Aunque fueron pintadas con más de 70 años de distancia, hoy El grito, la obra de 1893 de Edvard Munch, y Tres estudios de Lucian Freud, realizada por Francis Bacon en 1969, tienen mucho en común. Desde el martes, ambas están en la cima del mercado del arte, luego de que un comprador anónimo pagara US$ 142 millones por el tríptico del británico en una subasta de Christie's, rompiendo el récord que desde 2012 ostentaba el noruego con su obra clave rematada en Sotheby's en US$ 119,9 millones.
De generaciones distintas, ambos artistas exploraron a su manera el lado más sombrío de la condición humana: mientras Much se adelantó al horror que sentiría la sociedad europea de entre guerras, Bacon (1909-1992) trabajó desde 1944 en varios trípticos, calificados de introspectivos y existencialistas, donde pintó a personajes de rostros desfigurados y aislados en jaulas geométricas. Pero, ¿por qué esta pintura en particular de Bacon alcanzó tan estratosférica cifra de venta?
Hay varios factores en juego. A diferencia de Munch, Bacon vivió para conocer el éxito monetario de su obra y ya en 1958 firmó un contrato de exclusividad con la galería Marlborough. Tras años de vender obras bajo los US$ 20 millones, en 2008 alcanzó su primer récord con un tríptico de 1976 subastado en US$ 86 millones. La crítica de arte Sarah Thornton escribió en The Art Newspaper que esta alza se debía a que su obra era un bien escaso: "Fue un editor despiadado, destruyendo en vida varias de sus cuadros". Y advirtió un cambio de gusto en los coleccionistas: "La obra de Bacon solía ser vista como morbosa y angustiante, ahora es calificada de desenfadada y emotiva".
Otro punto clave es el carácter especial de la obra. Tres estudios de Lucian Freud fue realizada en los años más agitados de Bacon, mientras mantenía una relación con el ladrón George Dyer, y dos años antes de que el británico hiciera su gran retrospectiva en el Grand Palais de París, donde fue llamado "el pintor vivo más grande de Gran Bretaña". Esto, sin contar que el protagonista del cuadro es su amigo y rival en el arte Lucian Freud. En los 70 el tríptico fue vendido por separado y no se volvió a reunir hasta fines de los 80, gracias a un coleccionista romano.
Las circunstancias de la misma subasta también influyen en los precios. La ansiedad de los coleccionistas muchas veces supera las expectativas: como sucedió en los tensos 10 minutos de ofertas del martes. Primero Hong Gyu Shin, galerista de Manhattan, postó US$ 87 millones y luego el famoso agente Larry Gagosian ofreció US$ 101 millones por un cliente. Al final, un anónimo comprador al teléfono subió la apuesta hasta la inalcanzable cifra de US$ 127 millones, que se abultó con la comisión de Christie's.