Está trabajando en dos personajes muy distintos: en drama, para el cine, Luis Gnecco personifica a Bruno Karevic, inspirado en la vida del cura Fernando Karadima para la cinta El bosque. Pero para la pantalla chica descansa en la comedia, con el personaje de Ricardo Felman, de la próxima teleserie nocturna de Canal 13, Chipe libre. Además, Gnecco por estos días también conduce un espacio en radio Infinita. Así que su trabajo en las tablas, donde el año pasado personificó al pintor Mark Rothko, debe esperar:  "El teatro merece un espacio y merece cariño, y ahora no lo tengo. El año pasado hice teatro y fue un error. Llegaba corriendo al ensayo y no funcionaba", explica.

En la teleserie de la señal de Luksic, su personaje es el terapeuta que le da la idea a Fernanda Urrejola y Nicolás Poblete de tomarse un recreo dentro de su matrimonio, lo que le da el nombre a la producción. "Este siquiatra, al que le carga que lo toquen y siempre anda desinfectando todo, es el que le dice a esta pareja que se tome un chipe libre porque está enamorado de Julieta (Urrejola). Pero ese amor dura los primeros 10 capítulos. Después, la cosa va por otro lado", explica el actor.

¿Está en la tecla de la comedia?

Sí, y me encantan los personajes de comedia clásica. Herval Abreu me invitó a participar en esta teleserie y me dijo que me hiciera cargo del personaje y de todas sus manías. Gracias a la virgen hago personajes chistosos y no esos personajes que son puro drama. Es muy agradable poder hacer eso en la televisión, es un como un bálsamo, porque en teatro y en el cine hago lo otro.

¿Qué es lo atractivo de la trama de Chipe libre?

Siento que Chipe libre es como la segunda parte de Soltera otra vez. No lo digo por la historia, sino por el tono. Es una reflexión simpática de una pareja que lleva mucho tiempo junta. Apuntamos al mismo tipo de público y la buena calidad se mantiene.

¿Cómo ve la competencia del horario nocturno?

No veo televisión y no me importa la competencia. Desde que actuaba en De chincol a jote, y los actores tenían unas peleas increíbles por los sketches, que no me importa la competencia. En ese tiempo pasaba las 24 horas del día volado y no me importaba nada. Los actores nos tenemos que preocupar de actuar y no de otras tonteras.

¿Nunca le ha importado el fracaso de alguno de sus trabajos?

Claro que sí. A todos nos ha tocado estar en una teleserie que no ha tenido buena acogida en el público, y uno como que se deprime. Pero las estrategias son pega de otras personas. Eso de la guerra de las teleserie es un pelotudez tremenda en la que nunca me he metido. Siento que no tengo elementos de juicio para meterme en el tema de las competencias. Aunque para ser bien honesto, creo que los que se dedican a eso tampoco lo tienen.

¿Por qué cree eso?

Porque en todos los canales nacionales, no sólo en Canal 13, la gente que se dedica a temas de programación está completamente equivocada. Creo que la forma en que ven el fenómeno televisivo y la competencia está errada. Están perdidos, creo yo, porque el público chileno es un misterio. Las audiencias en Chile están dominadas por la ignorancia o la apatía. Por ejemplo, Vasco Moulian, el pelotudo más grande de Chile, inventó lo de la parrilla flexible y hasta hoy eso funciona.

¿Y qué piensa de todos los cambios que ha experimentado Canal 13 en el último tiempo?

Mi primera teleserie la hice en el año 85 en Canal 13 y he podido ver cómo ese canal ha estado arriba, abajo, al medio. He estado en administraciones buenas y malas y esas cosas poco me importan. Los actores nos movemos en los estudios de grabación y lo que pasa afuera no nos incumbe mucho. No me corto las venas por el rumbo que tenga el canal. Esas son estupideces y tengo la certeza de que a los actores no nos deben importar esas cosas.

¿Cómo ve la llegada de una nueva área dramática a Mega?

Siempre es mejor que se abra la industria televisiva. La Quena Rencoret (directora del área dramática de Mega) es una mujer exitosa y sé que mal no lo va a hacer. Lo que me preocupa, tal vez, es que le vaya mal a los nuevos proyectos y que se conviertan en un gran fracaso.

¿Y el fenómeno turco qué le parece?

Mi mamá tiene 85 años y el otro día me dijo que estaba enamorada de Onur. Ese es el mayor dato que tengo de esa teleserie porque nunca he visto ni un capítulo. Me imagino que entre Chile y Turquía hay un parecido con el asunto machista y tal vez por eso le va tan bien.  Tal vez mañana el fenómeno sea una teleserie de Uzbekistán o Mongolia, no sé.