La primera maleta que diseñó el francés Louis Vuitton fue un modelo plano, reforzado con láminas de madera, tejido impermeable y detalles en latón. Era mediados del siglo XIX y pocos comerciantes confeccionaban estos productos.
De eso hace más de un siglo. Hoy, este famoso hombre, conocido sobre todo por el monograma creado por su hijo George, LV, cumple 125 años desde su arribo a Londres y la celebración será en grande; ni más ni menos que abriendo una megatienda en New Bond Street. Para esta ocasión el concepto fue el de una gran maison, con el fin de que sus clientes una vez dentro se sientan como en su hogar. De la mano del arquitecto norteamericano Peter Marino generaron espacios tan cómodos y múltiples como los que se encuentran en una casa de familia. Un variado espacio cuyo dueño (ficticio por supuesto) es un coleccionista, amante de lo excéntrico, con buen gusto y que, en su calidad de anfitrión, dará la posibilidad a sus invitados (los clientes) de descubrir experiencias en cada rincón.
De ahí que Peter Marino, en conjunto con Marc Jacobs, director creativo de Louis Vuitton, utilizara mucha luz, brillo y movimiento dentro de la estética. Y si bien algunos recintos –armados principalmente como zonas de estar– tienen un estilo que invita al relajo, la mayoría de ellos son una provocación, como la escalera central, compuesta por leds cuyos colores están en constante cambio; una barra –al más puro estilo de un bar, con taburetes en color rojo– exhibe en cajas de cristal móviles sus carteras más representativas; en otra área los clásicos baúles, maletas y bolsos fueron dispuestos en un muro de diez metros de altura que simula ser una sección de equipaje perdido, como las que existían antiguamente en las estaciones de trenes. Mientras que los anteojos y parte de la colección de joyas se sitúa en un sector circular con techo vidriado y una escultura del artista japonés Takashi Murakami. Esto se suma a una excéntrica instalación que demuestra el interés de LV por el arte. Razón también por la que el subterráneo se destinó a una librería con los mejores ejemplares de la cultura contemporánea.