El 8 de enero de 2015 un niño de ocho años llegó hasta una clínica rural de Haití porque tenía escalofríos y le dolía el estómago. Al examinarlo, los doctores se dieron cuenta de que tenía una fiebre de 38° C y que sus pulmones estaban limpios, por lo que no padecía neumonía ni alguna otra enfermedad similar. Los médicos diagnosticaron al menor con fiebre tifoidea y le dieron drogas para tratarla, pero científicos estadounidenses que llevan años analizando los virus que se propagan en las zonas más apartadas y empobrecidas de Haití tomaron algunas muestras de sangre del niño para sus estudios. Fue el primer paso para el inesperado y alarmante hallazgo del virus Mayaro, el cual puede provocar síntomas como dolores intensos en las articulaciones, pero que nunca antes había sido detectado en la nación caribeña.
Los investigadores de la Universidad de Florida explican desde Estados Unidos que los médicos haitianos suelen asumir que cualquier niño que presenta fiebre tiene malaria o fiebre tifoidea. Sin embargo, al iniciar las pruebas con los enfermos, los expertos norteamericanos se dieron cuenta de que sólo un bajísimo porcentaje tenía alguna de estas enfermedades. Con el fin de averiguar qué otro factor podría estar causando los cuadros febriles, empezaron a recopilar muestras de sangre y a realizar cultivos para identificar posibles virus. De esta manera, documentaron la presencia de varios cuadros transmitidos por mosquitos, como el dengue y la fiebre chikungunya, además de los primeros casos de zika en Haití.
Pero lo que encontraron en ese menor de ocho años era algo que nunca habían visto. Según detallan en un estudio que aparece en la edición de noviembre de la revista Enfermedades Infecciosas Emergentes, publicada por el Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos (CDC), sólo la secuenciación genética del virus permitió identificar al mayaro, un virus identificado por primera vez en 1954 en trabajadores forestales de Mayaro, una localidad de Trinidad y Tobago, isla ubicada a sólo 11 kilómetros de Venezuela. Desde entonces sólo ha provocado pequeños brotes en zonas cercanas al Amazonas en Brasil, Bolivia y Venezuela, donde es propagado por un mosquito que se alimenta principalmente de monos.
Su detección en Haití, que está a 1.501 kilómetros de Trinidad, indica que podría estar circulando activamente en el Caribe. De ser así, sería un nuevo ejemplo de cómo estos patógenos se mueven alrededor del mundo con patrones casi impredecibles, hasta que de pronto desatan epidemias. Algo que podría repetirse con otras nuevas enfermedades emergentes que preocupan a los científicos y que reciben nombres tan exóticos como usutu, fiebre del Valle Rift y fiebre hemorrágica de Crimea-Congo. John Lednicky, virólogo de la Universidad de Florida y coautor del estudio publicado en la revista del CDC, explica a Tendencias que la lección del inesperado hallazgo del mayaro en Haití es que "no debemos ser complacientes en la vigilancia. Los virus transmitidos por insectos como los mosquitos suelen esparcirse a nuevos nichos y deberíamos realizar el monitoreo pertinente. El hallazgo refuerza la idea de que existe una batalla constante entre los humanos y los microorganismos".
El antecedente más reciente para esta alarma está en la emergencia que hasta hoy provoca el virus Zika, identificado de manera aislada en 1947 en África y que a comienzos del año pasado inició un repentino brote epidémico en Brasil, país en el que hay 1,5 millones de infectados y donde las reservas hoteleras cayeron un 3% entre enero y febrero. La enfermedad, también transmitida por un mosquito y cuya infección durante el embarazo puede provocar microcefalia en los bebés, incluso llevó a que la Organización Mundial de la Salud decretara en febrero una emergencia sanitaria internacional. Hoy está presente en Oceanía, Singapur, África y en decenas de países de América como Estados Unidos, donde la zona de Florida vive una crisis de salud con más de mil casos registrados. De hecho, según el Banco Mundial el perjuicio económico derivado de la caída del turismo para Latinoamérica y el Caribe sumaría este año 3,5 mil millones de dólares.
Lednicky señala que si bien el caso haitiano es aislado, la detección del mayaro en un país tan lejano de su lugar de origen es preocupante si se considera lo ocurrido con el zika: "Mucha gente nos ha contactado para contarnos sobre enfermedades febriles con dolores en las articulaciones que se están dando en el Caribe y Sudamérica, donde, sin embargo, los pacientes dan negativo para los virus del Dengue, la fiebre chikungunya y el zika. Si esto es correcto, algo más está circulando. ¿Pero de qué se trata? Deberíamos estar preparados para realizar tests para mayaro, dengue, chikungunya y zika, pero tenemos que estar abiertos a otras posibilidades".
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John Lednicky, virólogo de la Universidad de Florida.[/caption]
Alerta inminente
La presencia del virus Mayaro en Haití está llena de preguntas. Una posibilidad es que otros mosquitos distintos al original que habita en la zona de Trinidad estén empezando a propagar la enfermedad, lo que también explicaría la reciente aparición de casos aislados en grandes ciudades brasileñas. David Morens, epidemiólogo del Instituto Nacional de Alergias e Infecciones (NIAID) de Estados Unidos, dice que "el mayor riesgo para los humanos sería la adaptación del mayaro a dos mosquitos del tipo Aedes, como el aegypti y el albopictus, que se alimentan exclusivamente de humanos".
Lednicky agrega que hoy no se sabe si el virus llegó a Haití por vía aérea o lo trajeron trabajadores extranjeros. "Quizás siempre estuvo en el país pero nadie se dio cuenta. También es muy extraño que el virus haya sido descubierto en Trinidad pero no haya provocado grandes brotes en ese lugar. ¿Es porque la población local es inmune al virus? Además, hay que recordar que República Dominicana es un país contiguo a Haití, y el virus podría provenir de ahí". Por ahora, las autoridades sanitarias dominicanas y las del cercano Puerto Rico ya dijeron estar en máxima alerta en caso de que el mayaro se propague y aconsejaron a sus ciudadanos intensificar el uso de repelentes.
El investigador de la Universidad de Florida recalca que el lento desarrollo de una vacuna contra el zika -recién en fase clínica- debería servir de advertencia. "La mayoría de estas enfermedades son males tropicales ignorados que no fueron analizados por investigadores de países desarrollados porque rara vez llegaban a esas naciones. Pero son ellos los que tienen los recursos para hacerlo. Debido al cambio climático, estas enfermedades serán más comunes en áreas donde antes no existían", afirma. Un factor, agrega, serán las tormentas que se vuelven cada vez más comunes e intensas: "Pueden transportar nuevas especies de mosquitos a zonas donde no vivían, mientras que las inundaciones también pueden arrastrar larvas de mosquito a nuevos lugares".
Los otros enemigos
Además del mayaro, una de las patologías que se está haciendo notar es la fiebre del Valle Rift. El virus fue descubierto a comienzos del siglo XX en Kenia y hasta comienzos el 2000 su radio de acción se limitaba a África, pero ese año llegó a la península arábiga, específicamente a Arabia Saudita y Yemen. Esta enfermedad, que no tiene tratamiento, es transmitida por más de 30 especies de mosquitos y en la mayoría de los casos provoca efectos leves como fiebre y dolores musculares. Pero en los más graves genera sangrado profuso, infecciones oculares e inflamación del cerebro. De hecho, la mitad de los casos hemorrágicos son fatales.
Hoy los científicos están preocupados porque en los últimos años la versión hemorrágica se ha vuelto más prevalente, abarcando al 10 por ciento de los casos versus el uno por ciento que se veía hace algunos años. Además, también afecta a animales como vacas y cabras que se convierten en repositorios de esta enfermedad, la cual podría esparcirse a otros continentes vía mosquitos que viajen en aviones o barcos.
Brian Bird, virólogo de la Universidad de California en Davis, explica desde Estados Unidos que su equipo y varios colegas han descifrado cómo el virus manipula el sistema inmune humano, lo que les ha permitido desarrollar dos vacunas experimentales. "Espero que alguna de estas inoculaciones estén disponibles en el mercado en unos cuantos años. Uno de los principales problemas es contar con fondos y con un interés comercial para poder dar el paso final y lograr que las vacunas y las drogas estén listas para ser usadas en caso de emergencia", indica.
Una alerta similar es la que está provocando la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo, transmitida por una garrapata e identificada por primera vez en 1944. La patología, que provoca diarrea, vómitos y sangrado intenso, tiene un índice de fatalidad del 40 por ciento y hoy está presente en lugares tan lejanos entre sí como la India y Gran Bretaña. En septiembre se revelaron los primeros casos en España, donde un excursionista de 62 años murió e infectó sin resultados fatales a una enfermera que lo trató. Cheryl Whitehorn, entomóloga médica de la Escuela de Londres de Higiene y Medicina Tropical, señala desde Inglaterra que la enfermedad se estaría propagando a través de aves migratorias para luego infectar a animales como vacas, zorros y lagartijas.
Por ahora, el desarrollo de una vacuna es incipiente. "Sólo existen unos cuantos estudios, porque los fondos son limitados y la enfermedad no ha sido considerada como relevante. Sin embargo, ahora está en la lista de patologías prioritarias incluidas en un plan general de investigación de la OMS", cuenta Herve Zeller, director del programa de enfermedades emergentes del Centro Europeo de Prevención y Control de Enfermedades (ECDC).
Europa también está preocupada por el virus Usutu, identificado en Sudáfrica en 1959. Aunque es transmitido principalmente por un mosquito y causa fiebre, dolores de cabeza y problemas neurológicos, también afecta a aves que traspasan la enfermedad a los humanos. De hecho, tras el fin del verano europeo hubo muertes masivas de aves en Alemania, Francia, Bélgica, Hungría y Holanda.
"El factor más importante para la propagación del virus Usutu es el comercio y el tráfico intercontinental. Si las temperaturas siguen subiendo, el virus se puede replicar más rápido en mosquitos y aves. Por eso el cambio climático es clave", señala desde Alemania el doctor Jonas Schmidt-Chanasit, del Instituto Bernhard Nocht de Medicina Tropical. Ante este panorama, el médico lanza una advertencia: "El usutu es uno de los virus transmitidos por mosquitos que ha sido más ignorado y se necesita mucha más investigación, porque se propaga rápido y no existe ningún tratamiento ni vacuna disponibles. El virus tiene el potencial de expandirse a América o Asia; sólo programas extensivos y sostenibles de control de mosquitos podrían impedir su expansión".