El Presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, reconoció este domingo la grave crisis política y económica que vive el país. Eso porque, al presentar su mensaje anual de gestión, lo hizo en la sede del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) y no ante la Asamblea Nacional (Parlamento, controlado hace un año por la oposición), y en su discurso dijo que el año 2016 fue "el más largo y el más duro" para su gobierno, razón por la cual firmó un nuevo decreto de "emergencia económica".

La presentación del gobernante ante el TSJ es un hecho sin precedentes en la historia reciente del país sudamericano, situación que Maduro lamentó. "Es un acto bochornoso, una irresponsabilidad", declaró. Dijo que el país enfrenta una "circunstancia excepcional" y acusó a la Asamblea Nacional de estar legislando "fuera de la Constitución" y en "desacato" de las sentencias de la Corte.

Se refería así a la decisión de la Justicia que hace cinco meses descalificó las actuaciones del Legislativo por haber juramentado a tres diputados cuya elección fue suspendida por un supuesto fraude. Por este motivo el TSJ autorizó a Maduro a no presentarse ante el Parlamento y hacer su balance anual en la sede de la máxima instancia judicial.

En su discurso, que fue transmitido en cadena de radio y televisión, el gobernante acusó a la mayoría opositora del Parlamento de promover una acción "golpista", después que la semana pasada aprobara una declaración de abandono del cargo por parte de Maduro, por el supuesto incumplimiento de sus funciones constitucionales. Sin embargo, esa acción fue anulada días después por el Tribunal Supremo.

Desde la sede de la Asamblea Nacional, el presidente del Parlamento, el opositor Julio Borges, declaró a la prensa que no presentar el informe anual ante el Legislativo ratifica que el gobernante "está fuera de la Constitución".

Al referirse a la situación económica del país, Maduro dijo que durante el año pasado los ingresos en divisas del país alcanzaron los US$ 5.291 millones, lo que representó una caída del más del doble en comparación de 2015, cuando se lograron entradas por US$ 13.000 millones, en mayor parte generadas por las exportaciones petroleras.

El gobernante admitió que la abrupta caída de los ingresos llevó al país a una situación económica "difícil" y "compleja" que se intenta superar, y dijo que a pesar de ello se dio un "milagro de Dios, milagro de la revolución", porque no cerraron escuelas ni se despidieron empleados públicos.

Venezuela enfrenta una grave tormenta económica y social, con una inflación que bordeó en 2016 el 500% y con una severa escasez de alimentos y medicinas que ha hecho habituales las filas en los supermercados, los saqueos y las protestas.

El mandatario anunció acordó un nuevo decreto de emergencia económica, "para continuar cabalgando en la crisis", del cual no ofreció más detalles. Agregó que decidió extender hasta el 20 de febrero la vigencia de los billetes de 100 bolívares, que había ordenado sacar de circulación el mes pasado, una decisión que luego echó pie atrás en vista de las violentas protestas callejeras que eso provocó. Dijo que partir del lunes comenzarán a circular otras nuevas denominaciones de papel moneda, que incluyen los billetes de 500, 5.000 y 20.000 bolívares.

Al referirse a las accidentadas negociaciones con la oposición, Maduro reiteró su disposición de mantenerse en el proceso de conversaciones y anunció que esta semana llegarán al país los facilitadores de la mesa del diálogo. Las negociaciones están paralizadas desde diciembre luego que la oposición se negó a continuar en ellas tras acusar al gobierno de no cumplir los acuerdos pactados, como los de liberar a los "presos políticos", ofrecer un cronograma electoral y respetar los poderes públicos.