La relación entre Emmanuel Macron y Donald Trump ha sido desafiante. El Presidente de Estados Unidos ha descrito al Acuerdo de París contra el cambio climático como un pacto peligroso, y claramente se inclinó por Marine Le Pen, la líder del Frente Nacional y rival de Macron, en las elecciones presidenciales francesas. Cuando ambos líderes se reunieron por primera vez en
Bruselas en mayo pasado, el mandatario francés tomó "agresivamente" la mano del Presidente estadounidense, y parecía no querer soltársela. Días después dijo que ese había sido un "momento de verdad", y que demostraba que "no harían pequeñas concesiones, ni siquiera simbólicas".
Trump golpeó de vuelta. Anunció en junio que EE.UU. se retiraba del pacto climático. Pero Macron no se quedó callado y habló de "Hacer nuestro planeta grande de nuevo", en clara referencia al eslogan de campaña de Trump ("Hacer EE.UU. grande de nuevo").
Pero a pesar de los roces -y de que Trump dijera en febrero que "París ya no es París" por los ataques terroristas que han azotado la ciudad-, el gobernante francés invitó, sorpresivamente, al inquilino de la Casa Blanca a la capital francesa para asistir a las celebraciones del Día de la Bastilla, la fiesta nacional que este año conmemora el aniversario número 100 de la entrada de tropas estadounidenses a la Primera Guerra Mundial. Trump, que llegó ayer a París junto a la primera dama Melania Trump, decidió en último momento aceptar la invitación debido a que, según The Washington Post, se enteró de que habría una parada militar, la que se realizará hoy en la Avenida de los Campos Elíseos. "Trump ama las paradas militares", señala el diario.
Macron aprovecha el encuentro con Trump para limar asperezas y, mayormente, para reforzar su liderazgo. El gobernante francés está emergiendo como "un gran oportunista", señala el diario The Guardian. Esto, porque ha descubierto que puede crearse una alianza con Trump debido al aislamiento que está teniendo EE.UU. en la comunidad europea. También, por el espacio que dejará la salida de Reino Unido de la UE y la ausencia de la premier británica Theresa May por las preocupaciones locales tras perder la mayoría en el Parlamento tras los comicios de junio.
Además, el gobernante francés aprovecha que la canciller alemana Angela Merkel tiene en mente las elecciones de septiembre, en las que busca lograr un cuarto mandato a la cabeza de Alemania.
El líder francés "ha visto una oportunidad para influir en el pensamiento estadounidense y elevar el papel de Francia en los asuntos mundiales, en particular en Siria y Medio Oriente", escribe The Guardian.
Al igual que como hizo con el Presidente ruso Vladimir Putin (ver recuadro), Macron le enseñó los grandes símbolos de la ciudad al mandatario estadounidense. En la visita de 24 horas de Trump, el gobernante francés buscó ayer seducir e impresionar a su invitado: visitaron la tumba del comandante en jefe de los Aliados en la Primera Guerra Mundial; el Museo Nacional de Guerra; y la tumba de Napoleón en el Palacio de los Inválidos. Por la noche, cenaron junto a las primeras damas en el exclusivo restaurant Le Jules Verne de la Torre Eiffel.
Claro que antes de la cena, Trump desató la polémica en redes sociales, tras conocerse un video publicado en la página Facebook del gobierno francés, donde elogia a la primera dama gala por estar "en muy buena forma".
Ambos mandatarios se reunieron a solas durante la tarde, donde conversaron sobre terrorismo, Medio Oriente y el cambio climático. En una rueda de prensa, Macron defendió la aplicación del Acuerdo de París y se le vio más conciliador con la decisión de EE.UU. de retirarse del pacto.
A su vez, Trump abrió la puerta a que "algo podía ocurrir" con respecto a la posición de EE.UU. "Veremos qué pasa, pero ya hablaremos llegado el momento. Si pasa algo sería maravilloso, y si no pasa nada estará bien también", explicó. Pese a la diferencia, Macron señaló que hubo sintonía en "grandes temas de comercio, seguridad" y recordó que los roces que mantienen están ligados a los compromisos electorales que hizo Trump.