Luis Ortiz Quiroga (75) asumió como decano subrogante hace 45 días, pero aún no ha traído sus objetos personales a la oficina ubicada en el segundo piso del antiguo edificio de Pío Nono. Seguramente porque, como él dice, su gestión ya tiene una fecha de término definida: en un año debe lograr que la comunidad universitaria llegue a un acuerdo en torno a un proyecto de desarrollo  que le devuelva la "influencia y prestigio" que la ha caracterizado históricamente.

Una misión que no ha resultado fácil para este afamado penalista, tras la toma estudiantil que removió al ex decano Roberto Nahum y agudizó las diferencias profundas que existen desde hace varios años entre los profesores de esa facultad.

Hoy, este profesional -considerado un referente entre sus pares- divide sus días  entre el austero despacho del decanato y las amplias oficinas de "Puga & Ortiz, Abogados", uno de los estudios jurídicos por donde han pasado varias investigaciones judiciales de impacto público. Entre otras, los casos MOP-Gate, Alfa, ADN y la defensa de Salcobrand, una de las cadenas farmacéuticas mencionadas en la denuncia de colusión.

En esta entrevista, Luis Ortiz se refiere por primera vez al conflicto que remeció a esta emblemática facultad de la Universidad de Chile.

-¿Por qué asumió un cargo que puede tener un costo para su imagen?
-Soy un antiguo profesor de esta escuela. Llevo más de 50 años enseñando, me eduqué aquí en el tiempo en que la universidad era gratis, tengo un deber muy profundo de deuda con esta facultad y en este momento tan traumático que vivió no pude menos que aceptar esta responsabilidad transitoria para restablecer las actividades normales de la escuela y hacer lo necesario para que los alumnos no perdieran todo el segundo semestre.

-¿Por qué en un principio fue reticente a asumir el decanato?
-En un principio estaba muy reacio a asumir porque significaba tomar una responsabilidad muy grande y tenía que analizar si era capaz de asumirla sin convertir el estudio en un desastre. En mi oficina afortunadamente tengo un número considerable de abogados -son más de 30- y espero que con su ayuda y aumentando mis horas de trabajo seguiré cumpliendo con mis compromisos de ese orden.

-¿Cómo asumió el hecho de ser designado después de una toma estudiantil que se prolongó por más de 40 días?
-Como he vivido muchos años en la facultad, he visto este tipo de sucesos en numerosas oportunidades. Por consiguiente, no considero que un hecho como éste sea una manifestación política ajena a los intereses estudiantiles. No creo que se deba demonizar las reacciones que los alumnos tienen, muchas veces como consecuencia de la falta de diálogo o de la imposibilidad de poder dar a conocer sus peticiones a la autoridad. En todas las expresiones de la cultura y de la vida de los pueblos a veces hay reacciones de grupos importantes que rompen las reglas con el propósito de obtener reivindicaciones que consideran justas. En ocasiones se hace esto mediante violencia o a través de medios persuasivos.

-¿Considera legítimo un movimiento que removió por la fuerza a un decano elegido en forma democrática?
-No. Considero que una toma es siempre un acto que va en contra de los principios y de la regulación vigente. Pero al mismo tiempo la entiendo bien, dadas las causas que he mencionado. Por consiguiente, no la justifico, pero la comprendo perfectamente bien. Además, a diferencia de otras tomas que hemos vivido en la escuela, ésta fue muy respetuosa. No hubo daños y la facultad se entregó sin observaciones de ninguna especie por parte de la Contraloría General de la República.

-Una de las razones que adujeron los estudiantes para justificar la toma de la sede de Pío Nono fue su preocupación por la pérdida de influencia y prestigio que afecta a la Facultad de Derecho de la U. ¿Cuál es su diagnóstico al respecto?
-En los últimos años la supremacía tradicional que esta facultad ha tenido en el país se ha visto amenazada por el desarrollo de otras universidades. Éstas, desgraciadamente, han contratado a muchos profesores de nuestra propia escuela. Además, disponen de grandes recursos económicos, lo que constituye una advertencia que es necesario tener presente para reaccionar a tiempo y mantener a esta facultad como la mejor desde el punto de vista de su excelencia, tanto en la enseñanza como en la investigación.

-¿Qué responsabilidad le atribuye en esta situación a su antecesor en el cargo, Roberto Nahum?
-Esto es, en parte, un problema de mercado. También obedece a que se dejaron de hacer cosas que eran indispensables y que era necesario enfrentar con valentía. Era perentorio contratar a mejores investigadores; hacer participar a la comunidad universitaria, reconociéndole a cada cual sus derechos políticos de acuerdo a su jerarquía; y realizar una modificación de los planes y programas de estudio. Esa reforma se venía estudiando desde hace mucho tiempo, pero nunca se concretó en medidas que el alumnado advirtiera como un gran avance. Paralelamente existió -por razones que desconozco- un distanciamiento entre los estudiantes y la dirección, lo que implicó que llegáramos al conflicto que se produjo.

-¿Cómo explica entonces la salida del profesor Nahum del decanato?
-No responderé esa pregunta.

-Él dijo que se sintió discriminado por su origen étnico y que muchas veces lo miraron en menos por sus méritos académicos…
-Que yo sepa, en esta facultad no ha existido -a través de todo el tiempo que he participado de manera directa- ningún atisbo de reacciones descalificatorias por circunstancias étnicas o religiosas. Es un grave error de apreciación en que incurrió el profesor Nahum. Todo el mundo tuvo una relación respetuosa con él desde el punto de vista personal. Jamás he oído que se le haya mirado en menos por el hecho de no pertenecer a una familia tradicional chilena. La demostración es que llegó merced a su esfuerzo al más alto cargo de esta facultad.

-¿No ve ningún tinte aristocrático en el grupo de profesores que iniciaron la ofensiva en contra de Roberto Nahum?          
-(Se ríe) No, ninguno. Parto del supuesto de que los académicos actúan de buena fe y con la idea precisamente de que su facultad sea la mejor de Chile.

¿FRACTURADOS?
-El profesor Alfredo Jocelyn-Holt afirma que la Escuela de Derecho no se ha normalizado tras la toma. Al contrario, según él está completamente fracturada la relación entre los académicos.¿Usted comparte esa visión?
-No, no la comparto para nada. Tengo mucho respeto por la opinión de todos los académicos, incluyendo la del profesor Jocelyn-Holt, pero creo que como en toda  facultad, y en especial en la Escuela de Derecho que ha sido siempre señera en movimientos casi revolucionarios desde el punto de vista político, existen diferencias de opiniones y bienvenido que así sea. De tal suerte que existan contradicciones que se manifiestan en expresiones atrevidas o fuertes constituye una parte normal de una universidad abierta, laica, que no tiene restricciones para efectos del conflicto derivado de la reflexión.

-El grupo de profesores que se opuso a la movilización estudiantil y a la salida de Roberto Nahum, lo ve a usted como una autoridad "delegada" y exige que se convoque a elecciones inmediata de decano. ¿Cuál es su posición al respecto?  
-De acuerdo a la reglamentación vigente de la universidad, cuando renuncia un decano el rector tiene que designar a alguien que lo subrogue. Lo que ha hecho el rector (Víctor Pérez) es cumplir lo que dice el ordenamiento interno. Una vez designada esta persona, debe estar en su cargo hasta la fecha en que el decano anterior cumplía su término y esto es  en  junio o julio del próximo año.

-¿Quiere decir que  no está dispuesto a convocar a una elección democrática ahora?
-No es necesario esperar hasta esa fecha porque perfectamente yo podría llamar a elecciones en el mismo momento en que se hayan cumplido dos objetivos. Primero, que se hagan las bases del proyecto de desarrollo institucional, sobre el acuerdo entre profesores, alumnos y rectoría. Y segundo, que se regularice el claustro académico. Esto último implica abrir concursos para que también los profesores invitados postulen con el propósito de entrar a la planta. En nuestra facultad existe un número considerable de académicos muy capaces que están en esta situación, en circunstancias de que han hecho clases durante años de manera permanente y no temporal. Eso es absolutamente anormal.

-Modificar el claustro de profesores con derecho a voto es justamente lo que no quieren los opositores a su designación.
-Ésta es una aspiración de todos los docentes de la facultad. Algunos pueden tener un margen de desconfianza respecto de que bajo esta idea de normalizar el claustro pudieran esconderse fines distintos y espurios, pero la verdad es que como veo las cosas, resulta imperioso hacer esta modificación, pero de una manera abierta, con el control de todos los docentes y miembros del Consejo de Facultad.

SIN PATRONOS NI FELIGRESES
-Entre algunas autoridades universitarias, como es el caso del rector de la UC, Pedro Pablo Rosso, han surgido opiniones críticas frente al trato preferente que reciben  las instituciones estatales en desmedro de las privadas. ¿Qué visión tiene usted?
-Me parece muy justo que el Estado gratifique a las universidades públicas para que cumplan su rol. En este país hay muy pocas instituciones que son parecidas en su esencia a la Universidad de Chile; es decir, que no están vinculadas a grupos económicos o religiosos. Como no tienen feligreses, y pertenecen a todos, por consiguiente me parece lógico que se deban sustentar con el erario público. Lo lógico, dada esta independencia absoluta -el no tener patrono-, es que el Estado la subvencione de manera especial.

-¿No está de acuerdo entonces con equiparar a la universidades privadas con las instituciones estatales en cuanto a la asignación de recursos?
-… Cuando son grupos económicos o religiosos (los propietarios) de las universidades, éstas pueden darse el lujo de traer enormes cantidades de dinero que permiten hacer inversiones fabulosas y disponer de campus elegantes como los americanos. En el tiempo de Pinochet se entendió que era un peligro desde el punto de vista cultural mantener la influencia de la Universidad de Chile. Durante todo ese período los aportes del Estado disminuyeron mucho y, en forma  paralela, se entregaron a otras instituciones cantidades sumamente relevantes. Ese es un trasfondo histórico que debe tomarse en consideración.

-¿Qué diferencia a una institución de educación privada de una pública como la Universidad de Chile?
-Lo esencial de la Universidad de Chile y de su Facultad de Derecho es su carácter laico, abierto, que no discrimina en cuanto a religión, clase social ni situación económica. Ësta ella se enseña a reflexionar con un espíritu libre. Y ese sello constituye una impronta fundamental en la sociedad chilena, porque la mayoría de las universidades están a vinculadas a instituciones religiosas, grupos económicos y a organizaciones gremiales. Es decir, no tienen la absoluta libertad de expresarse sin ningún límite.

LOS ESTUDIANTES DE LA TOMA
-¿Cómo ve que los dirigentes estudiantiles de la toma, que pertenecen a la izquierda más ultra, hayan respaldado el nombre de un abogado como usted, que tiene entre sus clientes a grandes empresas?
-Lo veo muy bien. Creo que habla muy bien de ellos y de mí (se ríe), porque somos personas amplias de criterio. El mérito de quienes disienten es que puedan ponerse de acuerdo en cuestiones esenciales.

-¿Usted comparte el "compromiso social" que ellos ven en la educación que debe impartir esta Facultad de Derecho?
-Mire, no sé lo que ellos dicen, pero lo que sé es que toda universidad debe cumplir una finalidad cultural y, en segundo lugar, una finalidad docente. Esto significa preparar a las personas para que se ganen la vida honestamente y también para que cumplan una finalidad social, porque una institución como ésta no puede estar ajena del mundo circundante y debe interesarse en los problemas del país. La visión de los alumnos -si coincide con lo que estoy diciendo- me parece muy razonable. Por las conversaciones que he tenido con ellos ahora -porque durante la toma no participé en ninguna conversación-, me parece que son alumnos muy serios, muy serenos en sus planteamientos y muy firmes en sus convicciones, que pueden ser erradas o no, pero son respetables.