a los isleños que los colegios iban a enseñar en español, nos dijeron que eso sería así nos gustara o no. Los pesos argentinos serían la moneda legal", recuerda.

Durante el conflicto, Watts estaba preocupado por lo que le podía ocurrir a su familia y amigos en la ciudad. Sin embargo, los argentinos le dijeron que no pelearían en Stanley, lo cual cree que salvo muchas vidas. No obstante, el entonces director de Educación, John Fowler, fue testigo de la muerte de tres mujeres en su casa, las únicas víctimas civiles del conflicto en la ciudad. "Un misil británico se desvío y llegó a nuestra casa la madrugada del 12 de junio. Creo que ese fue un punto de cambio para la gente de Stanley. Hasta ese entonces nos sentíamos inmunes del conflicto, pero ahí nos dimos cuenta que nos podía llegar a todos", señala.

A medida que pasaba el tiempo, los argentinos tomaron los vehículos Land Rover 4x4 muy populares en la isla y los usaron en la guerra. Se decretó el toque de queda desde las cuatro de la tarde hasta las ocho de la mañana. Además, comenzaron los apagones en las casas y nadie podía prender una luz, porque sino eran amenazados con ser detenidos.

Pese a los momentos duros vividos por Fowler, el embarazo de su esposa Veronica le sirvió para distraerse. Su segundo hijo, Dan, nació el 13 de abril de 1982. John Fowler no quería que el certificado de nacimiento de su hijo lo emitieran las autoridades argentinas, por lo que fue al registro y esperó hasta que los nuevos funcionarios se fueran a almorzar. Ahí estaba Fran Biggs, quien hoy trabaja en el diario Penguin News y que en ese entonces tenía un puesto de bajo rango. "Le pregunté si podía inscribir a mi hijo en el registro británico y me dijo que no tenía la autoridad. Yo le dije que era el más alto miembro que quedaba del gobierno, así que la nombraba funcionaria del registro oficial. Finalmente lo hizo", recuerda.

Watts recuerda que el final de la guerra fueron los peores días, ya que los británicos bombardeaban para debilitar a los argentinos y el ruido era tan intenso que no se podía dormir. Sin embargo, todo se detuvo la mañana del 14 de junio. Fue un oficial argentino quien le dijo que el conflicto había terminado. Sin embargo, no pudo transmitir ese día porque no tenían luz. Dos días después recuperó la radio y su mensaje fue: "Esta no es LRA 60 radio islas Malvinas, esta es la estación de transmisión islas Falkland". Luego, puso el himno británico.

"Yo creo que Stanley se recuperó sorprendentemente muy bien de la guerra. Nosotros somos soldados, estamos preparados para eso, pero la gente no, sin embargo, lo ha hecho muy bien", cuenta Gary Clement, ex miembro de la marina británica que peleó durante el conflicto.