AUN FALTAN casi cinco horas para que diga por tercera vez "¡Hola, Santiago!", pero Madonna ya está sobre el escenario. Agazapada, casi en penumbra, sobre un rincón donde habla con su staff técnico para iniciar esa suerte de rito que también desplegó en su visita de 2008: hacer su prueba de baile y sonido ante un público atónito frente a un gesto insólito en figuras de tamaña envergadura.

Pero a las 18.20 horas de ayer, cuando el Estadio Nacional apenas reunía a cerca de ocho mil personas que habían ingresado 90 minutos antes, la estadounidense volvió a replicar la escena.

Obviamente esta vez vestía acorde a la lluvia que golpeaba a la capital: una parka azul con un gorro que cubría una visera con la leyenda Vogue, un buzo y zapatillas de caña alta. Su cara apenas se podía divisar, aunque dejaba ver sus huesos faciales bien delineados y una semblanza que ya no camufla sus más de 50 años.

Pero la histeria de su feligresía estaba servida. Hasta que, a las 18.30 horas, vino el quiebre: bajo ese mismo ropaje, la cantante salió a cantar Girl gone wild y Express yourself, acoplada con un largo tramo de Born this way, propiedad de su rival más mediática, Lady Gaga.

Los seguidores no lo podían creer: ahí estaba Madonna en crudo. Sin maquillaje, sin efectos especiales, sin látex, sin cuero ni sostenes en punta. Como una más de un equipo que se movía entre responsables del aseo que despejaban el agua del montaje.

Aún más: Madonna cantando sus temas y también los de su discípula más aventajada. 2 x 1 y mucho antes que largara el espectáculo oficial. "Esto es como verla dos veces", se escuchaba entre el público que ya había entrado al coliseo, entre los que asomaban un par de brasileños y otro grupo de ecuatorianos.

El mismo grupo que, desde el instante en que apareció la artista, empezó a estorbarse con sus paraguas y las cámaras de sus celulares.

Tras ese set doble, la norteamericana se acercó a la pasarela y desenfundó Give me all your luvin'. Su séquito de bailarines la seguía en todos sus pasos, mientras ella marcaba el tiempo con un báculo.

Sobre el fondo, desde una esquina, observaba su hijo Rocco, fruto de su matrimonio con el cineasta Guy Ritche, parte del concierto y quien había ensayado un par de minutos antes.

Ahí fue el momento de mayor cercanía de la intérprete con el respetable. E incluso tuvo espacio para el diálogo. Seria y con el rostro más compuesto, tomó el micrófono y dijo: "Todavía sigo un poco enferma, así que les pido que no fumen".

Tras ello, remató en español: "¿Me entienden?". Ahí inauguró el instante más explosivo del ensayo: Holiday. Lo interpretaba mirando al rostro de los fans e incluso haciendo guiños para los flashazos que batallaban desde cancha Vip.

De paso, también daba indicaciones para que los encargados del escenario secaran algunas partes del piso y corrieran el agua que inundaba sin piedad un gran trozo de su estructura.

Casi en sincronía con la euforia, tomó nuevamente el micrófono y lanzó: "Es muy especial para mí estar de nuevo en Chile. Por eso voy a hacer algo que está preparado especialmente para ustedes: el tema Spanish Lessons. Perdón eso por no hablar español", dijo ante la composición de 2007 que incluye frases en esa lengua y que interpretó con guitarra en mano.

Tras la dedicatoria, turno para Turn up the radio y la pasarela nuevamente está bajo su dominio. Los fans siguen sin creerlo: el ensayo culminó cerca de las 19.15 horas. Han visto a Madonna antes de que realmente se presente como Madonna. La chica material en su versión más desnuda y honesta.