Desde el Centro de Estudios Públicos (CEP), el investigador Lucas Sierra, experto en derecho constitucional e instituciones políticas, observa con cautela la proliferación de partidos que se registra en el país y hace un llamado a no seguir enviando reformas parciales a la política sin antes estudiar el sistema general del país.
Con la nueva legislación se ha duplicado el número de partidos en el último año. Ahora son 33 colectividades. ¿Qué significa para el sistema político tener esta diversidad de partidos?
En la negociación para terminar con el sistema electoral binominal, el Ejecutivo aceptó bajar los requisitos para formar partidos de un modo insensato, especialmente si consideramos la forma de gobierno presidencialista que tenemos. Se combinaron tres factores: una baja en esos requisitos, un sistema electoral más proporcional para el Congreso, y financiamiento fiscal para los partidos. Terminar con el binominal era necesario y también darles a los partidos un piso de financiamiento fiscal.
Pero no se deberían haber bajado tanto los requisitos para constituir partidos y el binominal debería haberse cambiado por un sistema más mayoritario. Esta combinación de factores genera un riesgo de fragmentación parlamentaria, lo que a su vez genera un riesgo para la gobernabilidad. La historia de Chile enseña bien esto.
¿Cuáles son los pros y contras de un sistema de partidos más fragmentado?
No hay que mirar el sistema de partidos en solitario, sino que en relación con la forma de gobierno y el sistema electoral. Teniendo presidencialismo, como el que tenemos, el sistema electoral debe evitar la fragmentación del sistema de partidos en el Congreso, porque esto genera Presidentes de la República de minoría. Con esto se reduce la posibilidad de pasar leyes y, en general, la gobernabilidad. El sistema proporcional que veremos por primera vez en operación este año corre ese riesgo. Las formas de gobierno más parlamentarias lidian mejor con el problema de un Congreso fragmentado. Las presidencialistas no. Por esto, antes de seguir introduciendo reformas parciales a la política, deberíamos mirar esta regulación como un sistema. Creo que lo que necesita mayor atención es la forma de gobierno, hoy más que nunca. Por el lado de los pros, en la medida que reflejen una genuina convicción política e ideológica, el hecho de que las personas se sigan organizando en partidos es una buena cosa. La democracia no funciona sin ellos y son el mejor freno al populismo.
La ONG Chile Transparente detectó que muchos de estos nuevos partidos ni siquiera tienen teléfono, mail o página web donde contactarlos. Considerando el financiamiento estatal que reciben, ¿no hay un riesgo de que se constituyan colectividades fantasmas?
Tiene que ver con lo que acabo de decir. En la medida que no respondan a una genuina convicción política e ideológica, y que sean meros "emprendimientos" como para acceder a un cierto financiamiento fiscal, por ejemplo, es otro riesgo. En esto las facultades fiscalizadoras del Servel son fundamentales.
¿ Qué requisitos mínimos se debería pedir a los nuevos partidos políticos y qué facultades debería tener el Servel para fiscalizarlos?
Los requisitos deberían apuntar a tener partidos nacionales, ideológicos y profesionales. No colectividades dedicadas a intereses específicos, sino grupos capaces de procesar esos intereses y universalizarlos. Aquí la ideología es indispensable. El Servel debería tener las herramientas suficientes para fiscalizarlos. Más que autonomía constitucional, al Servel habría que haberle dado recursos suficientes para sus nuevas tareas. Y debería ser sólo el Servel el que fiscaliza a los partidos y no ahogarlos con fiscalización adicional por parte del Consejo de la Transparencia, la Contraloría u otros órganos. Los partidos tienen también un componente de organizaciones privadas que es preciso reconocer y respetar.
Polémica del refichaje
¿Qué opina de la polémica por las facilidades que ha dado el Servel al refichaje electrónico de los militantes de los partidos tradicionales?
Un poco altisonante, como parece ser el tono de las discusiones sobre el sistema político hoy: mucha propensión al escándalo. Refichar militantes es distinto a ficharlos por primera vez. Es entendible, por tanto, que los requisitos para lo primero sean distintos que para lo segundo. El problema parece ser más bien la forma en que ha procedido el Servel aquí, de una manera que parece algo improvisada y muy encima del cumplimiento de los plazos. De nuevo, parece que el esfuerzo reformista se agotó en la autonomía constitucional de ese organismo -que no la necesitaba-, antes que en la mejora de sus capacidades -que sí necesita con urgencia.
¿Cree que la nueva ley está sincerando la representación de los partidos y cambiando el mapa político en el país?
Creo que es muy luego para decirlo. Por lo pronto, hay que esperar los resultados electorales de este año.