Pueden ser relatos de dos líneas o de veinte páginas y, sin embargo, la intensidad tal vez sea idéntica. La misma intensidad de los ojos azules detrás de los gruesos marcos que componen sus lentes, los que le otorgan un semblante de intensa seriedad. Lydia Davis, escritora eximia del relato corto, se ha consolidado como una de las revelaciones de la narrativa norteamericana reciente, luego de una destacada trayectoria en tanto narradora, ensayista, traductora y académica.

Nacida en el estado Massachusetts, Davis (1947) se desempeña como profesora de escritura creativa en la Universidad de Albany del Estado de Nueva York (SUNY). Hija de profesores, desde fines de los 70 trabaja en la academia. Ha publicado seis colecciones de relatos y una novela. Además, ha sido elogiada por sus traducciones al inglés de Marcel Proust (Por el camino de Swann, 2002) y Gustave Flaubert (Madame Bovary, 2010).

Admiradora de Samuel Beckett, dueña de una voz narrativa donde se funden drama y comedia, Davis fue escritora de minorías hasta 2009, cuando Farrar, Straus and Giroux publicó sus Cuentos completos. La publicación puso en primera línea su obra y la crítica destacó su sofisticado sentido del humor y su capacidad de narrar con ironía, así como su elegancia para expresar la belleza de lo cotidiano. Joyce Carol Oates y Jonathan Franzen le dedicaron generosos elogios. "Una suerte de Proust del cuento", dijo el autor de Las correcciones.

El Man Booker International confirmó los plausos en 2013: es uno de los premios literarios más prestigiosos de la lengua inglesa y Davis lo recibió al año siguiente de la Nobel Alice Munro. Desde entonces sus traducciones se multiplican. "Lo que llamamos, el 'boca a boca' tiene un ritmo propio que es bastante lento", dice vía mail desde EE.UU.

Tras la edición española de Cuentos completos, a fines de 2014 apareció El final de la historia (1995), su primera y única novela. El primer relato que abre sus Cuentos completos, titulado Historia, es muy similar al argumento de la novela, donde una escritora recuerda y trata de escribir una novela sobre su relación con un hombre más joven.

¿Suele volver a utilizar algunas historias en textos más largos?

Algunas historias son parte de una historia más grande, que ya tengo en mente, por lo que éstas pueden ser absorbidas en algo más extenso, como la novela El final de la historia. Y, por otro lado, a veces una sola pieza, o un incidente, da lugar a dos o incluso tres (en un caso a cuatro) diferentes historias que se aproximan al tema de diferentes maneras.

Casi de forma simultánea, en diciembre del año pasado, la editorial argentina Eterna Cadencia tradujo Ni puedo ni quiero (2014), un sorprendente libro de relatos. Dividido en cinco secciones, se compone de textos breves, a los que llama sueños, y relatos de Gustave Flaubert que ella confeccionó a partir de su correspondencia. La ironía y el humor de su prosa logran mayor elocuencia en este libro.

Ni puedo ni quiero muestra innovaciones narrativas en sus relatos. ¿De qué manera la vida cotidiana le ofrece material para escribir estas historias?

En el caso de los "relatos de Flaubert", estaba leyendo su correspondencia mientras traducía Madame Bovary. Después de que había llegado a algunas de las pequeñas historias que cuenta su correspondencia, me decidí a "rescatarlas" extrayendo y dándoles forma como relatos independientes. Traté de dejar tanto de la lengua original y de sus formas como era posible. En cuanto a los sueños, tomé mis propios sueños, de mis amigos y también experiencias de vigilia, de nuestras vidas, que eran como sueños y las narré como tal. Era importante para mí no decir cuáles eran sueños reales y cuáles experiencias de vigilia.

Probablemente, Ni puedo ni quiero es el libro más íntimo de Lydia Davis. Uno de los relatos más destacados se titula Las focas y aborda la relación de la narradora con su hermana mayor, ya muerta. El relato es la evocación de algunos recuerdos familiares: "Cuando joven, eres generalmente feliz, o al menos estás dispuesto a serlo. Envejeces y ves las cosas con mayor claridad y hay menos motivos para ser feliz. También empiezas a perder gente, a tu familia. Eramos cinco, de hecho, como una mano de póker: es la primera vez que lo pienso".

Muchos temas de su nuevo libro parecen ser más personales, a diferencia de sus otros trabajos. ¿Piensa en los lectores cuando escribe relatos como Las focas?

Soy consciente de que a menudo mis historias parecen estar dirigidas directamente a ciertos lectores, pero esto es, por supuesto, porque todas las personas comparten muchas de las mismas experiencias generales, aunque los detalles sean diferentes. Narro una historia no exactamente como yo misma, sino adoptando el carácter y la personalidad de alguien que podría ser como yo, aunque con algunas de mis propias características exageradas. Pero aunque el narrador no soy exactamente yo, mi relato tiende a ser bastante exacto y honesto.

¿Piensa publicar nuevas traducciones de autores franceses u otra novela?

Hay una traducción más de un largo libro en francés que tengo que pulir y enviar, y luego habré terminado, por un tiempo, con las traducciones ¡Llevan tanto tiempo! Probablemente no vuelva a escribir otra novela por unos cuantos años, debido a otros proyectos que tengo en mente: esta vez sobre narraciones históricas, historias verdaderas, y extensas.