Luis Maira ofició como representante de Chile en el acuerdo de paz  que culminó el domingo con el sorpresivo “no” colombiano al pacto con las Farc. El  ex ministro PS explica que esa votación tuvo un carácter vinculante, por lo que todo se encuentra “en puntos suspensivos” hasta que los dirigentes políticos de Colombia vean, en conjunto, cómo resolver el vacío que dejó el rechazo a la propuesta del Presidente Santos.

A Chile le tocó acompañar este acuerdo. ¿Cuál será su rol a partir de ahora?

Chile participó  de un proceso que quedó totalmente cerrado el lunes de la semana pasada, porque nosotros teníamos que participar en la elaboración de la propuesta del acuerdo de paz y ese proceso concluyó el lunes pasado. Los textos del acuerdo contemplaban una serie de otras participaciones, pero en la medida en que el acuerdo no ha sido aprobado, eso queda en suspenso.

¿Cuál es el principal factor, en su opinión, que explica el “no”?

Colombia es un país que tiene grandes desacuerdos políticos que han impedido una postura común en torno al proceso de paz. Junto con eso, hay que entender que el sector que encabezó el ex Presidente Uribe tiene mucha fuerza política e hizo una sistemática campaña para desacreditar las negociaciones. Eso es lo que lo explica principalmente; esta división política y la tenacidad e insistencia del ex Presidente Uribe.

¿Qué le parece la abstención de más de un 60% en una votación tan relevante?

La abstención es un dato del sistema político colombiano, que se expresa en todas y cada una de las elecciones regulares, y no resulta extraño que también se haya manifestado en este acuerdo con todo lo importante que él era. En parte también se explica porque los enfrentamientos del conflicto interno entre las Farc, también del ELN, con los efectivos de las fuerzas armadas colombianas, se habían ido localizando cada vez más en escenarios rurales distantes, y las vidas de las ciudades no se veían afectadas. Para los habitantes de Bogotá, de Medellín o de Cali, la guerra pasó a ser un dato lejano que no afectaba su vida cotidiana.

¿Qué pasa con los plebiscitos después de experiencias como esta y el Brexit, donde los resultados terminan por “no gustar”? 

Las situaciones son bien distintas. El Primer Ministro Cameron no tenía ninguna necesidad de plantear esa consulta y lo hizo como una equivocada táctica interna. En el caso de este plebiscito, era la decisión más importante para los colombianos probablemente en el último siglo, y creo que Santos hizo muy bien al someterla a una consulta directa. Ahora, respecto de si la lección es que los plebiscitos no serían convenientes, yo no creo eso. Los plebiscitos hay que organizarlos y plantearlos en torno a temas sustantivos, y siempre es pertinente escuchar a la soberanía popular y a los ciudadanos, que son los que deben regir un sistema democrático.

El canciller Muñoz dijo antes del plebiscito que “el escenario del No sería un desastre porque implicaría el retorno a la lógica de las balas, la confrontación y la muerte”.

Eso que ha dicho el canciller es justamente lo que hay que evitar ahora que tenemos ese escenario. Porque si uno revisa los fundamentos con los cuales se llamó a votar “no”, contra el acuerdo elaborado en La Habana, hubo dos tipos de razonamientos: hubo gente que dijo que quería la paz con otros componentes y otras cláusulas, y otros que decían que no querían el proceso de paz, que había que llegar hasta la victoria militar de las fuerzas armadas sobre las Farc, y, por tanto, su derrota y su eliminación. Al menos con quienes tenían la primera visión, lo que corresponde es que digan qué cláusulas o nuevos elementos les interesa ver en el proceso de paz, y ver si es posible un consenso.

¿Fue un error del Presidente Santos no haber tenido un plan b?

Creo que él hizo muy bien en convocar a los colombianos a esta consulta, sobre todo porque él tenía atribuciones suficientes para haber firmado sin la previa opinión de los ciudadanos colombianos. Quiso darle ese significado y ahí no tenía plan b, porque lo que tenía que conseguir era el apoyo a la labor que había logrado concluir la semana pasada.