Durante la campaña de Dilma Rousseff a la reelección ya había deslizado la opción. "No puedo asegurar que no lo haré", contestó Lula cuando le preguntaron si sería candidato presidencial en 2018. Pero ahora ya parece ser un hecho. Y no sólo eso. El ex mandatario brasileño tendría delineada la estrategia para su retorno al Palacio de Planalto.
Diversos interlocutores consultados por el diario Folha de Sao Paulo confirmaron haber oído el recado del líder del Partido de los Trabajadores (PT). Algunos, incluso, afirman que su declaración se produjo el domingo, poco después de que las urnas confirmaran la victoria de Rousseff.
Aunque, a través de sus asesores, Lula declaró que "mi única expectativa de aquí a cuatro años es estar vivo", al interior del PT su candidatura "ya se trata como algo oficial", asegura el diario paulista. El ex mandatario, que después de dejar el cargo, en 2011, se trató exitosamente por un cáncer de garganta, habría dicho a sus aliados que no sabe cómo estará su salud de cara a 2018. Para entonces, además, el petista tendrá 73 años.
Pese a estos factores, sus aliados sostienen que la estrategia de Lula para volver a Planalto se centraría en una mayor intervención en el segundo mandato de Rousseff. Lula "necesita tener mayor protagonismo" a partir de 2015, apunta el diario O Estado de Sao Paulo. "En los primeros cuatro años, el petista dio sus consejos a la presidenta, pero fue poco escuchado. Ahora será necesario invertir esa lógica para poder pavimentar su candidatura. En el cálculo interno, si Dilma hace una administración impopular a partir de enero, su pretensión puede ser frustrada", señala Folha. Entre los ejemplos de sugerencias ignoradas por Rousseff en el pasado se cita la sustitución del ministro de Hacienda, Guido Mantega, para dar un choque de confianza a los mercados.
Aliados afirman que el ex gobernante necesitará actuar de "forma más efectiva" para evitar que Rousseff "reproduzca errores" cometidos en el primer mandato. Entre estos se citan el distanciamiento de los movimientos sociales, el parco diálogo con los empresarios o el exceso de centralización en las acciones. En el diagnóstico de Lula, Dilma "necesita salir del aislamiento en los próximos cuatro años y volver a aproximarse a los políticos", agrega O Estado de Sao Paulo. En definitiva, a partir de enero, el líder del PT quiere ser más escuchado en situaciones de crisis y de dificultades con el Congreso. Entre las banderas que el partido defenderá en el nuevo mandato de Dilma se cuenta precisamente la elección del nuevo ministro de Hacienda, así como un mayor poder de decisión en puntos esenciales de la anunciada reforma política, en especial lo relativo al financiamiento público de las campañas, uno de los ejes de la colectividad.
Pero el escenario para Lula no es fácil. Bernardo Mello Franco, columnista de Folha, señaló ayer que dirigentes del PT "están preocupados ante el riesgo de que el partido pierda espacio en el segundo mandato de Rousseff". "Los petistas temen que la presidenta piense que venció las elecciones 'a pesar del PT', debido al fuerte desgaste del movimiento. El distanciamiento del ex Presidente Lula y su influencia reducida en la campaña serían un presagio de la nueva relación de Dilma con el petismo", apuntó.
En todo caso, desde el PT las señales son claras. El mismo día del balotaje, el presidente de la colectividad, Rui Falcao, defendió la candidatura de Lula en 2018. "No me ha dicho nada de eso, pero, en lo que depende de mí, pueden estar seguros de que lo voy a ayudar", aseguró. Incluso, la propia Rousseff le dio su respaldo. "Ya lo he dicho y lo repito: lo que Lula quiera ser, yo lo apoyo", manifestó.