Aunque en un principio sólo fueron presentados como invitados puntuales, en un reencuentro con fecha de vencimiento y plazos acotados, el mismo éxito de la iniciativa supuso que se podría proyectar como una formación más permanente. En 2011, los tres músicos de Lucybell -Claudio Valenzuela, Eduardo Caces y "Cote" Foncea- sumaron a sus filas a otros tres miembros fundadores, retirados en distintas etapas (Gabriel Vigliensoni, Francisco González y Marcelo Muñoz), con el objetivo de festejar sus 21 años de trayectoria. El nuevo cara a cara estuvo lejos de ser momentáneo y remató en giras locales, shows repletos, un EP, la promesa de otros dos que venían en camino y dos años donde la agrupación adquirió forma de sexteto, bajo entusiastas declaraciones que ya hablaban de "un nuevo Lucybell".
Sin embargo, la renovada era del grupo con nombres de ayer y hoy llegó a su fin. Desde abril, la banda retornó al formato de trío que inauguraron en 1999 y vivió, por segunda vez, el paso al costado de los históricos Vigliensoni, González y Muñoz. A la hora de las razones, los criterios se dividen: mientras los actuales integrantes recalcan que siempre se trató de una invitación destinada a la caducidad, los ex miembros prefieren hablar de diferencias personales y artísticas que no permitieron cumplir la totalidad de los planes originales.
"Me di cuenta que seguía teniendo visiones irreconciliables con algunos integrantes", dice el baterista Francisco González, retirado en enero, quien siempre se mostró más reticente a la reunión y que ha mantenido una persistente carrera en solitario que ya alista su quinto álbum.
"Hay diferencias que siguen estando y que son similares a las que me hicieron partir hace nueve años. No quiero hablar mal de ellos, pero lo veo como algo irreconciliable. Si bien los ensayos y los shows fueron muy buenos, era muy difícil juntarnos y tomar decisiones. Eran inviables los roles de cada uno. Ya no tengo ganas de estar sorteando algunas cosas, por lo que me pareció sano ya no estar, en vez de estancarme en discusiones o que todo terminara mal", detalla.
El percusionista apunta a un factor clave: dos de los seis músicos, Valenzuela y Vigliensoni, viven en el extranjero (Los Angeles y Montreal, respectivamente). Por tanto, las ideas se discutían a distancia, entre el teléfono y Skype, incluyendo la grabación del único EP que alcanzó a lanzar el sexteto, Poderoso (cuatro temas, editado en 2013), del que quedaron alrededor de 16 canciones muy avanzadas.
Vigliensoni agrega: "En la parte artística, sólo quedé contento en un porcentaje, porque (el EP) habló muy poco de todo lo que hicimos, ya que elaboramos muchas más composiciones. El trabajo quedó falto de desarrollo. Pese a esto, lo más interesante fue haber concretado nuevo material, todos están en grandes condiciones creativas. En términos comerciales y de gira también fue complicado. O sea, ¿cuántas giras puedes hacer en Chile sin decaer? Programar un nuevo tour local es fome para el público. Tocar muchas veces el mismo tema, el mismo teclado, la misma guitarra, es aburrido. Nos faltó proyección internacional y eso es lo que debe recuperar el trío".
En torno a los lazos personales, el tecladista prefiere los paralelos: "Si las dimensiones artísticas y comerciales están bien, puedes aguantar que lo personal no sea tan óptimo. Puedes aguantar a Alvaro Henríquez si la banda hace canciones la raja, te lo bancas, pero no lo aguantas si hace temas fomes. Puedes aguantar a Lennon, Harrison o a tipos imbéciles si la parte comercial está bien, puedes soportar que algún compañero llegue atrasado sí siempre lo hizo y se puede sobrevivir bien con lo que ganas, pero en nuestro caso las variables artísticas, personales y comerciales empezaron a debilitarse, fue un pequeño momento de caos".
El cantante Claudio Valenzuela opta por cierta moderación: "Que no hayamos sacado más temas responde al tiempo de dedicación que podíamos darle, fue natural no poder manejar la rutina de seis personas, sobre todo en cosas artísticas que no se pueden forzar. Estamos hablando de trabajo, no de un juego de niños. Hoy estamos trabajando en ideas totalmente nuevas, con otro sonido, las canciones del sexteto quedarán como expresión de un proceso puntual. En cuanto a los shows, nunca son repetidos, aunque pasen en la misma noche".
A la hora de la evaluación interna, el vocalista subraya que desea quedarse con el lado amable de trabajar con sus ex camaradas. "No tengo ningún problema con ellos, respeto lo que puedan sentir. Fue un proceso de aprendizaje y me gusta ver el vaso medio lleno. No es relevante lo personal, estamos hablando de música, somos una banda y lo que nos interesa es la música. La ropa sucia se lava en casa".
Un criterio similar comparten Caces y Foncea, mientras que Muñoz, el tercero de los históricos, lanza: "Cada uno tiene derecho a pensar lo que quiera. Para mí había una fecha de vencimiento y eso fue todo. Estuve 13 años alejado de la música y ahora no es problema volver a estarlo".