Luis Felipe Gallegos da la sensación de ser un futbolista consagrado, con años jugando al fútbol. Pero no, apenas tiene 24. Quizás su temprano debut y regularidad en el fútbol chileno lo hacen ver así. A su corta edad registra pasos por Unión Berlín de Alemania y Recreativo Huelva de España, además de cuatro años jugando por la U, el club que lo formó. Hoy defiende al Necaxa de México, donde fue uno de los pilares en el ascenso y actualmente es titular indiscutido, con 14 partidos disputados (todos desde el arranque) y dos goles a su haber. Con ese nuevo status, Pipe atiende el llamado de El Deportivo.

Estando en Europa, ¿cuál fue su idea al irse al ascenso mexicano?

En España, si bien jugué constantemente, no lo pasé muy bien en lo económico: el club no pagó en seis meses, urgía salir y buscar estabilidad. Ahí me ofrecieron México y aunque al principio no estaba muy convencido, Necaxa me convenció por el proyecto. Me sedujo que fuera a largo plazo. Creí y confié.

Los resultados avalan la decisión.

Desde hace tiempo que no me sentía cumpliendo un rol fundamental, acá se me abrieron las puertas, me dieron la confianza, hice una gran temporada en el ascenso y ahora en Primera estoy siendo titular, jugando los 90' casi siempre.

¿Es donde más lo han valorado?

En mis primeros años en la U me sentí bien, con confianza, Pelusso me la dio, la dirigencia también, la gente me lo hacía ver así. Pero después no tuve regularidad, tuve un bajón futbolístico, costó levantarme… Ahora en México se ha vuelto a repetir la historia de la confianza y todo lo demás, estoy a gusto.

¿Se ilusiona con, por ejemplo, volver a Europa?

Aquí estoy muy contento, pero siempre uno quiere más, y si se puede saltar a un grande de México o Europa, por qué no.

¿Qué ha sacado en limpio de todo lo que le ha tocado vivir?

Hago este resumen: en la U a los 18 años ya estaba jugando una copa internacional. Me costó porque cuando no me fue bien, recibir críticas tan grandes fue duro, nunca me lo esperé, porque era formado ahí y el que se forma ahí quiere que la gente lo quiera. Obvio que la gente no quería nada conmigo y a los 19 años que un estadio entero te pifie es muy duro. Pero gracias a Dios me pude levantar y acá he andado bien. Me tocó bailar con la fea y me ayudó para madurar y saber de lo que se trata esto. Con los flashes y las luces uno se tiende a ir para arriba pero conoces la realidad cuando todo es al revés.

¿Qué aprendió en Europa?

La humildad. En el sentido de que nunca me habían dejado de pagar un sueldo. O en Alemania, que el idioma me costó mucho. Todo fue un baño de humildad, me tocó vivir una realidad que me impactó en lo deportivo y en lo familiar. Pero con mi mujer supimos aguantar el chaparrón, como se dice en buen chileno; conocer lo bueno y lo malo. Y acá estoy sacando esos frutos.

¿Salió muy joven de Chile?

No me arrepiento de haber salido de Chile a esa edad, porque no estaba en mis planes ir a algún equipo de región. Veía mejor ir a una segunda división de Europa, lo que no sé si será bien mirado. Pero prefería ir afuera que, sin menospreciar, jugar en regiones en Chile. Quise jugarme mi oportunidad.

¿Guarda rencor con gente de la U?

No, es una etapa superada. No fue la salida que uno espera. Pero soy autocrítico. La gente me puede gritar en todo su derecho. Ellos ven lo que refleje en la cancha y en ese tiempo no lo hice de la mejor manera. Es parte del futbol.

¿Volvería a la U?

Espero que algún día se dé mi revancha en la U. Sigo a la U, siempre, soy un hincha más.

¿Por qué le costó ahí?

Pelusso me hacía jugar de volante o de interior y ahí anduve bien, pero luego vinieron otros entrenadores, me pusieron de extremo, y nunca lo había hecho. Se me acomodaba ahí incluso en la sub 20, pero no me gustaba. No soy delantero, no se quién le habrá dicho a la gente que soy delantero. Me cuesta hacer goles, nunca se me ha dado. A mí me gusta asistir. De todas formas, y aunque antes me molestaba, con el tiempo aprendí que hay que rendir donde sea.

¿Jugaría en la UC o Colo Colo?

Lo pensaría, aunque no cerraría las puertas de esos clubes. Y me identifico con la U, pero el fútbol es profesionalismo y la carrera del jugador es corta. De volver a Chile la prioridad es de la U, pero si ellos no quieren habrá que buscar.

¿Qué piensa de Beccacece?

Me había ilusionado, pensé que iba a ser similar a lo de Sampaoli, pero por resultados no le fue bien. El equipo de afuera se veía que no entendía la filosofía de juego.

¿Y la selección? ¿Lo cautiva?

No niego que me encantaría, es el máximo deseo de un jugador, pero quiero hacer las cosas bien y espero que algún día me toque.

A sus 24 años, ¿qué le provoca escuchar que no hay recambio?

Es que jugadores hay: Rabello, Leo Valencia, Maturana, Diego Valdés, yo, Lichnovsky, hay jóvenes jugando afuera... Pero la gente en Chile, a los jóvenes, si no andan bien, los matan. En ese sentido hay que tener paciencia. Con una generación dorada como la de hoy, con Alexis, Vidal, Gary, Isla, el hincha chileno se está acostumbrado a ese nivel y cuando hay un recambio siempre va a haber una transición en la que el joven se tiene que adaptar. Hay jóvenes ilusionados con, por qué no, ser el recambio de Chile.

¿Qué significa tener a otros tres chilenos jugando con usted?

Es espectacular. Con cada uno de ellos ya había jugado: con Marcos en la época de la Sudamericana; con Edson también, en 2010-11: y Manuel me ayudó en mi debut. Tenerlos de compañeros es un orgullo, porque fueron seleccionados, tienen experiencia y en la parte humana son un ejemplo.

¿Y el momento de Puch?

Nos vino como anillo al dedo por su calidad. Es nuestro hombre gol, aporta esa cuota que necesita cada equipo, un jugador que marca diferencias. Aquí se le están dando todas las cosas.