Mad Men, la serie quizás más existencialista de los últimos años en televisión, se despidió no sólo con optimismo, sino que con ironía. Llena de finales felices y amor para la mayoría de los protagonistas -Joan, Peggy, Pete, Roger-, el debate si Don Draper llegaría a saltar de un edificio tras capítulos y capítulos de introspección y crisis y alcohol, fue acallado con una escena final que encendió y encenderá el debate por años a venir.
El montaje final de la mayoría de los protagonistas es, simplemente, un regalo para los fanáticos. Joan decide poner su propia empresa productora, donde ningún hombre le pide, le exige o la traiciona. Incluso cuando debe elegir entre su nuevo hombre y su trabajo, elige lo segundo. Mientras, Peggy, encuentra el amor en su mejor amigo Stan, y la despedimos en una relación donde es admirada por quién es y por cómo trabaja.
En el primer episodio de la serie, Joan quería ser la mujer que conociera un hombre y la mantuvieran en los suburbios, mientras que Peggy quería insertarse en Manhattan. Ambas logran algo mejor. Mientras, Pete nunca llegó a la cima de Sterling Cooper, pero tiene un trabajo de multimillonario y lo vemos subir a su jet privado con su familia feliz. Y Roger, por fin en una relación apropiada con Marie, se despide en París, hablando francés. Un cierre redondo muy distinto a todo el resto de la serie, y casi de cuento de hadas para todos. Incluso Betty está tranquila en su cocina, habiendo elegido morir bajo sus propios términos, mientras su hija se ocupa de su lugar en la casa.
Mientras, Draper llevaba unos meses dando vueltas sin rumbo por el país; recordemos que el trato con McCann no sólo terminó fusionando la oficina de Sterling y Draper, sino que hizo que nuestros personajes protagónicos sean millonarios. En el último episodio, Don tiene varias epifanías. Alguna vez Ted le dijo que en la vida de un hombre hay tres mujeres. Y así, en un capítulo llamado "Person to person", que es lo que dice la operadora cuando se llama por cobro revertido, Don termina al teléfono con sus tres mujeres: su hija Sally, ya convertida en una adulta, o más adulta que él.
Sally le dice que Betty, su ex esposa está enferma, y Don llama otra vez. La conversación con Betty es quizás el momento más potente de la historia: lo normal es que Don corra en su auxilio y cuide a sus tres hijos, pero Betty le dice que la normalidad ya es que él no esté. Comienza la caída, que termina con el tercer llamado: su otro yo, Peggy. Draper resume su sensación de fracaso: "Rompí mis compromisos. Escandalicé a mi hija. Tomé el nombre de otro hombre y no hice nada de él". Peggy, su aprendiz y quien hoy triunfa gracias a él, le dice que no es cierto.
Don en este capítulo pasa mucho entre sus dos nombres todo el episodio: de Dick a Don, casi sin distinción. Lleva siete temporadas escapando de su otra identidad, y ahora siente que la segunda vida que robó, no ha sido lo suficientemente valiosa. Es entonces cuando va a la dinámica grupal en el retiro hippie californiano donde se encuentra. Y escuchando la historia de un hombre que se siente transparente y poco apreciado y poco querido y que se ido guardando tanto hacia sí mismo, que ya no sabe cómo conectar aunque los otros lo intenten. Don Draper nunca ha sido ni transparente ni poco apreciado, pero Dick Whitman sí, y Don ya no sabe cómo llegar a él. Y así, un personaje que nunca se descontroló -a menos que se hubieran varios tragos entre medio-, tiene una catarsis de llanto.
La última escena presenta a Don haciendo meditación al amanecer, al aire libre. La cámara se centra en su cara, y Don, finalmente, sonríe.
La ironía claro es que no es sólo porque encontró la paz y la felicidad, sino porque tuvo una revelación: lo que aparece en pantalla a continuación es el aviso publicitario de Coca -Cola de 1971, con la canción I'd like to buy the world a coke. Para entender: Coca Cola es la cuenta más grande de McCann. Y el aviso, real, fue lanzado por esa empresa, y se convirtió en la pubicidad más famosa de Estados Unidos por años, el jungle en un hit radial; es, como para los chilenos un "lo podemos lograr", algo que está en la memoria colectiva nacional. Así que Don Draper no sólo volvió a la publicidad, sino que hizo uno de los avisos más famosos de la historia.
Recordemos el capítulo 1 de la serie: Don Draper decía que el amor "es algo que inventó la gente como yo para vender medias". Bueno, la felicidad, pareciera ser algo que inventó la gente como él para vender bebidas carbonatadas.