Luis Eugenio Silva: "Uno tiene momentos de profunda desilusión"

Han pasado cuatro años desde que este conocido sacerdote, uno de los más mundanos y conectados que tiene la Iglesia, enfrentó una crisis que lo llevó al límite. Hoy se siente recuperado y repasa desde su historia hasta los escándalos que están remeciendo al país.




La flauta mágica de Mozart se oye desde el ascensor. En el tercer piso, él abre la puerta de su departamento en un bonito edificio de Providencia. Las paredes son de libros. Estanterías que soportan los más de tres mil títulos que conforman una colección que llegó a tener más de cinco mil. Pura historia. Griegos, romanos, modernos. E historias de familias.

En la mesa de centro del living, una serie de pequeños Buda. Están ahí porque admira su camino para superar el dolor. Alrededor, algunos muebles finos; regalo de sus amigos, aclara. Porque él no tiene plata. Sólo ese departamento, al cual se trasladó hace un par de años, cuando, ya sano, decidió que podía y quería irse a vivir ahí. Solo.

Han pasado cuatro años desde el día en que Luis Eugenio Silva (74) intentó quitarse la vida. En ese entonces, era párroco de la pudiente parroquia María Madre de la Misericordia, conocida entre los fieles de la clase alta como "el mall de la Fe", por su enorme estructura de piedra.  El escándalo fue grande: el cura era una figura no sólo en los sectores pitucos, sino que en todas partes. Cómo no, si había pasado 34 años en Canal 13, predicando y hasta comentando asuntos de las realezas europeas.

Ese día, ese del cual no le gusta hablar, el cura Silva sufrió un estrés depresivo. El motivo fue una supuesta investigación de prensa por una denuncia por abusos en su contra, cuando había sido rector del colegio Manquehue. Él se refiere al episodio como "la infamia" y niega que alguna vez haya habido una acusación. "Nada, nada, nada", dice.

Sentado en su sofá, el cura Silva se larga a conversar dando cuenta de eso; de que para él, el episodio en que trató de matarse fue una crisis violenta que así como vino, se fue. "Tras casi cinco años de eso, estoy en perfecto estado", dice.

¿Cuál es ese perfecto estado? ¿Cómo es su vida hoy?
Ayudo en la parroquia de la Santa Cruz en Ñuñoa como capellán. En las mañanas voy a la Universidad Católica, donde hago clases de historia medieval, y también un curso sobre la Iglesia en el siglo 20, cristianismo y ateísmo, y en la Finis Terrae, un curso sobre el ateísmo; si existe Dios o es un mito. Eso, además de los bautizos, posturas de argollas y matrimonios, los que han bajado considerablemente. Esa es mi vida. La parroquia y la universidad. Estoy contento, bien. Tengo un temperamento muy positivo y me adapto con mucha facilidad. Y tengo muy buenas amistades, me invitan a sus casas, tengo una vida muy llena como sacerdote y como ser humano.

Una enfermedad superable

"Muchas personas dicen 'este es un figurón', pero lo que a mí me generó la crisis por la cual estuve enfermo fueron calumnias y barbaridades que ya están superadas. Para una persona que tiene personalidad es muy difícil que todo el mundo lo quiera. Este es un país de pusilánimes. El chileno mira con desconfianza", dice.

¿Y se dio cuenta de que usted también esperaba que todo el mundo lo quisiera?
Todo el mundo quiere eso.

Y se quebró frente a la posibilidad del descrédito.
No frente al descrédito, sino frente a la calumnia, la inmoralidad que se iba a decir.

¿Hubo una denuncia concreta?
Nunca, pues. Porque no había nada.

¿Estaba con una depresión previa?
Eran tanto los rumores que andaban merodeando, que uno no se da cuenta de que tiene depresión hasta que revienta. Mucho antes de la enfermedad me di cuenta de que si yo quería tener una vida sacerdotal fructífera, no podía encerrarme.

¿Y cree que su apertura al mundo generó rechazo?
No, pero en el clero ha habido muchas personas que me han criticado.

Por frívolo, básicamente.
Porque consideran frivolidad ir a una reunión social. Y hay también envidia, pues. Yo cuando era secretario del Cardenal Silva Henríquez tenía que estar en todas las embajadas porque él no iba a ninguna. Y ahí te toman fotos. También se preguntaban por qué yo salía en televisión y ellos no. Pero no es porque uno lo buscaba, sino que así era no más.

¿Y qué piensa hoy sobre ese día? ¿Se fue a negro?
No quiero hablar de eso. Tuve un estrés depresivo, que es un episodio, y no se da más.

¿Está en tratamiento?
Estuve un año con una siquiatra que me ayudó mucho. Y después dijo que no necesitaba ir más. Llevo cuatro años sin siquiatra y sin ningún remedio. Para que veas tú. Porque pasó.

¿Le cuesta hablar del tema porque no quiere recordar?
No, porque me parece que no es púdico. Es complejo, difícil. Y no me siento culpable porque es una enfermedad. Y es recuperable.

¿Le preguntan sus alumnos qué le pasó?
No, yo se lo dije. Volví a los seis meses a la universidad y en las dos clases dije: "Ustedes saben que estuve enfermo, recibí mucho apoyo y ahora estoy bien. Ahora, vamos al primer capítulo". Listo.

Debe ser difícil enfrentarse a la defensa de la vida habiendo pasado por algo así. De alguna manera es contradictorio.
Es contradictorio para una persona que está en la cordura, pero si ves a una persona que atenta contra su vida, es porque se enfermó. Y eso mucha gente no lo entiende. Pero ese atentado, cuando no resulta, y es solamente un estrés, es superable. Y hay que tener la fuerza y el valor para enfrentar esa realidad.

El mundo

¿Es compatible hoy ser sacerdote y estar tan inserto en el mundo?
Es que si no se compatibiliza bien la vida natural con la sacerdotal, la persona vive una esquizofrenia. El hombre no deja de ser humano, y tal vez muchas de las crisis que han tenido hermanos sacerdotes han sido por eso: o han tenido una mala formación, o por haber hecho solo esto, la vida se encarga de pasarles la cuenta. La vida tiene que ser, en primer lugar, humana.  Sin eso, se construye una superestructura religiosa que falla. Jesucristo no le hablaba a una especie celestial  sino a las personas concretas.

Si es así, los curas debieran poder tener familia entonces.
Creo que la Iglesia tiene que abrirse a ordenar a hombres casados y que tengan una vida normal…  Ahora, el celibato es una cuestión que se va a mantener siempre, pero pienso que en el futuro va a ser optativo.

¿Por qué sólo después de casado? ¿Por qué no pueden ordenarse y después formar una familia?
Porque pienso que uno que se ordenó bajo la disciplina del celibato debe mantenerlo. La gente piensa que si se casan se arreglan los problemas. Pero los problemas de la vida afectiva y sexual están en el clero, pero están en los laicos también.

Pero al existir la imposición del celibato quizás un cura si quiere romperlo le va a ser más fácil con un menor de edad, por un asunto de abuso de poder.
Creo que no, el abuso de poder es algo que se ha dado siempre en la iglesia, y no solamente en el ámbito de la sexualidad. Muchas veces la jerarquía de la Iglesia abusa de su poder porque es extremadamente severa, pero la pedofilia es una enfermedad psíquica. Me ha tocado conocer casos de pedófilos casados en las parroquias donde he estado. En todas partes. Los pecados sexuales son transversales. Nadie se salva.

Usted tiene una historia de vida mucho más mundana que otros sacerdotes. ¿Se siente distinto a los otros?
Yo he sido muy criticado. Mire, como era secretario del cardenal Raúl Silva Henríquez, en una época era comunista; después fui momio; después un elegante, y así mil cosas. Esas duelen en un momento, pero después no. Es que hay un prototipo equivocado, como si fuera "el sacerdote es éste: el que está en la iglesia, el que está solo en la población, el que está solo en la universidad". Y no es así. Hay formas variables. Eso lo aprendí en Europa, cuando hacía mi postgrado. Soy distinto, pero no me importa, porque soy lo que soy. Y además, sin querer ser soberbio, yo tengo personalidad fuerte,  no me importa decir "esto me gusta y esto no me gusta".

Tipo Felipe Berríos, pero con otro fondo y otra forma.
No, no, no. Él sabrá lo que hace. Yo lo respeto, pero me parece que su forma se presta para que se piense que es un soberbio. Ahora, él es así, yo soy asá. Y no voy a cambiar.

¿Nunca se ha arrepentido de haber sido cura?
Arrepentido, no. Si tuviera que volver a hacer mi vida, haría casi lo mismo. Sólo una cosa diferente: habría terminado mi carrera de Leyes. Ahora, obviamente uno, por sus propias fallas, tiene momentos de profunda desilusión. Tengo momentos de desencantamiento con ciertos sectores de la Iglesia que hablan de una manera, ejercen una autoridad terrible, dura, y llegan a ser cardenal, obispo u otra autoridad.

¿A qué sector se refiere?
Mi gran desilusión es que en la Iglesia no hemos sabido conocer qué es la cultura moderna. Estamos a la defensiva. El sacerdote debe tener una gran cultura, una apertura muy grande al cambio profundo que se dio en el mundo desde el Renacimiento, pasando por todos los movimientos que han sido antitradicionales o anticristianos de alguna manera. Por ejemplo, conocer las bases del ateísmo, las consecuencias de los cambios sociales. Me gustaría ver que se asumiera la cultura moderna contemporánea, no condenándola, sino diciendo que esto es una realidad ambivalente, pero que tiene elementos valiosos porque me obliga a purificar mi concepto de Dios, del amor, verlo desde otra perspectiva.

Se supone que el Papa actual se está haciendo cargo más que antes, ¿o no?
No, para nada encuentro yo. El Papa es un conservador que abre algunas cuestiones con un lenguaje que se presta a múltiples interpretaciones, y que después tienen que reducirse.

¿Puro marketing?
No puedo decir eso, pero él ha dicho que la doctrina no puede cambiar, entonces su  discurso tiene una apertura aparente. Él tiene mi respeto y mi obediencia, pero no creo que sea la fórmula para decir las cosas.

¿Como con el matrimonio homosexual, por ejemplo?
¡Si el matrimonio homosexual no puede ser! Los homosexuales son homosexuales y punto. Tienen que vivir su vida y que arreglen su cosa como sea, pero no llamarlo matrimonio. Y eso da miedo decirlo. Yo tengo amigos homosexuales, algunos en el clóset, y no me arrepiento de ser su amigo, pero ninguno de ellos se casa. Distinto es que tengan una vida sentimental, porque tienen derecho a tenerla.

¿Y qué apertura echa de menos del Papa?
Es que no es apertura lo que echo de menos. Es que él es como un chispazo: "¿Quién soy yo para hablar de los gay?" o "Hay que seguir el espíritu de la ley y no la materialidad de la ley". Eso se presta para que haya mil interpretaciones. O cuando dice "Desde ahora la revisión de los matrimonios va a ser gratuita". Esa es una función que tiene que hacerse mediante abogados, y alguien les tiene que pagar. Es como hablar de la educación gratuita. Tengo mucho respeto, pero creo que debería ser más cuidadoso.

¿Es populista?
Da la impresión. A mí me produjo una profunda desilusión que el Papa, en la catedral de La Paz, haya hablado del mar. No tenía para qué. Y después, en el avión, dice que piensa en el mar. ¿Qué objeto tiene eso? Tiene derecho a hacerlo, pero nosotros quedamos como los malos de la película. Mira, un elemento positivo de la gran crisis que hemos visto es que se ve a la Iglesia como es: a la vez justa y pecadora.

Todo por Freud

¿Por qué usted siempre se ha rodeado de gente pituca?
Tengo amigos en todos lados. He estado en la parroquia de clase media y en la más top. Como dice San Pablo, nado con facilidad en la abundancia y la escasez. Pero la amistad nace desde donde hay afinidad. Mis amigos son Herman Chadwick, Manuel Blanco, Enrique Zenteno, Ramiro Méndez, Jorge Allende… Y tengo amigos más modestos, como José Maturana Tapia, a quien aprecio enormemente.

En este tiempo, la elite social y económica ha vivido una crisis a la par con la Iglesia. ¿Cómo la ve?
Todas las elites. La elite política, religiosa, la militar, la económica. ¿Y por qué? porque han sido manejadas por el dios mamón; el poder o el dinero. Cuando se pilla, viene el descrédito. Y en segundo lugar, la tendencia es a generalizar, y eso es un error. Pero la crisis es mundial porque tiene una raíz sicológica: las elites encarnan un poder y detrás de ello está el concepto de autoridad, de padre. Y desde que se destruye el concepto de padre, por Freud, la cultura es la del derecho y no del deber.

¿Freud tiene la culpa de los males, entonces?
No la culpa, pero la idea de Freud en El malestar en la cultura, es que el hombre será feliz cuando viva el estado de naturaleza. Para ser feliz no tengo que tener restricciones, ni deberes. ¿Y quién me impone el primer deber? La familia. Entonces pienso que es un análisis profundo. Porque, por otra parte, y sin querer descalificar a nadie, los que dirigen la política en este país no tienen cultura. A lo mejor no tienen tiempo para leer, pero me da un poco de pena cuando sé lo que están leyendo: una novela. Y no es algo contra las novelas, pero si yo soy hombre público y tengo algo de tiempo, leo algo más sustancioso, algo que me muestre las formas de la cultura contemporánea, por qué hay tanta violencia, no sé…

Pero las elites económicas han ido autoeliminando  su prestigio más bien solas.
Mira, la sociedad americana tiene la virtud de que impide la acumulación de poder económico, en la nuestra no se impide. Y por eso se producen consorcios de poder político-económicos tan grandes, y viene la reacción tremenda.

Pero lo que estamos viendo en el último tiempo muestra cómo han ido cayendo: sólo este año apareció Luksic con el caso Caval, y ahora Matte, con el cartel del confort.
No sé qué irá a pasar con eso. Nadie puede decir que es bueno que haya habido colusión, pero veo que desde que tenemos los gobiernos de la Concertación, la vara de medir es de un rigor monstruoso para sus adversarios, y de una incapacidad de revisar lo propio. Y están embetunados de la A a la Z. Para mí, que el yerno de Pinochet le haya dado plata a todos, muestra esa carencia moral. El dinero no huele.

¿Usted tiene plata de su familia?
No tengo plata. Tengo este departamento, me he ido comprando libros, y me regalan cosas bonitas. Ese escritorio, por ejemplo, me lo regaló Carlos Eugenio Alessandri, y había sido de Napoleón III. Esa silla portuguesa, del siglo XVII, me la regaló José Antonio Garcés. O esos grabados, que me los regaló el embajador de la orden de Malta, son de buen gusto. Y uno puede comprar cosas de buen gusto, pero más baratas. Esas reproducciones que tengo ahí –apunta a una estantería de su escritorio-¡son reproducciones que valen tres euros!

No tiene complejos usted.
¿Por qué? ¿Por qué no voy a tener cosas? ¡Si todo el mundo tiene cosas!

Los otros

¿Usted era amigo de Karadima?
No, nunca fui de su grupo, pero claro que lo conocí y lo traté muchas veces. Siempre le tuve una gran simpatía, y no pensé que podía tener este tremendo problema. Incluso estoy dentro de los primeros que dijo "no puede ser". ¿Cómo iba a pensar algo así? El ser humano es extremadamente complejo. En el teatro griego, la persona es máscara. Y creo que nosotros tenemos muchas máscaras; algunos con una gran facilidad disimulan y representan un papel. El teatro griego, Esquilo, Sófocles, son conocedores de la esencia del ser humano. Lamentablemente hoy muchos se marginan de la lectura del clásico griego, pero toca the very ground of the very being, como dicen los gringos, muestra la humanidad con lo malo y lo bueno. Porque el hombre no es ni bueno ni malo, es una mezcla. Y su tironeo está entre gracia y pecado: entre un bien que quiere ser y un mal al cual se siente irresistiblemente atraído.

Tiempo después se conoció la denuncia contra John O'Reilly, a quien la justicia condenó. ¿Sigue siendo su amigo?
Es muy amigo mío y lo voy a ver cuando puedo. Creo que ha sido injustamente condenado. Estoy convencido. No creo que un pedófilo sea de un caso; la pedofilia es sistemática. Mis amigos son mis amigos: el padre Cristian Precht es mi amigo a pesar de haber sido condenado y el padre John también. Si hubiese algo malo yo no puedo estar de acuerdo, pero la amistad es una cosa que se mantiene por sobre las caídas. Soy, seguiré siendo, y no me avergüenzo de ser su amigo.

¿No cree que son culpables?
No me puedo pronunciar sobre eso, pero pienso que son inocentes. A lo mejor quiero pensarlo, pero es lo que pienso.

¿Y usted supo alguna vez el origen de la supuesta denuncia en su contra?
Sí. Fueron algunos adversarios que inventaron que cuando fui rector del Manquehue algo había pasado. Y nunca, nunca, nunca, nada.

¿Tiene identificada a la persona?
Pero no me nace para nada vengarme. ¿Saquemos las fotos?

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