En la Ciudad Perdida o Lost City, un campo hidrotermal ubicado en el océano Atlántico, sus respiraderos -ubicados en el fondo- liberan metano e hidrógeno al agua, que permiten la vida de pequeños invertebrados, como caracoles, bivalvos, y varios microorganismos y bacterias. Algo similar podría estar sucediendo en el océano bajo la superficie congelada de Encélado, una de las lunas de Saturno.

Así lo sostienen Mark Perry, geofísico planetario de la U. John Hopkins, y Jonathan Lunine, profesor de Ciencias Físicas en la U. de Cornell, parte del equipo de investigación que analizó los datos que la sonda Cassini obtuvo en su mayor acercamiento a Encélado, en octubre de 2015, cuyos resultados fueron anunciados hoy por la Nasa.

De acuerdo a la agencia espacial, el análisis del penacho o pluma de vapor que sale hacia la superficie (algo similar a los géiseres), señala que la cantidad de hidrógeno molecular (H2) detectada puede ser explicada por reacciones hidrotermales entre las rocas calientes y el agua del océano, como también se produce en la Tierra.

En un artículo liderado por J. Hunter Waite, del Southwest Research Institute, publicado en la revista Science, señalan que es la explicación más plausible.

"El descubrimiento de hidrógeno en las plumas de Encélado indica que el agua caliente está reaccionando con la roca. Esto ocurre en la Tierra también, en respiraderos hidrotermales como Lost City. No sabemos si este proceso contribuyó a la vida en la Tierra, que tiene muchas otras fuentes de energía que la vida puede usar para evolucionar", dice Perry a La Tercera.

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Más investigación

El hidrógeno (1,4% del volumen) y dióxido de carbono (0,8% del volumen) detectados son ingredientes críticos para un proceso conocido como metanogénesis, reacción que sostiene la microvida en ambientes submarinos profundos y oscuros en la Tierra.

Sin embargo, también podría estar ocurriendo por procesos puramente geológicos, dice Lunine, "agua caliente que reacciona con la roca y el dióxido de carbono", lo que aún no podrá comprobarse, porque Cassini no sólo está cerca de terminar su misión (ver recuadro), sino porque no está hecha para detectar vida.

El astrónomo Luis Chavarría, director del programa de Astronomía de Conicyt, comenta que en Encélado ya se habían encontrado muestras de agua y algunos silicatos, ingredientes básicos para la vida. Lo que se descubrió ahora es exceso de hidrógeno molecular, que es una potencial fuente de energía química para los microbios.

"Lo que va quedando, es que se debe a procesos termodinámicos, lo que quiere decir que el hidrógeno molecular se crea en procesos que ocurren en el fondo del océano, que generan energía, que podría ser en forma de calor. Eso lo hace interesante, porque se sabe que estaban los componentes y ahora el factor energía, por lo que podría existir la posibilidad de encontrar condiciones necesarias para la vida", señala.

Pero se requerirá una nueva misión para comprobarlo, dice Lunine, quien es investigador principal de la misión Enceladus Life Finder (ELF), que se está proponiendo a la Nasa. "Volaríamos instrumentación avanzada a través del penacho de Encélado que sería capaz de determinar si la vida está activa en el océano", dice.

Perry agrega que hay varios grupos proponiendo misiones de seguimiento para muestrear los géiseres con instrumentos que realmente puedan detectar vida y no sólo los ingredientes para ella. "Esperamos que la Nasa seleccione una de estas misiones", dice.

Por su parte, la agencia planea enviar la misión Europa Clipper, en 2022, a Europa, la luna helada de Júpiter, que también tiene un océano subsuperficial y penachos, como anunció la Nasa hoy, en base al análisis de imágenes del telescopio espacial Hubble y datos de la misión Galileo.

El paper que detalla el descubrimiento fue publicado en la revista The Astrophysical Journal Letters, y señala que un géiser observado en Europa en 2016 está en el mismo lugar que otro detectado en 2014.